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En marzo de este año, un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, y de otras universidades de Estados Unidos y Reino Unido, hicieron un ejercicio interesante: revisaron muchas de las medidas que estaban tomando las autoridades de salud de diferentes países ante a la aparición de nuevas variantes de preocupación. En pocas palabras, analizaron qué tan efectivas eran, e hicieron recomendaciones sobre cómo se podían dar respuestas más sólidas ante la aparición de estas variantes, incluso cuando aún se estaban recopilando datos para comprender sus impactos potenciales. (Le recomendamos: Lo que se sabe, hasta ahora, de la nueva variante identificada en Sudáfrica)
Una de las medidas que analizaron fue el uso de las prohibiciones de viaje para controlar el coronavirus. Desde el comienzo de la pandemia la Organización Mundial de la Salud había insistido en que esta medida se recomendaba, y que tales restricciones suelen ser demasiado tardías y porosas para prevenir la propagación de patógenos. Además, las prohibiciones de viajes causan daños económicos que pueden generar que los países retrasen la notificación de futuras variantes para evitar verse afectados.
Las conclusiones de la investigación, que fueron publicadas en la revista CELL, iban por la misma línea. “Existe un riesgo real de que cuando surjan variantes futuras, o enfermedades nuevas, los países retrasen la notificación o el intercambio de secuencias con la comunidad internacional, especialmente si existe incertidumbre sobre si una variante es más transmisible o más virulenta”, señalaban los autores. (Puede leer más noticias de coronavirus y salud aquí)
Sin embargo, entre el jueves y viernes, las medidas que han tomado varios países de Europa frente a la identificación de una nueva variante del coronavirus en Sudáfrica, la B.1.1.529 (de la que aún se cuenta con datos bastante preliminares como para comprender sus potenciales implicaciones), parecen hacer caso omiso a la evidencia.
“Hemos sido muy transparentes con la información científica. Identificamos, hicimos públicos los datos y dimos la alarma porque las infecciones están aumentando. Hicimos esto para proteger a nuestro país y al mundo a pesar de sufrir una posible discriminación masiva”, señaló Tulio de Oliveira, el director del Centro de Respuesta e Innovación para Epidemias de Sudáfrica (CERI, por sus siglas en inglés). “El mundo debería brindar apoyo a Sudáfrica y África y no discriminarlas ni aislarlas”, insistió. Pero ocurrió todo lo contrario.
Como sucede cada vez que anuncian la presencia de una nueva variante que despierta algún tipo de alertas en la comunidad científica, y desconociendo las recomendaciones de la OMS, varios países europeos anunciaron que cerrarían sus fronteras a viajeros del sur del continente africano. (Le recomendamos: La gran brecha de vacunación contra el COVID-19 entre África y el resto del mundo)
Fue, por ejemplo, la misma presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien propuso que se suspendieran las conexiones aéreas con esa zona del continente africano.
“La Comisión Europea propondrá, en coordinación estrecha con los Estados miembros, activar el freno de emergencia para detener el tráfico aéreo desde la región del sur de África por la variante B.1.1.529″, dijo Von der Leyen en su cuenta de Twitter la mañana de este viernes.
En consecuencia, países como Alemania, Italia, Países Bajos, España, Reino Unido y Francia ya han adoptado la medida.
El primer país en hacerlo fue Reino Unido, que anunció el jueves que prohibiría la entrada de personas procedentes de seis países de África: Sudáfrica, Namibia, Lesoto, Zimbabue, Bostuana y Esuatini (Suazilandia) a partir de este viernes.
Alemania, por ejemplo, informó que a partir de esta noche las aerolíneas solo podrán transportar desde Sudáfrica a ciudadanos alemanes, quienes tendrán que ingresar a 14 días de cuarentena, incluso si ya fueron vacunados. Países Bajos ya prohibió el aterrizaje de vuelos procedentes del sur de África, y los viajeros que hayan ingresado al país antes del mediodía de hoy tendrán que hacer cuarentena y someterse a dos pruebas diagnósticas. Italia también anunció que prohibía la entrada de cualquier persona que haya estado en el sur de África en los últimos 14 días.
En Israel, donde se ha anunciado la detección de tres posibles casos de esta nueva variante, también se ha tomado la decisión de incluir a los mismos seis países de áfrica en la “lista roja”, que impide la entrada de extranjeros procedentes de allí.
Vale recordar que, antes de la identificación de esta nueva variante, Europa ya atravesaba una nueva ola de la pandemia, que golpea especialmente a esos países con las tasas de vacunación más bajas.
Esta variante ya se ha identificado en otros países como Botsuana, Hong Kong, Israel, y Bélgica, que confirmó el primer caso de la nueva variante en Europa, en una persona no vacunada que viajó desde el extranjero.