Bacterias, ¿culpables de la obesidad?
La diferencia en los microorganismos que habitan en el intestino explicaría diferencias de peso entre unas personas y otras.
Redacción Vivir
Los científicos comienzan a entender un poco mejor el papel que juegan las bacterias que habitan en nuestro intestino en el control del peso corporal. En un experimento con roedores, un grupo de científicos de la Universidad de Washington (EE.UU.) demostró que el metabolismo se altera dependiendo del tipo de microorganismos presentes en el sistema digestivo.
Para demostrar lo que desde hace un tiempo sospechan los médicos, que las bacterias intestinales influyen en el metabolismo del cuerpo, el equipo de investigadores tomó una muestra de bacterias de dos hermanas gemelas que presentaban una gran diferencia de peso corporal.
Las bacterias procedentes de la hermana más delgada se implantaron en el intestino de un grupo de roedores. Las de la hermana de mayor peso se introdujeron en otro grupo. El resultado fue el esperado: aquellos animales que recibieron bacterias de la mujer delgada vieron acelerada su tasa metabólica y sufrieron una consecuente pérdida de peso, mientras que los roedores tratados con microbiota (como se conoce a la población de estas bacterias) de la mujer obesa experimentaron el efecto contrario.
“Esta consecuencia no puede atribuirse al consumo de una mayor cantidad de alimento, por lo que son los microorganismos los que transmiten este patrón”, explicó Jeffrey Gordon, coautor del estudio y director del Centro de Ciencias Genómicas y Biología de Sistemas de la Universidad de Washington.
En los últimos años, el estudio de la flora intestinal ha acaparado la atención de los científicos y tibiamente se ha ido descubriendo el profundo rol que juegan estas poblaciones de bacterias en la enfermedad y la salud humanas. Hoy se sabe que por cada célula humana se pueden contar 10 bacterias conviviendo con nosotros. Otra cifra sorprendente es que los humanos portamos entre 20.000 y 30.000 genes humanos, pero si se suman los genes de las bacterias que pululan en nuestro intestino, esa cifra asciende a 3,3 millones de genes.
Microorganismos como la Bacteroides thetaiotaomicron, es portadora de genes capaces de sintetizar hasta 260 diferentes enzimas, que juegan un rol fundamental en la digestión de grandes cadenas de carbohidratos en nuestra dieta.
El experimento de la Universidad de Washington permitió establecer además que la interacción entre los dos grupos de ratones provoca también un intercambio de bacterias entre unos y otros. Cuando los dos grupos de ratones compartieron el mismo espacio, algunas bacterias de los ratones más delgados migraron a los de mayor peso y tiempo después de recibir una dieta equilibrada, estos comenzaron a perder algo de peso.
Los científicos determinaron que la dieta que recibieron los ratones determinó en parte el intercambio de bacterias entre unos y otros. Cuando a los animales se les suministró una dieta baja en fibra y alta en carbohidratos y grasas, las ¨bacterias buenas¨ que habitaban en el intestino de los ratones delgados no lograron migrar a sus colegas obesos.
“El conocimiento de la composición de la flora intestinal de un sujeto permitirá el diseño de tratamientos personalizados para combatir enfermedades del tracto digestivo”, concluyeron los autores del estudio.
Los científicos comienzan a entender un poco mejor el papel que juegan las bacterias que habitan en nuestro intestino en el control del peso corporal. En un experimento con roedores, un grupo de científicos de la Universidad de Washington (EE.UU.) demostró que el metabolismo se altera dependiendo del tipo de microorganismos presentes en el sistema digestivo.
Para demostrar lo que desde hace un tiempo sospechan los médicos, que las bacterias intestinales influyen en el metabolismo del cuerpo, el equipo de investigadores tomó una muestra de bacterias de dos hermanas gemelas que presentaban una gran diferencia de peso corporal.
Las bacterias procedentes de la hermana más delgada se implantaron en el intestino de un grupo de roedores. Las de la hermana de mayor peso se introdujeron en otro grupo. El resultado fue el esperado: aquellos animales que recibieron bacterias de la mujer delgada vieron acelerada su tasa metabólica y sufrieron una consecuente pérdida de peso, mientras que los roedores tratados con microbiota (como se conoce a la población de estas bacterias) de la mujer obesa experimentaron el efecto contrario.
“Esta consecuencia no puede atribuirse al consumo de una mayor cantidad de alimento, por lo que son los microorganismos los que transmiten este patrón”, explicó Jeffrey Gordon, coautor del estudio y director del Centro de Ciencias Genómicas y Biología de Sistemas de la Universidad de Washington.
En los últimos años, el estudio de la flora intestinal ha acaparado la atención de los científicos y tibiamente se ha ido descubriendo el profundo rol que juegan estas poblaciones de bacterias en la enfermedad y la salud humanas. Hoy se sabe que por cada célula humana se pueden contar 10 bacterias conviviendo con nosotros. Otra cifra sorprendente es que los humanos portamos entre 20.000 y 30.000 genes humanos, pero si se suman los genes de las bacterias que pululan en nuestro intestino, esa cifra asciende a 3,3 millones de genes.
Microorganismos como la Bacteroides thetaiotaomicron, es portadora de genes capaces de sintetizar hasta 260 diferentes enzimas, que juegan un rol fundamental en la digestión de grandes cadenas de carbohidratos en nuestra dieta.
El experimento de la Universidad de Washington permitió establecer además que la interacción entre los dos grupos de ratones provoca también un intercambio de bacterias entre unos y otros. Cuando los dos grupos de ratones compartieron el mismo espacio, algunas bacterias de los ratones más delgados migraron a los de mayor peso y tiempo después de recibir una dieta equilibrada, estos comenzaron a perder algo de peso.
Los científicos determinaron que la dieta que recibieron los ratones determinó en parte el intercambio de bacterias entre unos y otros. Cuando a los animales se les suministró una dieta baja en fibra y alta en carbohidratos y grasas, las ¨bacterias buenas¨ que habitaban en el intestino de los ratones delgados no lograron migrar a sus colegas obesos.
“El conocimiento de la composición de la flora intestinal de un sujeto permitirá el diseño de tratamientos personalizados para combatir enfermedades del tracto digestivo”, concluyeron los autores del estudio.