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Llevar atención médica a las zonas más apartadas de Colombia ha sido históricamente una tarea compleja. Médicos y enfermeras enfrentan retos como el difícil acceso, la falta de financiamiento y las diferencias culturales que complican su labor diaria. Sin embargo, es en estas regiones donde muchas de las necesidades sanitarias son más urgentes. Para abordar esto, el Ministerio de Salud puso en marcha a los equipos básicos de salud, unidades médicas que son la punta de lanza de su estrategia de atención primaria.
No se trata, en principio, de una estrategia completamente nueva: desde la ley 1438 de 2011 (de atención primaria en salud), se habla de equipos básicos de salud en Colombia (en artículos como el 13, 14 y 15), pero su aplicación había tenido un obstáculo a nivel nacional: los recursos. Los departamentos y municipios pueden usar para armar estos equipos una plata del Sistema General de Participaciones (SGP), que se suele quedar muy por debajo de las necesidades, lo que obliga a que, si se quiere mantener, los alcaldes y gobernadores tengan que incluirlo como un objetivo en su plan de desarrollo local cada cuatro años.
La diferencia actual radica, entonces, en el apoyo financiero que se ha dado desde el Gobierno. Según Johnattan García Ruiz, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, el presupuesto de esta estrategia pasó de aproximadamente $50.000 millones en 2022 a cifras que ahora alcanzan los billones.
El Ministerio de Salud ha decidido financiar los equipos con recursos del Presupuesto General de la Nación, específicamente bajo la categoría de “funcionamientos”. Dentro de este presupuesto, hay una partida llamada “apoyo a programas de desarrollo de la salud”, que está vinculada con la Ley 100 de 1993, que establece el sistema de salud. El Ministerio toma los recursos de esa partida y los asigna directamente a las ESE, es decir, a los hospitales públicos de las regiones, a través de resoluciones.
Hasta el 11 de jua transferido más de $1 billón, y entre julio y agosto se sumaron $740.000 millones adicionales a través de las resoluciones 1184, 1212, 1220 y 1397, alcanzando una financiación total de $1,7 billones. Según el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramnio de 2024, el Gobierno habíillo, estos recursos han financiado la adquisición de 10.302 equipos básicos de salud.
No obstante, esto no implica que haya 10.302 equipos operativos en el territorio. Las resoluciones que autorizan estos equipos suelen tener períodos de vigencia que, en el mejor de los casos, alcanzan los 7 meses, aunque en la mayoría de los casos, se limitan a un rango de 3 a 6 meses.
Vichada: una mirada en detalle
Vichada es uno de los departamentos más extensos de Colombia, abarcando vastas áreas de sabanas, selvas, y ríos. A pesar de su gran tamaño, es también uno de los menos poblados, con una jurisdicción organizada en cuatro municipios: Puerto Carreño, La Primavera, Cumaribo, y Santa Rosalía. Dentro de estos, Cumaribo se destaca como el municipio más grande del país en términos de extensión, con un tamaño similar al de Suiza.
Después de recibir los recursos, los hospitales públicos tienen que conformar los equipos. Y ahí surge una primera dificultad: la oferta de profesionales. En Vichada, por ejemplo, están actualmente en un proceso de contratación. “Nosotros tenemos una problemática muy grande y es la de los profesionales. Hemos hecho todo: convocatorias, se ha aumentado el valor de los salarios y aun así, no tenemos profesionales que deseen venirse para el territorio. Eso ha sido un limitante. Sobre todo con la parte que tiene que ver con los médicos y nutricionistas”, dice Marcela Pérez, que coordina en ese departamento la estrategia para los municipios de Puerto Carreño, que tiene 7 equipos básicos, tres en zona rural y cuatro en zona urbana; de Santa Rosalía, que tiene dos equipos, uno en zona rural y uno en zona urbana; y en La Primavera, en donde hay tres equipos en zona rural, y uno más en urbana, para 13 equipos en estos tres municipios.
Los territorios y microterritorios en los que operan estos equipos son priorizados por las alcaldías, agrega Lina Lozano, coordinadora departamental de la iniciativa. “Debido a la escasez de personal, nos toca un médico por dos equipos, para que nos apoye. Eso sí, puntualiza, siempre hay una jefe de enfermera, cuatro auxiliares y un psicólogo para brindar apoyo psicosocial”.
