40 años del VIH: surge una nueva esperanza pero aún hay retos
A pesar de todos los esfuerzos realizados para el desarrollo de una vacuna, ninguno de los candidatos a vacuna ensayados ha tenido éxito en la prevención de la infección o en el control de la enfermedad; sin embargo, hoy contamos con un tratamiento antirretroviral efectivo.
*John M. González
En 2024 se cumplen 40 años de la identificación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en el Instituto Pasteur de París, y 44 años desde que se describió el síndrome de inmunodeficiencia humana adquirida (SIDA). Esta pandemia ha sido más larga y ha causado más muertes que la del covid-19. (Puede leer: ¿Qué tiene que ver TransMiCable con la actividad física que se hace en Ciudad Bolívar?)
Como conmemoración de esto, en Estados Unidos existe un enorme edredón tejido con los nombres de las víctimas asociadas a esta enfermedad, que ahora pesa más de 50 toneladas. A pesar de todos los esfuerzos realizados para el desarrollo de una vacuna, ninguno de los candidatos a vacuna ensayados ha tenido éxito en la prevención de la infección o en el control de la enfermedad; sin embargo, hoy contamos con un tratamiento antirretroviral efectivo.
Se ha generado mucha expectativa en torno a la noticia de la curación de pacientes infectados con VIH, no obstante, hasta ahora solo se ha reportado este resultado alentador en cinco pacientes en todo el mundo. Esta terapia es una iniciativa de un consorcio europeo que utiliza la terapia celular mediante trasplante de células troncales de la médula ósea.
El trasplante proviene de individuos sin VIH que son genéticamente compatibles con el paciente y además presentan una mutación en una molécula receptora celular que evita la entrada del VIH a las células que infecta, conocidas como linfocitos T. Esta mutación, descubierta hace décadas en personas que son “resistentes” a la infección, solo se encuentra en menos del 1% de la población mundial. Por lo tanto, la probabilidad de que ocurra este hecho es extremadamente baja en comparación con el número de infectados viviendo con VIH en el mundo, estimado en cerca de 40 millones. (Puede interesarle: Siete de cada 10 personas están protegidas parcialmente contra el tabaco: OMS)
Es importante destacar que los pacientes con VIH que reciben este tratamiento tienen una indicación para el trasplante debido a la presencia de un tumor sanguíneo, como una leucemia o un linfoma. Años después del trasplante, las células del sistema inmunitario del donante, que tienen la mutación que las hace “resistentes”, repueblan el cuerpo del paciente y el virus ya no encuentra células susceptibles para infectar. Con el tiempo, la carga viral disminuye hasta llegar a ser indetectable. En la actualidad, este enfoque no puede considerarse una medida de salud pública generalizada, pero científicamente representa un avance significativo, ya que demuestra el papel de dicha mutación en individuos que son resistentes a la infección por VIH.
En una reciente reunión mundial de expertos, la Organización Mundial de la Salud planteó la posibilidad de poner fin a la pandemia por VIH para el año 2030. Esta perspectiva se basa en el éxito de la terapia con medicamentos antirretrovirales y en la experiencia positiva de Australia, donde la transmisión del virus está casi controlada. Este éxito en aquel país se fundamenta en dos aspectos claves: la ausencia de estigmatización hacia la enfermedad y la implementación de la regla “Tres 90s”. Esta última indica que el 90 % de los individuos infectados deben estar diagnosticados, recibir tratamiento y lograr una carga viral indetectable. Con esta estrategia, se impacta de manera significativa el ciclo de transmisión del virus. (También puede leer: Con inteligencia artificial “resucitan” moléculas para probar nuevos antibióticos)
En Colombia, infortunadamente, se presenta un subregistro de la enfermedad del VIH, además de existir barreras para su diagnóstico, como el temor a realizarse las pruebas, especialmente en personas jóvenes, y la necesidad de contar con un consentimiento informado separado para llevar a cabo dicho examen. Eliminar este obstáculo y llevar a cabo programas de pruebas de tamizaje, que incluyan el “autoexamen”, ayudaría a lograr un diagnóstico más temprano, lo cual favorecería el pronóstico al iniciar un tratamiento de manera más anticipada.
Otro aspecto es el tratamiento a gran escala. Para esto se necesita una masiva disponibilidad de medicamentos antirretrovirales, lo que plantea un alto costo al sistema de salud. En promedio, en un año, los medicamentos por persona podrían alcanzar un costo hasta de $35 millones al año, esto multiplicado por los cerca de 150,000 personas que en Colombia viven actualmente con la enfermedad. Dadas estas cifras, una de las estrategias actuales del gobierno de Colombia es plantear la flexibilización de la patente de algunos de estos medicamentos. (Puede interesarle: Un hombre tetrapléjico está recuperando la movilidad gracias a inteligencia artificial)
El enfoque en el acceso y adherencia al tratamiento con medicamentos antirretrovirales ha demostrado ser fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas con VIH y reducir la transmisión del virus. Además, la eliminación del estigma asociado al VIH permite que más individuos se sometan a pruebas de detección y reciban el tratamiento adecuado sin temor a ser marginados o discriminados.
