Cuando uno se enfrenta una entrevista con un personaje del entretenimiento, generalmente es claro qué aspecto se tocará en la charla: su historia de vida, su carrera, una coyuntura en especial o su más reciente logro o papel. Cuando el personaje es Alejandra Borrero resulta desafiante circunscribirse en un solo tópico. Ella es actriz, empresaria, activista, creadora, feminista y además, buena conversadora, pareciera que cualquier tiempo por extenso que sea, es insuficiente.
Borrero es una actriz consagrada, con más de 40 años en el cine, el teatro y la televisión cuyo rostro es bastante familiar entre las distintas generaciones colombianas, pues ha tenido presencia permanente a través de sus decenas de roles.
Sigue a la Revista Vea en WhatsAppAzúcar, Café, La otra mitad del Sol, Allá te espero, Bolívar soy yo, La deuda, El amor en los tiempos del cólera y una extensa lista de producciones, que fácilmente llegan al centenar, se incluyen en su amplia carrera como actriz.
Ahora que está en medio de su festival ‘Ni con el pétalo de una rosa’, ese que busca que todas las mujeres nos sintamos seguras y que lucha porque las ciudades sean tan amigables que una mujer pueda caminar a cualquier hora sin sentir temor, nos cuenta que esa causa se gestó inconscientemente desde que era una niña y como millones, en una época en la que se normalizaron conductas acosadoras por parte de los hombres hacia las mujeres, ella también fue víctima.
No olvida un piropo espantoso que recibió cuando fue por un helado y lo que hizo sentir. “Tengo un recuerdo que no se me olvidará nunca y que me da mucha rabia. Tenía 10 años cuando salí a comprar un helado cerca a mi casa, y un hombre me dijo un piropo horroroso. Yo ni siquiera sabía qué era lo que estaba diciendo. Yo le dije una grosería. Fui, compré mi helado y cuando volví él me dijo: ‘tan bonita, pero con esa boca de pato’. Y la que se sintió mal fui yo. Y la que llegó a la casa sintiendo que no le he debido contestar. Qué vergüenza, qué cosa tan horrible. El que se debió sentir mal fue él”.
Alejandra Borrero recuerda que fue duro salir del clóset
Hoy, la situación, gracias a mujeres como ella es distinta, cada vez hay mas consciencia y cuidado y aunque hay mucho por hacer lo logrado, no solo en cuanto a las mujeres, sino en la inclusión, emociona a Alejandra. “Nunca me imaginé que me tocara un momento donde la inclusión fuera parte del discurso político, que fuera fundamental buscar otra manera de relacionarnos. Yo creo que con estos temas vamos tres pasos adelante, dos atrás, después otro adelante, otro atrás. La pandemia generó muchos problemas y generó mucha violencia para las mujeres. Sin embargo, veo que la sociedad ha cambiado. Digamos que como sociedad somos un poco más intolerantes a la violencia, pero todavía somos absolutamente permisivos. Me emociona, claro que me emociona”.
Alejandra Borrero en su Casa E Borrero, el multiplex de teatro que por estos días es sede de las actividades del Festival 'Ni con el pétalo de una rosa'
Alejandra no solo ha sido pionera y líder fuera de la actuación ahora. Hace más de 25 años se convirtió, tal vez en la primera estrella de la pantalla local, que salió del clóset y habló abiertamente de su orientación sexual. Hoy suena sencillo, pero hace dos décadas nadie hablaba de eso, pero cree que ese fue el momento pertinente.
“Todo es en el momento que tiene que ser. Fue muy duro porque nadie lo había hecho en este país. Fue en el 98, así que yo creo que le abrí camino a mucha gente, pero además fue un remesón brutal para mí y para mi familia: No fue fácil”.
Alejandra Borrero: el pendiente que no pudo ser y la lucha personal
En esa época también nos confesa que quiso ser madre, pero este plan nunca se concretó, dos factores tuvieron que ver. “Claro que sí (pensé en tener hijos) muchos años. Muchos años pensé en ser mamá. Pero también era una época muy compleja en ese sentido. Las mujeres, digamos, como yo, lesbianas, (no podían) era casi una afrenta tener un hijo. Y posiblemente lo pensé mucho hasta que ya no lo pude hacer. También tuve parejas que no querían tener hijos. No se dieron las cosas, pero hubiera querido”.
A cambio, se convirtió en una tía entregada y amorosa y de ninguna manera no tener hijos la frustró, por el contrario, se declara una mujer feliz, aunque con luchas, también hay ilusión.
“Estoy emparejada, estoy tranquila, vivo una vida, digamos que después de tantos dolores y tantas angustias, estoy tranquila. Y creo que ese también es un ejemplo. Nada dura para siempre y siempre habrá momentos maravillosos y dolorosos en la vida”.
Y es que después de enfrentar la quiebra económica de su proyecto casa E y levantarlo de las cenizas, gracias a un milagro llamado trabajo y dedicación, y también sobreponerse a las rupturas sentimentales y a la perdida de seres queridos si sabe de algo Alejandra es de resiliencia, y ahora se toma las cosas en su justa medida.
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En medio de esa actividad creativa, que implica ser la cabeza de Casa E, la fundadora del festival que protege mujeres, una actriz muy solicitada en la pantalla, Borrero sabe lo que le cuesta y cuál es su lucha personal. “Yo lidio realmente con ese desamor hacia mí misma, que pongo por delante todo lo demás y me olvido de mí. No voy a las citas médicas porque hay una entrevista o porque tengo que hacer algo y digo ‘carajo, me tengo que poner primero’. Y eso se lo digo yo a las mujeres y no lo aplico conmigo. ¡qué hago al respecto? qué haces al respecto? Pelearme conmigo misma y poner otra cita. Pero realmente sí tengo que ser más cuidadosa conmigo. Sobre todo que además ya tengo muchos años, carajo, y que tengo que cuidarme porque quiero tener una vejez deliciosa”.
Los sueños y el retiro
Por lo pronto se mantiene entusiasmada, con muchos sueños, anhelos y planes por delante. “Me gustaría ver que la justicia le cumpla a las mujeres. Les decimos denuncien, hablen, hagan algo, pero cuando una mujer va a denunciar, generalmente sus casos no son oídos, no sucede nada y seguimos todavía patinando en ese sentido. Ese sería uno de esos sueños divinos. Otro, por supuesto, poder tener tranquilidad, poder tener una vida en paz también. Yo no, yo soy una mujer que vive feliz, que la creatividad le gusta, que quiero, que siempre quiero hacer alguna cosa, pero pero también necesito mis espacios”.
No es de las que cree que la escena sea ideal para morir. “Yo no pienso que quiera morirme subida en un escenario. Yo creo que prefiero morirme frente al mar”, pero espera se demore, aún queda mucho por hacer.
Por lo pronto enfrenta una de las semanas que más la ocupa, entusiasma y por la que trabaja largo tiempo su Festival, que lleva 16 años, y que presenta hasta el 30 de noviembre, variedad de actividades en torno a la seguridad y a la vida de las mujeres: conciertos, charlas, conferencias, obras y conversatorios. Aquí la agenda completa