El equipo ha explorado diversas maneras de atraer personal, y una de las principales estrategias ha sido mejorar los salarios. “Para motivar al talento humano que trabaja en estas zonas, el Ministerio ha establecido topes salariales muy competitivos. Usamos los más altos para asegurar que, aunque estén en áreas remotas, reciban una excelente remuneración. De hecho, sus sueldos están entre los más altos del país: un médico puede ganar 11 millones de pesos mensuales, un enfermero jefe 8 millones, un psicólogo 6 millones, y un auxiliar de enfermería 3 millones 500. Esto contrasta con los salarios habituales, donde un médico suele ganar 7 millones y un auxiliar de enfermería alrededor de 2 millones”, cuenta Lozano.
Eso, sin embargo, no ha sido suficiente para que la demanda actual de profesionales logre satisfacerse. La problemática del personal se repite en otras regiones como Antioquia y Chocó, donde también están buscando opciones para darle solución. En esta última, el secretario de salud nos confirmó que han enviado varias propuestas al Ministerio de Salud, entre ellas, que los profesionales en servicio social obligatorio puedan realizar su servicio de esta manera, pero eso implicaría que dicho servicio fuera de menor tiempo. La norma actual dice que es de un año, y en Chocó están sugiriendo que pueda ser de entre 6 y 8 meses.
En Cumaribo, el municipio más extenso de Vichada, también han batallado con esta y con más dificultades. Los trayectos por tierra aquí varían entre una hora y cinco horas de viaje, dependiendo de las condiciones del territorio, como carreteras o caminos destapados, lugares de difícil acceso y cruces por cuerpos de agua. “Se pasa por muchas dificultades para llegar a los territorios. Y al llegar, ha sido muy importante construir la confianza con las comunidades, mucho más cuando hay diferencias culturales”, cuenta Omar Portilla, uno de los coordinadores de los equipos, especialmente en el resguardo Bajo Río Vichada. Solo en este departamento, dice para dimensionar mejor la complejidad de ese proceso, se hablan alrededor de ocho lenguas, especialmente en las comunidades indígenas.
En esos casos, los equipos de Vichada tienen que hacer uso de figuras como los promotores de salud. El Minsalud define que esta ocupación será “ejercida por una persona perteneciente a la comunidad de influencia”, que se encargará de atender a las personas, las familias y la comunidad en su territorio. Será la “articuladora” entre la comunidad y el sistema de salud para contribuir a la “promoción de la salud” y al “bienestar integral de las poblaciones”.
Como explicamos hace unos meses en este periódico, a finales del siglo pasado, en departamentos como el Vaupés, esas personas eran la “mano derecha” de los médicos que trataban de atender pacientes. Pablo Montoya, director de Sinergias, una ONG que ha trabajado por mejorar la salud de las comunidades indígenas en ese territorio, cuenta que los “promotores” eran uno de los eslabones fundamentales del sistema. Luego de ser elegidos al interior de las diferentes comunidades, recibían una formación y mantenían contacto directo con quienes estaban en el hospital, recuerda.
En Vichada ha funcionado de manera similar. “Nosotros trabajamos con líderes sociales en salud, tratando de que hablen el mismo idioma de la comunidad. El líder social que nosotros contratemos debe ser sí o sí aceptado por el cabildo. Si no es aceptado, si no es recomendado por el cabildo, la negación es rotunda para el ingreso del equipo básico. Eso ha sido prácticamente nuestra carta de entrada a cada territorio”, cuenta Lozano. En algunas ocasiones, sin embargo, ni siquiera eso es suficiente. Algunas comunidades en este departamento aún se niegan a recibir a los equipos y a la atención que ofrecen.
Ser efectivos, el reto
Después de conformados los equipos básicos, se deben dotar de herramientas con el objetivo de alcanzar resolutividad. Así se llama a la capacidad de estos equipos para brindar soluciones eficaces y oportunas a los problemas de salud de la población.
Los equipos básicos en Vichada, por ejemplo, están dotados con fonendoscopios (que miden los sonidos corporales, como los latidos del corazón y la respiración), tensiómetros (que sirven para medir la presión arterial), tallímetros (que miden la estatura de las personas), infantómetros (que miden la longitud de los bebés y niños pequeños), termómetros, oxímetros de pulso (que miden el nivel de oxígeno en la sangre y la frecuencia del pulso), y equipos de órganos (que son los dispositivos para examinar órganos específicos, como los otoscopios para los oídos y laringoscopios para la garganta).
