Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La llegada de la variante ómicron a Colombia tiene a muchos con los nervios de punta. Luego de que el ministro de Salud Fernando Ruiz anunciara que identificaron tres casos en Cartagena y Santa Marta (todos viajeros), el pánico, con ayuda de los periodistas y de medios de comunicación, ha empezado a extenderse. Pero hay algo que es clave antes de ser presa del miedo y empezar a especular: comprender qué sabe la ciencia, hasta ahora, sobre ómicron. (Lea ¿Y qué pasó con el cuarto pico de coronavirus?)
En menos de tres semanas, desde que fue declarada como variante de preocupación por la OMS, genetistas, virólogos, inmunólogos, epidemiólogos y médicos de todo el mundo han procurado llenar los vacíos de información. ¿Qué tan transmisible es? ¿Causa enfermedad grave? ¿Protegen las vacunas? Algunas pistas, todas preliminares y pendientes de nuevos estudios, ayudan a resolver esos interrogantes de manera parcial: si bien parece que se expande con más rapidez, no se ha presentado un incremento en las hospitalizaciones y muertes.
Eso es justo lo que ha sucedido en Sudáfrica, donde, un mes después de que ómicron comenzara a expandirse, ha habido un aumento modesto de las hospitalizaciones. “Todos seguimos siendo muy cautelosos con esos datos”, le dijo a Science la viróloga Wendy Burgers de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Estas dos gráficas ayudan a comprender mejor lo que sucede en Sudáfrica. Esta muestra el número de casos diarios confirmados por millón de habitantes:
Y esta otra imagen refleja el número de muertes confirmadas diariamente por millón de habitantes. En síntesis, mientras las infecciones crecieron, no ha habido un aumento inquietante de fallecimientos.
De hecho, el Consejo de Investigaciones Médicas de Sudáfrica publicó un informe el pasado 6 de diciembre en el que revisó un cúmulo de casos en la provincia de Gauteng, primer epicentro del brote de ómicron. Allí se detectó, durante las primeras dos semanas de la expansión de la variante, un aumento de casos: hubo 9.929 contagios entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre.
De acuerdo con el informe, entre el 14 y el 29 de noviembre se admitieron en el Complejo de Hospitales del Distrito de Tshwane (Gauteng) a 166 pacientes. “Un dato significativo es que se ha acortado mucho la estancia hospitalaria, de 8,5 a 2,8 días”, señala el documento. “La principal observación que hemos hecho durante las últimas dos semanas es que la mayoría de los pacientes en las salas de COVID no han sido dependientes de oxígeno”, apuntan más adelante.
Para ver con más detalle qué sucedía con estos pacientes, los investigadores analizaron la situación de la sala covid-19 el 2 de diciembre. Observaron un gran inconveniente: la mayoría de los adultos no había sido vacunados. De los 38 pacientes que requirieron esa atención en centro médico, tan solo 6 habían recibido su esquema.
Entre sus conclusiones anotaban que la primera impresión de los pacientes ingresados desde que apareció ómicron es que la mayoría de las admisiones se debían a diagnósticos no relacionados con covid-19 y que la positividad se debía, más bien, a un hallazgo incidental por la realización de pruebas del hospital.
En Sudáfrica también se llevó a cabo uno de los primeros estudios sobre la protección de las vacunas contra ómicron. Los datos, recopilados durante las primeras tres semanas del brote, son preliminares, dijeron los investigadores de Discovery, la aseguradora de salud más grande del país. En este caso, los investigadores analizaron la protección frente a ómicron del esquema de Pfizer de dos dosis.
“La segunda dosis de la vacuna Pfizer muestra una eficacia del 70% en la reducción de las hospitalizaciones”, declaró durante una rueda de prensa por internet el presidente de Discovery, Ryan Noach. Esta vacuna tenía hasta ahora un 93% de eficacia en los casos graves. La presidenta de la SAMRC (una organización pública de investigación médica), Glenda Gray, consideró entonces los resultados “extremadamente alentadores”, ya que “la vacuna se desarrolló para proteger contra las hospitalizaciones y los decesos”.
