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La pandemia no ha terminado. Así lo ha insistido Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así lo reflejan las cifras de contagio, el regreso de las restricciones y las cuarentenas en China y algunos países de Europa. La pandemia no ha terminado, pero su impacto sí ha cambiado. La cuarta ola que hoy afecta a millones de personas se presenta por varios factores, desde el número de tests hasta la flexibilidad de medidas y la apertura del comercio y de los establecimientos educativos. Pero el mundo cuenta hoy con algo que no había en anteriores picos: la consolidación de la vacunación. Y su lento avance, en algunos casos, es una de las claves en el impacto de esta ola. (Lea: China confina a 34.000 visitantes en Disneyland por caso positivo de coronavirus).
Los rebrotes comenzaron en Europa del Este. Países como Letonia, Lituania o Ucrania vienen presentando incrementos en casos desde hace por lo menos un mes y medio. Poco a poco la tendencia cobijó a Europa Occidental: Alemania, Reino Unido, Grecia, Austria, Irlanda, Dinamarca, todos han sufrido un incremento de casos en las últimas cuatro semanas.
El 30 de julio pasado, según el equipo de Biología Computacional (Biocomsc) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), la incidencia más alta de COVID-19 de los últimos 14 días de la comunidad europea se vivía en Chipre, con 1.091 casos por 100.000 habitantes. El pasado 1° de noviembre ese máximo se ubicó en Letonia, con 1.177 casos por 100.000 habitantes. De los 10 países que se ubicaban después de Chipre con las cifras más altas el 30 de julio, ninguno se acercaba a una incidencia de 1.000 casos. De los 10 países que el pasado 1° de noviembre escoltaron a Letonia, cuatro superaron una incidencia de 1.000 casos y otros cuatro tenían una de de entre 850 y 990 casos.
La tendencia se ve también en países como Alemania o Polonia, que tenían algunas de las mejores cifras finalizando julio. Mientras los alemanes pasaron de tener una incidencia, el 30 de julio pasado, de 26,8 casos por 100.000 habitantes, a una de 267,1 por 100.000 habitantes (1° de noviembre), los polacos transitaron de una de 3,7 por 100.000 habitantes a una de 226,3. En su último reporte, del pasado 24 de octubre, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) advierte de “una situación epidemiológica general de gran o muy alta preocupación en países de toda la UE (Unión Europea) / EEE (Espacio Económico Europeo)” con un incremento global sostenido durante tres semanas.
Habrá pandemia en cada país mientras haya susceptibles, explica Angélica Maya, médica especialista en enfermedades infecciosas. “Por ejemplo, un país que se cuidó mucho a través de cierres y otras medidas, tiene un mayor número de susceptibles, de personas que no han tenido contacto con el virus. Hasta que todos no estén completamente vacunados, habrá posibilidad de que una variante cause impacto”. Otros factores como la apertura comercial y la relajación de medidas como el tapabocas también interactúan en este incremento. Lo claro, dice Maya, es que “mientras más se vacune, más se elimina la cantidad de susceptibles”. Y, por ende, mejor se controla el riesgo.
Ese control también se ha visto en cifras. El ECDC señala que, si bien la incidencia ha aumentado a nivel europeo, ubicándose en 233,3 por 100.000 habitantes (fue de 189,0 en el reporte anterior, de mediados de octubre), la tasa de mortalidad por COVID-19 apenas se ha movido, pasando de 22,9 muertes por millón de habitantes a 23,8. Es decir, el incremento en contagios no ha sido proporcional con un aumento de muertes. Para dimensionarlo aún mejor se puede ver el reporte del 8 de abril pasado, en el marco del tercer pico: la tasa de incidencia entonces para la UE/EEE fue de 506 casos por 100.000 habitantes y la de mortalidad fue de 75,4 por millón de habitantes. (Puede leer: ¿Funcionó la estrategia de Colombia para rastrear el Covid-19?)
“Aquellos (países) con una menor tasa de vacunación continúan viéndose muy afectados”, reafirma el ECDC en su último informe. En el panorama de cada uno de los países hoy afectados con la cuarta ola tiene una alta repercusión la población que ha accedido a la vacuna.
La inmunidad
“La pandemia se acabará cuando todo el mundo decida acabar con ella. Está en nuestras manos, disponemos de todas las herramientas que necesitamos para ello”, también ha dicho el doctor Ghebreyesus una y otra vez, refiriéndose a las vacunas. Hoy, según el ECDC, más del 80% de la población de la Unión Europea mayor de 18 años ha recibido por lo menos una dosis. Esos porcentajes, sin embargo, varían de un país a otro y están determinando la cuarta ola.
Donde hay más población vacunada, la mortalidad se mantiene más controlada. Es el caso, por ejemplo, de Alemania, país que tiene casi el 70% de su población con al menos una dosis. Pese a que sufrió un crecimiento en la incidencia de COVID-19 de casi 10 veces entre julio y noviembre (pasó de 26,8 casos por 100.000 habitantes a 267,1), la mortalidad creció mucho menos: pasó de 109,3 muertes por 100.000 habitantes a 114,3, entre finales de julio y noviembre, según la UPC. En Letonia, el país con la mayor incidencia de COVID-19 hoy en día en Europa y con el 60% de su población con al menos una dosis, esa mortalidad pasó de 135,3 muertes por 100.000 habitantes en julio, a 172,3 en noviembre.
Más grave es el caso de Rumanía. En este país de los Balcanes con casi 20 millones de habitantes apenas se ha vacunado (incluyendo los que tienen una dosis) el 29% de la población. Allí la incidencia del COVID-19 creció de 6,8 casos por 100.000 habitantes a 991,7 entre julio y noviembre. Su tasa de mortalidad pasó de 178,2 casos por 100.000 habitantes (ya de por sí alta) a 248,2 en el mismo período de tiempo, la cuarta más alta de Europa, solo superada por Bulgaria (344,2); República Checa (287,2); y Hungría (318,1). En todos la vacunación no supera el 60% de la población y en el caso búlgaro apenas alcanza el 16%.
“Es muy significativo que, si bien ha habido un aumento de contagios, no se ha visto un espejo entre contagios y mortalidad. La curva de casos crece, pero la de mortalidad, en muchos países, está lejos de ser similar, y más lejos aún de compararse con antiguas olas. La gente se está hospitalizando menos. Eso es un efecto de la vacunación”, explica Carlos Trillos, epidemiólogo de la Universidad del Rosario. Los pronósticos del ECDC para la UE apuntan a que los casos seguirán subiendo, pero eso no necesariamente pasará en todos con las muertes. Por ejemplo, naciones como Dinamarca, Francia o Países Bajos vivirán un incremento en la incidencia de COVID-19 pero no en su mortalidad. (Lea también: Alemania alerta sobre una pandemia de los “no vacunados”)
Todos ellos están cerca o tienen más del 70% de su población vacunada. Todos ellos, al igual que el resto del mundo, tienen políticas de control que varían. Por ejemplo, en Francia e Italia funciona desde hace unas semanas el pasaporte COVID-19 como requisito para entrar a lugares públicos como restaurantes. Por el contrario, en Dinamarca eliminaron a inicios de agosto casi todas las restricciones, incluyendo el uso del tapabocas en transporte público. Las dinámicas de la pandemia, como ha sido una constante, se adaptan a las condiciones de cada país, lo que sin embargo sí parece claro, tanto como que los casos están creciendo en Europa, es que mientras haya más población vacunada el impacto mortal de la ola, la cuarta de este virus, se verá opacado.
De ahí el llamado, ya casi periódico, de la OMS a un acceso equitativo de las vacunas. Hace apenas unas pocos días, y en el marco de la reunión del G20, insistió de nuevo: “Como líderes de las economías más grandes del mundo, ustedes tienen el poder y la responsabilidad de ayudar a detener la pandemia ampliando el acceso a las vacunas y otras herramientas para las personas y los lugares donde estas escasean”.