Hace pocos días, registramos en exclusiva la primera entrevista que la reconocida actriz Vicky Hernández concedió, después de que estuviera ausente, debido a serios quebrantos de salud. Allí, en su fabulosa casa en Subachoque, Cundinamarca, nos atendió la vallecaucana que dejó sin aliento a los espectadores de la película ‘Al otro lado del jardín’, en la que compartió set con Julián Román, Juana Acosta y Luis Fernando Hoyos, entre otros.
Un relato tan real como conmovedor que la dejó satisfecha y donde nos confesó estuvo feliz: haciendo lo que más le gusta actuar.
Sigue a la Revista Vea en WhatsAppHernández no está retirada de la pantalla, nos dijo en medio de la visita que le hicimos para aquella entrevista, solo aguarda propuestas que la atraigan lo cual significa: un buen personaje, un buen guion y condiciones respetuosas en las que no haya maltrato. Para la actriz el maltrato no se reduce a malas palabras, sino también a no trabajar con gente profesional, a no tener condiciones idóneas para trabajar y en general, a sentir respeto por el trabajo de todo un equipo. A eso se le añade que los pagos sean los adecuados para todo el equipo, respetando trayectoria y experiencia.
¿Cómo terminó Vicky Hernández viviendo en Subachoque?
Vicky se marchó de a poco a Subachoque, no fue que un día empacó sus cosas de Bogotá y se mudó. “Yo al comienzo había encontrado este espacio, esta montaña, para venir, digamos, cada ocho días. Pero construí la casa y ya cuando la construí dije ‘no, yo haberme metido en esto tan grande para venir cada ocho días, no se justifica’. Y fui viniendo, viniendo y me fui quedando hasta que me quedé en el 2008, finales del 2008. Y ya del todo, como desde el 2010, me quedé acá”.
Allí en una montaña, se alza su confortable casa, que comparte con su hijo Juan Sebastián Calero, producto de su matrimonio con el también actor Gerardo Calero. Juan Sebastián también estuvo en ‘Al otro lado del jardín’. Fue el guardián de la cárcel que termina convertido en cercano al rol de Julián Román. El resto de habitantes de la casa son los hijos de él: Jacobo y Emma Sofía, sus nietos de 5 y 7 años respectivamente.
La vida ‘perfecta’ de Vicky Hernández en su casa de campo
Vicky lleva una vida tranquila y por qué no perfecta, allí. “Se me va la mirada en la montaña y yo qué hago… Yo vivo en ess paisaje”, dice mientras nos invita a mirar por un ventanal enorme que en efecto, registra una montaña lejana que cambia, a medida que pasa la tarde. “Mi alcoba está ahí, yo abro el ojo, subo la persiana y la veo”, cuenta la actriz sobre sus primeros minutos de la mañana.
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“Parece divino y nunca es igual por la luz. Entonces a veces la montaña es gris, a veces es negra, a veces es verde, a veces es amarilla. Y los colores del cielo a veces tienen más profundidad, menos profundidad. Muy chévere”, menciona extasiada por las imágenes inescrutables que le brinda su vista.
Luego, al levantarse llegan según el día, las terapias físicas, que realiza con disciplina y ayuda de una terapista. A pesar de sus avances en la recuperación, no ha podido todavía volver a ‘matear’, como ella le dice a la tarea de consentir sus matas, esas que ella misma plantó al llegar a la montaña y solo había potreros.
“(Descubrí) que yo podía sembrar algo más que el pánico. Cuando me pasé aquí, aquí no había sino potrero, no había árboles, era potrero de vacas, había uno que otro árbol nativo, un tuno, un cúcharo, pero no más. Y lo poco que hay hoy, florido, florecido y reverdecido, lo sembré yo con estas manos”, detalla orgullosa de su labor que se evidencia pues la casa tiene todo tipo de plantas y flores de clima frío.
La cocina también es una actividad usual para la actriz que tiene fácilmente 70 años de carrera pues comenzó en pantalla casi al tiempo con la llegada de la televisión colombiana .
“Descubrí el tiempo para cocinar, a mí me ha gustado siempre, pero nunca cocinaba, sino muy de vez en cuando, por una que otra ocasión así, pero ya aquí tengo un poquito más de tiempo, entonces me gusta hacer y aprender de la cocina”.
Vicky Hernández y su rol de abuela
Y curiosamente, no tiene perros ni gatos, confiesa que los tuvo recién llegó porque le regalaron algunos cachorros, pero entre sus actividades, las cirugías a las que se sometió era complejo cuidar de un animal y si algo tiene claro la actriz es que cuando se asume una responsabilidad se cumple a cabalidad.
Su gran alegría en casa es como abuela, ella remienda muñecos y disfraces de sus pequeños nietos, que cuentan con un parque infantil dentro de uno de los jardines de la casa. “Antes tampoco tenía tiempo de remendar, y es una cosa maravillosa… Es una belleza, yo me he convertido en la que le arregla el juguete le remienda el muñeco…”, comenta sobre las peticiones que le hacen sus nietos y que la llevan a la aguja y el hilo.
“Yo le coso el muñeco y lo mira y dice ‘quedó perfecto, gracias’. Le encanta. Entonces cuanto animalito de esos de felpa y de peluche se les daña, se los remiendo y eso me gusta mucho”.
EL tono y la actitud de la actriz cambia cuando se refiere a Emma Sofía y a Jacobo, la actriz alcanzar a quebrantarse y es evidente que con al presencia de los niños es que su vida en la montaña pareciera alcanzar la perfección: “La inocencia y la sonrisa de mis dos nietos descubriendo cualquier cosita, inventando cualquier cosita, eso me supera. Cuando inventan un juego, cuando saltan de alegría por algo, cuando descubren un sabor, cuando descubren un pájaro, cuando están así ávidos, atentos, cuando inventan juegos y hacen voces y están solitos jugando sin que nadie intervenga y dejan correr la imaginación, eso es una felicidad que no se pueden soñar”.