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En la bahía de Cartagena es fácil verlo desde cualquier parte. De color blanco y con la cruz roja en su costado de babor y estribor como emblema de buque hospital, permanece atracado en un muelle el USNS Comfort.
“Misión Promesa” es el nombre que le dan a esta operación en el país. Durante la recalada en puerto colombiano, los equipos médicos se centran en trabajar y proporcionar atención especializada a bordo y en los sitios en tierra designados, fortaleciendo alianzas y mejorando las capacidades combinadas de la Armada de los Estados Unidos y de Colombia.
Este buque tiene una longitud de 894 pies, casi tres campos de fútbol americano, una velocidad promedio de 17.5 nudos y dos helicópteros, entre otros componentes navales. Su comandante es la Capitán de Navío de la Marina de los Estados Unidos, Kathryn Elliott.
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Bajo su mando, más de 1.200 personas entre marinos, médicos, representantes de 25 ONG así como participantes de siete países, hacen parte de una serie de procedimientos médicos, quirúrgicos y odontológicos en pacientes que previamente fueron seleccionados de la ciudad, su zona insular y sectores de la gobernación de Bolívar. Todo sucede en el buque y en dos sitios destinados en Cartagena: el colegio Antonia Santos en la zona sur oriental, y el coliseo de combate en la villa olímpica.
Voluntarios y estudiantes de medicina de universidades del país se subieron al buque cuando arribó el pasado 11 de noviembre.
Una larga escala separa la entrada del buque de la tierra. En su interior, la milla azul, un espacio largo en donde los mamparos (las paredes de un barco), están con fotos, placas y recordatorios de las diferentes operaciones de este buque hospital. Entró al servicio médico en 1987. Está en esta milla, los agradecimientos de los diferentes países y por supuesto los recuerdos durante la invasión a Irak, cuando permaneció 56 días en el Golfo Pérsico.
El silencio es la constante, cada pasillo está plenamente identificado y los médicos militares tienen sus uniformes que cubren con batas. Un acrílico tiene letras escritas a mano: “Bienvenidos al USNS Comfort”. Una cruz roja pintada separa las palabras Colombia Y Estados Unidos. A un costado, como testimonio, dibujos elaborados por niños que fueron pacientes.
Los pasillos son fríos y la temperatura es estable en todo el buque. Como dicen los marinos, de la proa a la popa todos tienen el mismo olor. En la cubierta inferior, el piso, las líneas de seguridad de diferentes colores, en la cubierta superior grandes luces blancas. Caminamos lentamente y llegamos a un salón con la puerta cerrada, una pequeña ventana deja ver a los médicos. Un gran letrero dice Operating Room Complex.
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Esperamos para entrar. La disciplina es estricta. Vestido completamente de azul y su gorro de quirófano, nos recibe un tripulante del buque. “Gracias a Dios me toco la región colombiana, es un orgullo estar con ustedes, soy Bryan Pulgarín, suboficial segundo, Rango asistente de cirugía, y soy de Medellín”.
En la sala de cirugía donde nos recibe comenta que todo se encuentra a son de mar, palabra marinera que significa asegurados para evitar su movimiento. Allí se ven equipos de laparoscopia, anestesia, los campos quirúrgicos, así como una mesa de instrumentación, entre otros.
“En este buque tenemos todo. Son 12 salas de cirugía. Desde ayer hemos operado vesículas, hernias, procedimientos que son generales en esta área. Hace unos momentos terminamos una cirugía plástica de un paciente de quemaduras, hay cirugías programadas de ojos, nariz, garganta y oídos” sostiene.
Le preguntó por el postoperatorio. Los médicos y el buque se van, entonces, ¿qué pasa con los pacientes?
“Las cirugías que hacemos son cirugías que necesitan mínimas revisiones, no quiere decir que no sea importante igual la recuperación” En el procedimiento, los pacientes llegan un día antes y son preparados, reciben instrucciones de como tener su recuperación. “Al segundo día tenemos las cirugías y les pedimos que se queden un día más, chequeamos como amanecieron y nuevamente les damos las instrucciones de cómo recuperarse”, le dice a El Espectador este paisa cuyo trabajo médico sigue siendo el mismo en tierra. Mientras habla, preparan el buque para una nueva operación.
“Soy marino, nos enseñan a vivir en un barco, y tengo mi especialidad como asistente de cirugía. Siempre vamos a ser marineros porque tenemos que estar preparados para vivir a bordo”.
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Historias y voluntarios
Caminamos a las salas de cuidado intensivo, son cuatro para 80 camas. Nos cruzamos con Camila Blanco, tiene un uniforme azul y la palabra “Voluntario” en su camiseta.
