La actriz vallecaucana Margarita Rosa De Francisco se ha caracterizado por su belleza, su talento, carisma, pero también por sus declaraciones abiertas, incluso sin importarle si son bien recibidas o juzgadas. La otrora protagonista de Café con aroma de mujer y Hombres, decidió hace ya un tiempo cerrar su Twitter, explicando que no veía en esa red social posibilidad del debate y en su caso con miles de seguidores podría escribir lo primero que se le ocurriría e influir en mucha gente. Y no siempre sus opiniones corresponden a la racionalidad.
La actriz está en Bogotá
”Cuando salió que había diez personas muy influyentes en Twitter en Colombia y que yo estaba entre esas personas, a mí me pareció una mala noticia para mí. Me parece peligroso porque yo en Twitter digo mucho disparate, pienso en caliente. He terminado distribuyendo información que no era verdadera, metiendo mucho la pata. Entonces dije ´me voy antes de que me siga más gente y que cuando meta la pata sea peor´”, dijo a BBC Mundo en una entrevista reciente. Allí también habló de su deseo de cultivar el intelecto por encima de cualquier otro aspecto de su vida, aunque también dejó al descubierto que le gusta cuidarse, ya sin llegar a esclavizarse por el deseo de lucir perfecta.
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Ahora que está en el país en el marco de la Feria del Libro de Bogotá promocionando el texto que la ha tenido ocupada por meses escribiéndolo ha hablado de varios asuntos.
En el programa La red habló de su afinidad con la soledad, como también de lo que padeció con un trastorno que la llevó a internarse y ponerse en manos de especialistas.
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“La soledad me atrapa la disfruto y compartimos mucho. Si pasó horas encerradas, a él (su pareja) no le da angustia”, dijo sobre el momento actual de su vida donde se siente más a gusto consigo misma que cuando era la estrella de telenovelas.
EL trastorno fue justamente en aquella época en la que se obligaba a estar más baja de peso porque en la pantalla las personas suelen verse de más peso del que tienen. Ahora su realidad es distinta entre clases de universidad. A sus 57 años, estudia en Miami y no teme a la vejez, de hecho ha lucido sus canas con orgullo.
“Como un milagro, me dejó de importar, estoy más vieja y encuentro belleza en otras cosas. A mí me gusta lo de las cremitas, hay tratamientos que dejan la piel superbonita y digo que me los haría”, mencionó sobre lo que opina ahora cuando reciben el paso del tiempo con tranquilidad.