En regiones como Antioquia, Chocó y Huila, los equipos han detectado mujeres en gestación sin los controles necesarios, niños y niñas sin el esquema de vacunación completo o en estado de desnutrición. En Vichada hay similitudes con eso. “En Puerto Carreño detectamos muchos pacientes, usuarios sin afiliación o niños que ni siquiera tienen registro civil y que no han tenido una garantía de atención en salud”, cuenta Lozano. Esa detección es clave porque, a partir del reconocimiento de una enfermedad o de un riesgo potencial, se planean visitas posteriores o se activan rutas inmediatas de atención.
En Cumaribo, según las cifras que entregan los equipos básicos de salud, se han logrado reconocer situaciones como la alta demanda de servicios odontológicos, con 5846 casos canalizados, y la atención a la desnutrición infantil y cuidado prenatal, con 49 niños desnutridos y 181 mujeres recibiendo atención prenatal. Además, se ha buscado tener un enfoque en la prevención de enfermedades a través de tamizajes, haciendo alrededor de 1969 casos de tamizaje para ITS y 1349 para cáncer de colon y recto. La atención a la planificación familiar también ha sido significativa, con 2483 personas atendidas, mientras que la captación de personas con discapacidad ha sido más baja, con solo 95 casos.
Después de detectar alguna condición, los equipos pueden intentar ofrecer una solución. Para eso, es clave tener insumos como medicamentos. Sin embargo, ahí se han presentado algunas dificultades. “Al principio, no tuvimos la fortuna de que las EPS nos apoyaran con la dotación de medicamentos. Si yo me voy para un territorio externo o lejano, voy, atiendo, pero le digo a la persona que, para cualquier cosa, tiene que ir al puesto de salud, ¿qué sentido tiene uno extenderse hasta por allá para devolverlo hasta acá? Entonces, con el Hospital San Juan de Dios, en articulación con varios cooperantes, tratamos de recibir donaciones de medicamentos, de tal forma que nosotros los entregáramos en las salidas de los equipos”, dice Lozano, coordinadora departamental de los equipos básicos en Vichada.
Todo esto, agrega, “en aras de ser resolutivos y no dejar a las personas iguales”. Se trata de una dificultad que también se vivió en departamentos como el Chocó. Esas dificultades, aseguran desde Vichada, se han ido solucionando con dialogo y apoyo de las alcaldías. La articulación con las EPS no solo es importante para esa dotación de medicamentos básicos (que podrían solucionar un dolor de cabeza y que solo pueden ser recetados, en todo caso, en los equipos básicos que cuentan con un médico), sino también para condiciones más graves de enfermedad o de urgencia en salud pública que los equipos detecten
“Cuando identificamos en terreno eso, se hace una articulación con la Secretaría de Salud. Primero, se hace el reporte indicando que una unidad en salud o un equipo básico identificó una persona con una condición crónica relevante. Y a partir de ahí, la EPS tiene la responsabilidad de dar la atención al usuario”, agrega Iván Rojas, que también hace parte de la estrategia de equipos básicos en Vichada. Cuando iniciaron las concertaciones de las rutas de atención, Nueva EPS, por ejemplo, les respondió que, en teoría, se demoraba ocho días en ir a recoger el paciente hasta donde se encontraba, traerlo al hospital, hacer el respectivo control y devolverlo hasta su casa. “Pero eso casi nunca se cumple”, dicen.
“Como estamos interesados en el beneficio de las personas que identificamos, utilizamos nuestros vehículos, que no es el deber ser. Pero trasladamos al paciente al hospital (que no está en estado de urgencia de vida o muerte, para lo cual se necesitaría una ambulancia), y de esa forma garantizamos una canalización efectiva, que reciba su atención, y lo devolvemos a su casa. Eso sirve para tener la certeza de que ese paciente, por ejemplo, en estado de desnutrición, o esa madre gestante sin control, reciba la atención”, cuenta Lozano, coordinadora de la estrategia en Vichada.
Rutas similares existen en el resto de regiones y ejemplifican la necesidad de que una estrategia de atención primaria de este tipo cuente con un diseño, planeación y articulación, para que los recursos y la visitas invertidas no se queden en un recuerdo. En Vichada, las personas que están participando de esta estrategia esperan que indicadores de salud pública como la mortalidad materna comiencen a mejorar.
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