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Un reciente estudio sobre la prevalencia mundial y regional del matrimonio infantil, publicado por UNICEF, muestra que 640 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad se casaron en la infancia, es decir, 12 millones de niñas al año.
Aunque esta práctica ha disminuido en la última década, entre un 19 y 21 %, la pandemia del covid-19, los conflictos actuales, e incluso el cambio climático, amenazan con revertir esta tendencia, pues, de acuerdo con Catherine Russell directora ejecutiva de UNICEF, “estos factores están obligando a las familias a buscar una falsa sensación de seguridad en el matrimonio infantil”. (Lea: OMS anuncia el fin de la emergencia sanitaria mundial por covid-19)
Asia Meridional es la región donde se concentran la mayoría (45 %) de matrimonios infantiles. Sin embargo, también es la zona que sigue liderando la reducción de esta práctica a nivel mundial y se encamina a erradicarla en unos 55 años, según el informe. En India, por ejemplo, se han registrado avances significativos en las últimas décadas. Pese a esto, el país sigue albergando una tercera parte del total mundial de matrimonios infantiles.
El panorama es un poco menos alentador en otras partes del mundo. África Subsahariana, que actualmente ocupa el segundo lugar en el mundo en cuanto al número de niñas casadas (20%), está a más de 200 años de acabar con esta práctica. “Todo parece indicar que el rápido crecimiento de la población, a lo que se suman las crisis actuales, incrementarán la cifra de niñas casadas, en contraposición con la disminución prevista en el resto del mundo”, sugiere el estudio. (Lea: Las toxinas de las colillas de cigarrillo son un peligro mortal para el ambiente)
De acuerdo con el informe, América Latina y el Caribe “se está quedando atrás”, y de seguir avanzando al ritmo actual, registrará el segundo nivel regional más alto de matrimonios infantiles en 2023. En esta región hay 58 millones de niñas casadas, un 9% del total mundial.
Por su parte, Oriente Medio y el Norte de África y Europa del Este y Asia Central también se han estancado, después de registrar un periodo de progresos constantes. Según UNICEF, la reducción mundial debería ser 20 veces más rápida si se quiere lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible de poner fin al matrimonio infantil para 2030.
Las razones de retroceso
A nivel mundial, los conflictos, los desastres relacionados con el clima y los efectos de la pandemia, en particular el aumento de la pobreza, la disminución de los ingresos y la deserción escolar, contribuyen al aumento de los factores que llevan al matrimonio infantil, pues provocan que las niñas tengan dificultades para acceder a los servicios de salud, educación, los servicios sociales y el apoyo comunitario que las protegen de esa práctica. (Lea: Una dosis de la vacuna contra el papiloma humano podría prevenirlo por tres años)
El estudio señala que los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático aumentan el riesgo de que las niñas se casen durante su infancia. En Pakistán, por ejemplo, donde ha avanzado enormemente en la reducción el matrimonio infantil, hubo intensas inundaciones en 2022, esto podría representar un aumento del 18% en la prevalencia de esta práctica, lo que equivale a borrar cinco años de progreso.
El análisis advierte que los avances logrados en la última década para acabar con el matrimonio infantil también se ven amenazados, o incluso se ven anulados, por los efectos del covid-19. “Se calcula que la pandemia ha afectado a más de 1000 millones de niñas en todo el mundo. Se estima que esta emergencia ya ha reducido en una cuarta parte el número de matrimonios infantiles evitados desde 2020″, cita el informe.
¿Qué consecuencias trae el matrimonio infantil?
Las niñas que contraen matrimonio durante la infancia sufren consecuencias inmediatas y de por vida. Tienen menos probabilidades de seguir asistiendo a la escuela y se enfrentan a un mayor riesgo de quedar embarazadas precozmente. Esto, a su vez, aumenta la probabilidad de que tanto ellas como sus hijos sufran complicaciones de salud o mueran.
Esta práctica, además, puede aislar a las niñas de sus familias y amigos, además de excluirlas de participar en sus comunidades, una situación que tiene graves consecuencias para su salud mental y su bienestar.