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Los confinamientos de la pandemia fueron un periodo único para la humanidad, no solo por la situación de la salud global, sino por la experiencia psicológica que representó para cada persona. Frente a esto, un grupo de investigadores realizó un estudio en el que se encontró que durante este periodo los cerebros de los adolescentes envejecieron de manera prematura.
Estos datos, revelados en una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, sugieren que las restricciones sociales tuvieron un impacto desproporcionado en las adolescentes cuyo cerebro envejeció, en promedio, 4,2 años más de lo esperado en contraste a los 1,4 que lo hicieron los cerebros de sus contrapartes masculinas.
“Estos datos nos han sorprendido porque la diferencia es tan drástica”, afirmó, a The Guardian, Patricia Kuhl, codirectora del Instituto de Aprendizaje y Ciencias Cerebrales de la Universidad de Washington, en Seattle.
Cuando los investigadores hablan de envejecimiento prematuro significa que se detectaron signos de adelgazamiento cortical acelerado en ciertas zonas del cerebro. Para los niños, estos ocurrió en un sector, mientras que para las niñas en 30 de las niñas, en ambos hemisferios y en todos los lóbulos.
De acuerdo con la investigación, ambos sexos mostraron envejecimiento en zonas asociadas con la visión, potencialmente afectando el procesamiento cognitivo de rostros. Por su parte, para el caso de las mujeres, los cambios fueron más amplios, afectando zonas vinculadas con el procesamiento de emociones, compresión del lenguaje, entre otros.
De acuerdo con una de las investigadoras, esto reflejaría una mayor dependencia de las adolescentes de los grupos sociales y las internaciones que ocurren en ellos. “Las chicas charlan sin parar y comparten sus emociones. Dependen mucho más que los chicos de la escena social para su bienestar y para su sano desarrollo neuronal, físico y emocional”, afirmó Kuhl, a The Guardian.
Los autores afirman que se necesitan más estudios para estudiar como el envejecimiento en las habilidades cognitivas, no es claro si estos efectos son específicos a la edad, o si estas afectaciones están relacionadas con el contagio del covid-19.
“Es importante reconocer que, aunque la pandemia ha terminado en gran medida, los efectos del estrés de la pandemia siguen ahí para los niños y adolescentes”, indicó a The Guardian, Ian Gotlib, profesor de psicología en la Universidad de Stanford que ha estudiado de cambios cerebrales similares. “Asegurarse de que los jóvenes reciben apoyo en lo que respecta a su salud mental es fundamental, quizá ahora más que nunca”.
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