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La increíble historia de Anthony Hopkins quien halló la felicidad con colombiana

Anthony Hopkins era uno de los más famosos actores de Hollywood, pero no era feliz. Empezó a serlo cuando conoció a su esposa colombiana.

Por Redacción Vea
18 de diciembre de 2021
Anthony Hopkins obtuvo un premio Óscar de la Academia por su rol protagónico en la película "The Father".
Fotografía por: Agencia EFE
Anthony Hopkins y su esposa Stella Arroyave

Anthony Hopkins y su esposa Stella Arroyave

Fotografía por: Getty

Para muchos el actor galés Anthony Hopkins es un mito viviente, condición que reafirmó con su segundo Óscar a Mejor actor por su actuación en The father, un hecho inédito para un hombre de 83 años que pasó a la historia cuando interpretó a Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes, con el que logró su primer Óscar.

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Hoy este hombre de mirada profunda, de actuación contenida y emotiva, acepta que su personalidad compleja que cautivó al mundo, es producto de sus circunstancias. Proveniente de una familia de clase trabajadora, fue hijo único de un panadero y una ama de casa. Recuerda que de niño casi no hablaba y era un pésimo alumno. Sus padres, en respuesta, lo enviaron a un internado a los 11 años, donde las cosas no mejoraron. “Recuerdo el primer día de clase. Me senté ahí, completamente petrificado, y ese sentimiento se quedó conmigo durante toda mi infancia y adolescencia. Crecí absolutamente convencido de que era estúpido”, dijo a la revista Playboy.

Fue una época donde Hopkins era la burla de sus compañeros y profesores. “Odiaba el rechazo y que se burlaran de mí. Tengo un sueño recurrente de que estoy fuera del grupo. No pertenezco. Me humillan y me despierto.”. Recuerda muchos pasajes dolorosos que lo sobresaltan y persiguen. “Eso se ha quedado conmigo el resto de mi vida. Y por eso me convertí en actor”, relató en una entrevista con New York Times.

A los 15 años un encuentro casual con Richard Burton, cambiaría su vida. “Me contó que se hizo actor porque no valía para ningún trabajo. Luego se montó en su Jaguar y se fue. En aquel momento comprendí que necesitaba salir de allí. Dejar de ser quién era”, recordó Hopkins al New York Times.

En 1973 decidió viajar a Los Ángeles para conquistar Hollywood. Tener éxito, fama y dinero era lo importante. Bebía demasiado y abandonó a su primera esposa, la también actriz Petronella Barker, y a su pequeña hija Abigail, para ir tras metas. Aunque años después padre e hija tuvieron un acercamiento, están totalmente alejados. Es tal su desapego que en una entrevista a RadioTimes de 2018 le preguntaron si tenía nietos, a lo que contestó: “No tengo ni idea. Las familias se dividen y sigues adelante”. En 1975 su adicción al alcohol tocó fondo cuando despertó en un hotel de Arizona sin saber cómo había llegado al lugar. Han pasado más de 45 años sin que el actor haya recaído en la bebida.

RENACER CON EL AMOR

El actor que se granjeó la fama de conflictivo, irascible y temperamental en los rodajes, declaró que pasó mucho tiempo tratando de dejar atrás su lado oscuro. Aunque tras su divorcio con Jennifer Lynton, luego 29 años de matrimonio, el actor confesó que quería ser un lobo solitario, independiente y sin ninguna atadura sentimental, la aparición de la colombiana Stella Arroyave, 18 años más joven que él, lo salvó de una nueva recaída.

Luego de su encuentro casual en una tienda de antigüedades la pareja se casó en el 2003. La influencia de su nueva pareja hizo que Hopkins tomara interés por la pintura, además de acercarse a sus admiradores. Hoy es, gracias a Mark Wahlberg, que lo impulsó a compartir en Twitter e Instagram sus momentos personales, toda una estrella en redes sociales. Sus vídeos cotidianos son virales y aparece como un abuelo feliz que baila canciones de Drake, de Fleetwood Mac con su gato o de Elvis Crespo con Stella.

Con 83 años, afirma que nunca ha sido tan feliz como luego de cumplir 75. “Estoy casado con una mujer que tiene un optimismo a prueba de todo. Desde que abre sus ojos es feliz. Me dice todo el tiempo que deje de preocuparme y que viva el momento. Me enseñó a disfrutar de la vida. Yo estuve a punto de matarme años atrás por culpa del alcohol, estuve al borde del precipicio, pero di un paso atrás y ahora sé que cada día que vivo es un regalo”. Los demonios que lo atormentaron casi toda su vida son cosas del pasado, comentó en una entrevista en La Vanguardia.com.

Por Redacción Vea

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