Hace dos semanas, de hecho, Pfizer había publicado un boletín de prensa en el que anunciaban que, luego de realizar un ensayo, comprobaron que quienes recibieron una tercera dosis de su vacuna mostraron una alta concentración de anticuerpos en comparación a quienes solo tenían dos dosis. El grado de protección una tercera dosis, aseguró la compañía, era similar al que presentaban los pacientes frente a otras variantes. Un tercer pinchazo, dijeron, aumenta los anticuerpos neutralizantes hasta en 25 veces.
Ayer, incluso, la farmacéutica Moderna, publicó en un breve comunicado de prensa otra buena noticia, aunque también hay que leerla con cautela hasta que no sea publicada en una revista científica. Según el laboratorio, tras hacer pruebas para comprobar la eficacia de su vacuna frente a ómicron concluyeron que una tercera dosis de 50 µg (microgramos) aumenta 37 veces los anticuerpos neutralizantes. Una de 100 µg los eleva más de 80 veces.
Más pistas de ómicron desde el laboratorio
Para comprender mejor a ómicron, los equipos científicos también están tratando de recopilar datos en sus laboratorios. Burgers, de la U. de Ciudad del Cabo, junto a su colega Catherine Riou, encontraron una buena noticia: a pesar de que los anticuerpos resultantes de la vacunación o de la infección parecían perder su poder ante la variante, la células T, otra de las “armas” de nuestro sistema inmune, apenas se redujeron de manera modesta.
Lo que hizo este grupo de investigadores fue medir cuál era la respuesta de las células T en las personas que habían recibido una o dos dosis de la vacuna de Janssen o dos de la de Pfizer. Como le contaba Burgers a Science, en los tres grupos que midieron, la respuesta de las células T a ómicron se redujo en una cantidad modesta (entre un 20% y un 30%) en comparación con la cepa original del virus.
Eso, tal vez, sea una buena noticia porque, aunque medir el nivel de anticuerpos ha sido usual en pacientes con covid-19, éstos representan sólo un marcador para medir nuestra respuesta al virus. Como había dicho en otra oportunidad a este diario el infectólogo Carlos Álvarez, son solo una pieza en el complejo sistema inmune. Si los anticuerpos son la infantería, las células T pueden ser la fuerza naval.
Por otro lado, profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hong Kong publicaron hace unos días una breve nota de prensa en la que daban otras pistas sobre el comportamiento de ómicron. Tras extraer tejido pulmonar sano a pacientes con cáncer, observaron que ómicron se replica más rápido que las otras variantes en las células de los bronquios, pero mucho más lento en las células que están en la parte inferior de los pulmones. Aunque pedían mucha cautela ante sus resultados, sus observaciones son un indicio para entender por qué ómicron se propaga más rápido, pero causa enfermedad menos grave.
Ravi Gupta, el popular virólogo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), también publicó hace poco un pre print (no revisado por pares ni publicado en revista científica) en el que da otra pista para entender a ómicron: la proteína Spike (aquella que permite el ingreso del virus a las células humanas) es menos eficiente que la de otras variantes como Delta o Alpha en la entrada celular.
“Creo que la evidencia de que el virus potencialmente causa una menor progresión a una enfermedad grave está aumentando”, le dijo a Science.
Sin embargo, todos piden prudencia. Los experimentos en laboratorio pueden dar algunas señales, pero como aseguraba Christian Drosten, virólogo del Hospital Universitario Charité en Berlín, tener respuestas más claras tomará unas semanas más; tal vez un par de meses. Por el momento, aunque no hay que dejarse llevar por el pánico, hay que caminar con cautela. “Por ahora - añadía Drosten- tengamos cuidado con esta variante”.