Es estudiante de medicina en la Fundación Universitaria Juan N Corpas. Su apoyo es la traducción y ser ese vínculo entre el médico y el paciente. “Que se pueda comprender mejor todo, la historia clínica, los procedimientos durante la cirugía, los exámenes que tengan”, comenta. Se desembarca el próximo 19 cuando el buque zarpe de Cartagena. “El mar está hecho para personas que no se mareen tanto” afirmó.
Ayer, jueves, fue el último día de atención de esta misión médica humanitaria que ha recibido pacientes de la zona insular del distrito de Cartagena y pacientes organizados por el Departamento de Bolívar. Las historias las cuentan los enfermos recuperados.
Del municipio de Pinillos, a más de 199 kilómetros de donde se encuentra fondeado el buque hospital, viajó Hernando Polanco con su pequeño hijo, para practicarse un procedimiento de optometría. “Esta experiencia y esta misión fue muy bonita”, dijo el padre del pequeño paciente. Igual sensación tiene Humbertino Martínez, quien llegó desde el caserío Guarismo. Una hora le tomó el desplazamiento a Cartagena, fue operado exitosamente de cataratas.
Edith Ricardo es la madre de Nicolle, quien fue intervenida quirúrgicamente de una timpanoplastia. “Quiero comentarles lo agradecida que estoy con la cirugía que le hicieron a mi hija, ya que tenía 10 años sufriendo, yo hice hasta lo imposible y la EPS nunca me quiso ayudar”, dijo la madre de la paciente.
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Las mujeres del mar
“El mayor desafío es asegurar que nuestros esfuerzos tengan un impacto duradero después de la partida del Comfort. La misión consiste en tocar vidas y construir relaciones que continúen mucho después de que nos hayamos ido” sostuvo la comandante del buque, USNS Comfort, Capitán de Navío Kathryn Elliott, al medio dialogo americas.com.
Afirma que su tripulación es humilde, “que entienden que los aspectos más importantes de su interacción con los homólogos de las naciones asociadas, los pacientes y otros, es brindar atención y mostrar respeto. Como representantes de los Estados Unidos, la tripulación del Comfort fomenta la buena voluntad y fortalece la relación de los Estados Unidos con estos países”.
Aunque no estuvo en la visita profesional, el personal bajo su mando dice que es un buen comandante y con muchas responsabilidades. En su recorrido naval está su desempeñó como Cirujano de Vuelo entre abril de 1996 y agosto de 1998 para Carrier Air Wing 11, un ala aérea de portaaviones de la Armada de los Estados Unidos.
En su estancia en Cartagena, el buque hospital recibió la visita de la General del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, otra mujer de mar.
“Esto es un verdadero trabajo de equipo, en el periodo de seis días se estima que se estén tratando 6.000 pacientes, sesenta cirugías e impactando a 25.000 personas”. Señaló emocionada que la visita del buque es para el beneficio del pueblo colombiano.
“La primera persona que me encontré fue un veterano de la guerra de Corea que sirvió en el Batallón Colombia y que va cumplir 91 años, ese señor todavía tiene esquirlas en los brazos y las piernas. Estaba muy agradecido por el tratamiento médico que recibió” sostuvo la militar, quien también recordó a una niña que sufrió quemaduras en su cuerpo. “Ella me dio una sonrisa muy linda por el tratamiento recibido”.
Dentro de este grupo de mujeres navegantes, de mar y de tierra, se encuentra la enfermera Tatiana Vásquez, guatemalteca. Con su uniforme militar dice que lo mejor es ver la alegría de los pacientes cuando llegan y cuando se bajan del buque.
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“Es muy importante que yo pueda ayudar en el USNS Confort a otras vidas que estén aquí a bordo y en la costa también”. Manifiesta que es enfermera en el mar y en la tierra. “Es más difícil estar en el buque que en mi hospital en Virginia. Sin embargo, aquí es muy importante por lo que estamos juntos, ayudando a las personas de este país”, dijo.
Al término de su guardia, Vásquez se bajará del buque y estará de franquicia, quiere recorrer las calles de Cartagena, escuchar salsa e ir " a comer una arepa de huevo”.
Esta unidad naval ha estado en el país en seis oportunidades, desde el 2007, pero esta es la primera vez que llega a Cartagena. Su recorrido por el canal de la bahía será lento. Buscará otros mares con el color blanco y esa cruz roja en su casco, nuevos pacientes que subirán a una cirugía y estos marinos continuarán navegando, operando en la sala de cirugía y en la misión que les sea asignada.