Luis Alberto Posada junto a su padre Brocardo Posada
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Luis Alberto Posada se ha caracterizado no sólo por su gran talento musical, sino también por ser un hombre sencillo, humilde y trabajador. A los 8 años quedó huérfano de madre, y su padre, don Brocardo Posada se hizo cargo del hogar, en medio de las grandes dificultades económicas por las que atravesaba.
Sigue a la Revista Vea en WhatsAppNació en Cartago, pero se crio en el campo. Desde su infancia, Luis Alberto ha conservado el amor a la vida, valor que le inculcó su padre sin importar su cargo o condición social. Crecer en medio de la escasez, fue la mejor experiencia que don Brocardo le permitió vivir.
Hoy, en el Día del Padre, y en diálogo con la Revista Vea, el artista colombiano le rinde un homenaje a su padre, quien murió en el año 2015, luego de sufrir varios quebrantos de salud. Además nos cuenta cómo fue su etapa de niñez.
¿Cómo recuerda a su papá?
“Mi viejo hermoso fue el mejor papá, el mejor de los mejores, sin duda alguna fue un ser humano que supo guiar a su hijo por un buen camino, aunque teníamos muy poca comida y ropa para vestir, pero fue alguien que estuvo ahí conmigo dándome la mano, orientándome, educándome como educaban aquellos viejos a sus hijos, con consejos, con rejo, con mano dura cuando le tocaba, pero eso es una formación hermosa. Cuando lo recuerdo a él, vivo cada fuetazo que me daba, vivo cada consejo que me daba, vivo el amor tan grande que me brindó. Mi viejo para mí fue lo máximo y lo será hasta que me toque también partir a mí”.
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Cuando no tenían qué comer, ¿qué hacía?
“Nos inventábamos algo, cantar. Tomábamos aguapanela, nos íbamos a disipar, como a no darle mente ni importancia al estómago vacío, eso fue bastante curioso y además que mi madrastra siempre fue para mí muy inteligente, porque nos hacía agua con sal para que saláramos el estómago, o de repente buscábamos una plantica que hay en el campo que se llama cimarrón, que se da en la parte caliente, entonces ella me mandaba a buscar un manojo de eso, lo arrancaba con el cuchillo o el machete, lo lavaba muy bien y lo cocinábamos y le echaba sal y eso nos llenaba de energía y disipábamos el hambre”
Debido a la necesidad, ¿usted llegó a ‘robarse’ las guayabas?
“Claro que sí. También tuvimos una época donde ya más grandecitos como a los 12 años, nosotros con mis hermanos y todo surtíamos 5 fábricas de dulce de bocadillo, entonces disipábamos el hambre comiendo guayaba y, al fin y al cabo, el fin de semana que nos tocaba la entrega pues ya había dinerito para llevarle a mi papá y para sobrevivir. Esa una de las tantas enseñanzas que tuve”.
¿Cuál fue el mejor recuerdo que le dejó su padre?
“Quedé con un reloj y con la última pijama con la que falleció en la clínica”.
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¿Cuál es el mejor legado que usted le puede dejar a sus hijos?
“Igual que mi padre, tomé muy bien sus enseñanzas, siempre los trato de conducir por el mejor camino, con los mejores consejos, que le digan no a las drogas, que estudien, que sean niños decentes, que sean muy educados, que traten muy bien la gente, que no se sientan agrandados. Como me aman y admiran tanto, se tratan como de salir un poquito y me miran como una estrella, un sol, entonces trato de bajarlos de la nube. Que se sientan orgullosos pero que no se lo manifiesten a la gente”.
Su más reciente lanzamiento, Cajón de fina madera, ¿es un homenaje a su papá?
“A mi padre, a mi hermano, a mi hijo. Mi hermano acaba de cumplir un año de fallecido, es un honor a ellos, porque para allá vamos todos, no hay que dudarlo, entonces quería hacerme sentir con esta canción, porque de corazón es una dedicación que le hago a ellos”.
Puedes ver la entrevista completa aquí: