¿Realmente se acabaron los anticonceptivos en Colombia?

En las últimas semanas, varias usuarias han advertido que no encuentran las píldoras que suelen usar. Algunos medios también han prendido las alarmas a raíz de un anuncio de los droguistas. Les explicamos qué sucede realmente en este mercado y qué debe hacer una mujer que no halla sus pastillas.

03 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
Uno de los anticonceptivos orales más vendidos es Yasminiq, de Bayer.
Uno de los anticonceptivos orales más vendidos es Yasminiq, de Bayer.
Foto: Getty Images
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Hace poco menos de un mes, hubo una noticia sobre los anticonceptivos que se regó como pólvora en muchos medios de comunicación del país. Luego de que la Asociación Colombiana de Droguistas Detallistas (Asocoldro) anunciara en una popular cadena radial que había escasez de anticonceptivos (píldoras e inyecciones), la alerta fue replicada por noticieros y periódicos, incluido El Espectador. En redes sociales hubo mensajes de angustia. Algunas usuarias corrieron a las farmacias a comprar varias cajas de pastillas, mientras otras empezaron a evaluar caminos para sustituirlas. Si los medios anunciaban con tanto afán un desabastecimiento, habría que encontrar una ruta urgente para remediarlo. (Le sugerimos: Habría escasez de anticonceptivos en Colombia, según asociación de farmaceutas)

No era la primera vez que esa noticia crecía como una bola de nieve. Durante la pandemia del covid-19, en varias oportunidades algunos ginecólogos alertaron sobre la ausencia de ciertos anticonceptivos. Los titulares también hablaron de escasez y no pocas usuarias corrieron a las droguerías para comprar existencias. Entre los motivos que explicaban había uno que por estos días ha vuelto a circular: la regulación de precios de estas medicinas, hecha en el gobierno de Juan Manuel Santos, había afectado el mercado. Su bajo precio, razonaban doctores en medios, ya no resultaba atractivo para los laboratorios.

Leonardo Arregocés, director de Medicamentos del Ministerio de Salud, tiene otra versión de esta nueva alerta. Lo primero que dice es que no está bien meter en la misma bolsa todos los métodos anticonceptivos, pues los de barrera (como el condón), los inyectables y los orales son mercados que no funcionan igual.

En el caso de los inyectables, cuenta, ha habido episodios en los últimos cuatro años en los que ha bajado la disponibilidad por, esencialmente, razones logísticas. “Y cuando eso sucede, la distribución enfrenta algunos problemas, porque hay una empresa que suele tener mayor concentración de ese mercado. Por otro lado, tenemos algunos indicios de que esos métodos se usan con menos frecuencia”, explica.

Pero en el mundo de las píldoras, dice Arregocés, está sucediendo algo muy diferente. Después de que se redujeran los precios de estas medicinas, las ventas crecieron. No tiene en su cabeza una cifra precisa, pero la reducción del valor (en algunas más del 60%) parece haber permitido que más mujeres accedieran a ellas. “Luego de la medida, estos anticonceptivos se venden mucho más, sobre todo en el canal comercial (farmacias). De manera que es posible que lo que algunas casas farmacéuticas dejaron de ganar por el precio, lo hayan compensado por la cantidad de píldoras que venden ahora”, anota. (Le puede interesar: Este es el nuevo etiquetado que propone el Minsalud para la comida chatarra)

Hoy el problema, a sus ojos, es otro: hay unas marcas que se han posicionado y, a diferencia de lo que puede pasar con el acetaminofén o el ibuprofeno, es difícil que una usuaria compre pastillas producidas por un laboratorio diferente al que está acostumbrada. “Y en Colombia –añade– hay unas tres combinaciones y unas marcas específicas que acaparan entre el 85% y 90% del mercado”.

Aunque prefiere no mencionar ningún laboratorio, un sondeo por algunas de las organizaciones que prestan servicios relacionados con los derechos sexuales y reproductivos en el país arroja algunas pistas. Juan Carlos Vargas, asesor científico de Profamilia, dice que ha notado escasez de la asociación “drospirenona/etinilestradiol” y específicamente de un nombre comercial.

María Vivas, directora ejecutiva de la Fundación Oriéntame, cuenta que tras un sondeo que hicieron entre el 28 de abril y el 22 de mayo del 2021 a 765 personas y 151 farmaceutas, gran parte de los participantes reportaron no haber encontrado Yasminiq, el nombre comercial con el que la farmacéutica Bayer comercializa la asociación de “drospirenona/etinilestradiol”.

Según Vivas, las pacientes tampoco hallaban Bellaface, el nombre con el que Abbott vende otra popular combinación: “dienogest/etinilestradiol”. Cuando le preguntamos a Claudia Vargas, directora de la Fundación Ifarma, si han detectado escasez de píldoras, también mencionó el Yasminiq.