*John M. González MD, PhD; Profesor Titular Facultad de Medicina – Universidad de los Andes.
En 2024 se cumplen 40 años de la identificación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en el Instituto Pasteur de París, y 44 años desde que se describió el síndrome de inmunodeficiencia humana adquirida (SIDA). Esta pandemia ha sido más larga y ha causado más muertes que la del covid-19. (Puede leer: ¿Qué tiene que ver TransMiCable con la actividad física que se hace en Ciudad Bolívar?)
Como conmemoración de esto, en Estados Unidos existe un enorme edredón tejido con los nombres de las víctimas asociadas a esta enfermedad, que ahora pesa más de 50 toneladas. A pesar de todos los esfuerzos realizados para el desarrollo de una vacuna, ninguno de los candidatos a vacuna ensayados ha tenido éxito en la prevención de la infección o en el control de la enfermedad; sin embargo, hoy contamos con un tratamiento antirretroviral efectivo.
Se ha generado mucha expectativa en torno a la noticia de la curación de pacientes infectados con VIH, no obstante, hasta ahora solo se ha reportado este resultado alentador en cinco pacientes en todo el mundo. Esta terapia es una iniciativa de un consorcio europeo que utiliza la terapia celular mediante trasplante de células troncales de la médula ósea.
El trasplante proviene de individuos sin VIH que son genéticamente compatibles con el paciente y además presentan una mutación en una molécula receptora celular que evita la entrada del VIH a las células que infecta, conocidas como linfocitos T. Esta mutación, descubierta hace décadas en personas que son “resistentes” a la infección, solo se encuentra en menos del 1% de la población mundial. Por lo tanto, la probabilidad de que ocurra este hecho es extremadamente baja en comparación con el número de infectados viviendo con VIH en el mundo, estimado en cerca de 40 millones. (Puede interesarle: Siete de cada 10 personas están protegidas parcialmente contra el tabaco: OMS)
Es importante destacar que los pacientes con VIH que reciben este tratamiento tienen una indicación para el trasplante debido a la presencia de un tumor sanguíneo, como una leucemia o un linfoma. Años después del trasplante, las células del sistema inmunitario del donante, que tienen la mutación que las hace “resistentes”, repueblan el cuerpo del paciente y el virus ya no encuentra células susceptibles para infectar. Con el tiempo, la carga viral disminuye hasta llegar a ser indetectable. En la actualidad, este enfoque no puede considerarse una medida de salud pública generalizada, pero científicamente representa un avance significativo, ya que demuestra el papel de dicha mutación en individuos que son resistentes a la infección por VIH.
En una reciente reunión mundial de expertos, la Organización Mundial de la Salud planteó la posibilidad de poner fin a la pandemia por VIH para el año 2030. Esta perspectiva se basa en el éxito de la terapia con medicamentos antirretrovirales y en la experiencia positiva de Australia, donde la transmisión del virus está casi controlada. Este éxito en aquel país se fundamenta en dos aspectos claves: la ausencia de estigmatización hacia la enfermedad y la implementación de la regla “Tres 90s”. Esta última indica que el 90 % de los individuos infectados deben estar diagnosticados, recibir tratamiento y lograr una carga viral indetectable. Con esta estrategia, se impacta de manera significativa el ciclo de transmisión del virus. (También puede leer: Con inteligencia artificial “resucitan” moléculas para probar nuevos antibióticos)
En Colombia, infortunadamente, se presenta un subregistro de la enfermedad del VIH, además de existir barreras para su diagnóstico, como el temor a realizarse las pruebas, especialmente en personas jóvenes, y la necesidad de contar con un consentimiento informado separado para llevar a cabo dicho examen. Eliminar este obstáculo y llevar a cabo programas de pruebas de tamizaje, que incluyan el “autoexamen”, ayudaría a lograr un diagnóstico más temprano, lo cual favorecería el pronóstico al iniciar un tratamiento de manera más anticipada.
Otro aspecto es el tratamiento a gran escala. Para esto se necesita una masiva disponibilidad de medicamentos antirretrovirales, lo que plantea un alto costo al sistema de salud. En promedio, en un año, los medicamentos por persona podrían alcanzar un costo hasta de $35 millones al año, esto multiplicado por los cerca de 150,000 personas que en Colombia viven actualmente con la enfermedad. Dadas estas cifras, una de las estrategias actuales del gobierno de Colombia es plantear la flexibilización de la patente de algunos de estos medicamentos. (Puede interesarle: Un hombre tetrapléjico está recuperando la movilidad gracias a inteligencia artificial)
El enfoque en el acceso y adherencia al tratamiento con medicamentos antirretrovirales ha demostrado ser fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas con VIH y reducir la transmisión del virus. Además, la eliminación del estigma asociado al VIH permite que más individuos se sometan a pruebas de detección y reciban el tratamiento adecuado sin temor a ser marginados o discriminados.
*John M. González MD, PhD; Profesor Titular Facultad de Medicina – Universidad de los Andes.