A Álvaro Morte, el famoso profesor de La casa de papel le diagnosticaron cáncer y, aunque en principio se asustó, se propuso librar esa batalla con todas sus fuerzas. La ganó y por eso hoy disfruta la vida a plenitud en medio de la sencillez, su familia y el buen humor.
En los últimos años el rostro de Álvaro Morte le ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en uno de los nombres más googleados en el ciberespacio. Todo por cuenta de convertirse en el estratega profesor de La casa de papel, la exitosa producción de Netflix. Antes de la serie, que se convirtió en la más vista del mundo en español, él era un actor reconocido en España, pero lejos de encajar en los cánones de galán. Hoy las mujeres lo admiran, le escriben y despierta todo tipo de pasiones. Sin embargo, esa fama no ha hecho mayor mella en el actor. De hecho, confiesa orgulloso que vive en el mismo apartamento de siempre en el sector de Pozuelo de Alarcón, en las afueras de Madrid, un lugar que no se caracteriza por lujos. Sus vecinos son gente común y corriente, con la que sigue compartiendo igual que cuando su rostro aún no era conocido. Lleva a diario a sus mellizos Julieta y León al colegio y sigue casado con la estilista Blanca Clemente.
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A Morte la fama no lo abruma ni lo asusta, tal vez porque lo grave, la prueba más difícil de su vida ya la enfrentó y desde entonces, todo lo toma con serenidad. Fue hace 11 años cuando un médico directo y sin rodeos le diagnosticó un cáncer en su muslo izquierdo y le dio tres meses de vida. La preocupación, el miedo y la negación duraron muy poco, en cuestión de minutos, Morte recobró la tranquilidad y se propuso no quejarse, no preguntar por qué a él, sino más bien vivir a plenitud y hacer lo necesario para salir de aquel problema.
ARMAS EFECTIVAS
Vino un tratamiento fuerte que lo dejaba exhausto, pero también que le daba fortaleza para seguir una batalla donde su gran enemigo fue el miedo y que poco a poco fue venciendo. Tenía en su mente que su objetivo era sonreír, no dejarlo de hacer y seguir aprendiendo para después simplemente disfrutar de lo que la vida le ofreciera. Sus principales armas fueron el buen humor y la sencillez. En varias entrevistas ha dicho que se siente a gusto en medio de esos dos ambientes.
Una vez entró en remisión y logró estar sano, Álvaro retomó su carrera, misma que siempre ha sido estable, aunque los protagónicos le habían sido esquivos. De hecho, su esposa le había aconsejado no ilusionarse y no intentar buscarlos, sino seguir en los repartos. Cuando La casa de papel apareció, el personaje del profesor era un cincuentón y parecía que una vez más el estelar se le iba a ir a Morte. Él insistió y pese a estar por de debajo de los 40 insistió con varias pruebas que, al final cautivaron al director que terminó dándole el rol. El resto ya es de público conocimiento. Un personaje tan enigmático y hermético como atractivo y cautivador. Frente a la pantalla, una celebridad mundial. En casa es el padre y el esposo. Cocina, lee, ve películas, ayuda en las tareas escolares a sus mellizos y cuando es temporada de vacaciones empaca maletas a Mallorca, el destino preferido para estar en familia. A Álvaro como a Sergio, su personaje en el robo, les gusta el perfil bajo, la sencillez.
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