Laura Gil Urbano, ginecóloga y cofundadora del Grupo Médico por el Derecho a Decidir, tiene una buena manera de sintetizar lo que está sucediendo: “Se han agotado las marcas, pero no los principios activos. Todos los meses me llaman pacientes a decirme que no encuentran unas marcas”. Yasminiq, de Bayer, es una de las que recuerda. (Lea también: Las mentiras de los productos para adelgazar)

La multinacional, fundada en Alemania, confirma la sospecha de estas organizaciones. A través de un correo explica que, efectivamente, “hay un par de nuestros productos anticonceptivos que han escaseado en las farmacias”; pero, contrario a lo que han sugerido algunas personas, no se debe ni a la regulación de precios ni tiene que ver “con ningún tema de rentabilidad”. Por el contrario, aclara, “estamos de acuerdo con que existan regulaciones de precios que propicien el acceso a los pacientes de productos de innovación y la sostenibilidad del mercado”.

Entonces, ¿cuál es el motivo? Según la farmacéutica, en los últimos meses han coincidido una serie de variables que han afectado a varios países, entre ellos Colombia. Uno de los factores tiene que ver con los “efectos colaterales de la pandemia del covid-19, que ha impactado los procesos de producción y distribución de prácticamente todos los sectores industriales”. Otro está relacionado con los cierres que aún hay en algunos países para prevenir el incremento de casos de coronavirus, lo cual ha dificultado la disponibilidad de insumos como empaques primarios y secundarios.

“Existen situaciones retadoras con el desabastecimiento de materias primas, servicios de distribución, contenedores y limitación en disponibilidad de vuelos y barcos mundialmente, lo cual aún sigue siendo una actividad compleja con dificultades para lograr soluciones definitivas”, dice Bayer que, sin embargo, aclara que su portafolio de anticonceptivos orales está abastecido un 90%. A mediados de este mes o principios de septiembre, estará al 100%.

Debido a estos factores, dice Arregocés, del Minsalud, al parecer algunas usuarias sustituyeron ese anticonceptivo por otro de Bayer, Diane (ciproterona/etinilestradiol), pues notaron que, en comparación con meses anteriores, aumentaron las ventas de esa marca.

Abbott, titular de Bellafece (dienogest/etinilestradiol), cuenta que “si bien hay puntos de compra aislados, donde pueda que este medicamento no esté disponible temporalmente, debido a un aumento significativo en la demanda, sí está disponible en la mayoría de nuestros clientes y distribuidores. Nuestro centro de atención al usuario permanece disponible para ayudar a las personas a obtener acceso a este anticonceptivo. Se pueden contactar al 018000113767 desde un teléfono fijo y al 0312367024 desde un teléfono celular”.

¿Qué hacer si no encuentra su anticonceptivo?

Toda esta situación que se ha presentado en el último año ha generado una gran inquietud: ¿Qué debe hacer una usuaria si no encuentra la marca de anticonceptivo que utiliza frecuentemente?

Laura Gil Urbano, del Grupo Médico por el Derecho a Decidir, asegura que es posible cambiar de marca siempre y cuando la composición sea la misma. Es decir, deben llevar los mismos nombres de las hormonas y la misma cantidad, que suele estar en miligramos. En otras palabras, si una mujer suele usar Yasminiq (drospirenona, 3 mg / etinilestradiol, 0,02 mg), debe utilizar una píldora compuesta por 3 mg de drospirenona y 0,02 mg de etinilestradiol. Una buena manera de ver la oferta es explorar el “Termómetro de Medicamentos del Ministerio de Salud”.

Eso es importante porque, anota Gil, “al cambiar de dosis hay alteración del primer ciclo del anticonceptivo y pueden quedar en embarazo”.

Por otra parte, si cambia de principios activos, la recomendación de Juan Carlos Vargas, de Profamilia, es utilizar, “durante el primer mes de la siguiente píldora, un método de respaldo mientras se establece su eficacia. Si el cambio es de píldora a un inyectable, también tendría que utilizar un respaldo durante el primer mes. Pero si pasa de anticonceptivos orales a usar dispositivo intrauterino, el dispositivo intrauterino tiene un efecto inmediato prácticamente”.

Una duda más es clave en este asunto: ¿Qué sucede si por la escasez de anticonceptivos una persona queda embarazada, cuando no lo deseaba? Ya se han presentado casos, como cuenta Gil. Si la persona así lo quiere, puede interrumpir voluntariamente el embarazo, pues en Colombia es posible abortar de forma libre hasta la semana 24. Si el tiempo de gestación es superior a ese periodo, de igual forma la persona podría argumentar que ese embarazo no deseado afecta su salud mental, una de las tres causales para hacerlo después de la semana 24. Así lo explica Lucía Hernández, abogada de Women´s Link Worldwide.

“Dado que se trata de un embarazo no deseado ni planeado (escasez de anticonceptivos o fallas en él), usualmente este puede representar un riesgo de afectación a la salud mental y emocional de la mujer. En esa hipótesis, la mujer debe acreditar la afectación a la salud mental y emocional a través de un certificado médico. No se necesita que la afectación a la salud se haya concretado en un daño para que proceda la causal, pues la Corte Constitucional ha dicho que basta con que sea un riesgo”, afirma María Isabel Niño, abogada de incidencia de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres.

Pero, como apunta Niño, seguramente esas pacientes se enfrentarán a un enorme desafío en el sistema de salud: “Este tipo de casos son los que enfrentan más barreras, pues los profesionales de la salud tienen una interpretación muy restringida y sesgada de la afectación a la salud que produce un embarazo no deseado”.

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

Por Sergio Silva Numa

Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com

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