Bullying: Así pasa factura al corazón el acoso escolar
Los niños y adolescentes que sufren abusos, son testigos de violencia, son intimidados o se enfrentan a otras adversidades son más propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares en la edad adulta, según una nueva declaración científica de la Asociación Estadounidense del Corazón publicada en 'Circulation'.
Europa Press
La declaración se basa en una revisión de investigaciones científicas existentes publicadas en revistas médicas revisadas por pares que documentan una fuerte vinculación entre experiencias adversas en la infancia y la adolescencia y una mayor probabilidad de desarrollar factores de riesgo como obesidad, presión arterial alta y diabetes tipo 2 antes que aquellos que no experimentan experiencias adversas.
Estos factores de riesgo elevan la probabilidad de desarrollar enfermedades y afecciones del corazón y los vasos sanguíneos en la edad adulta, que incluyen enfermedad de las arterias coronarias, ataques cardiacos, derrames cerebrales, presión arterial alta, obesidad y diabetes tipo 2.
"En primer lugar, la verdadera tragedia es que los niños están expuestos a estas experiencias traumáticas--lamenta la presidenta del grupo de redacción de la declaración y profesora asociada de epidemiología en la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, Shakira Suglia--. Estamos hablando de niños y adolescentes que sufren abuso físico y sexual y son testigos de violencia. Tristemente, las consecuencias negativas de experimentar estos eventos no finalizan cuando la experiencia termina, sino que dura muchos años después de la exposición".
"Queremos prevenir que estas cosas sucedan, así como evitar las consecuencias de salud que surgen de tener estas experiencias", añade Suglia. La adversidad se define comúnmente como cualquier cosa que los niños perciben como una amenaza a su seguridad física o que pone en peligro su estructura familiar o social, incluyendo abuso emocional, físico o sexual, negligencia, intimidación por pares, violencia en el hogar, divorcio de los padres, separación o muerte parental, abuso de sustancias, vivir en un vecindario con altas tasas de delincuencia, falta de vivienda, discriminación, pobreza y la pérdida de un familiar u otro ser querido.
El estrés recurrente en la infancia eleva el riesgo de depresión y ansiedad
Casi el 60 por ciento de los estadounidenses informan de un evento adverso durante la infancia. La forma en que la adversidad alimenta las anomalías cardiovasculares y metabólicas sigue sin estar clara, pero la evidencia actual sugiere que la conducta, la salud mental y las reacciones biológicas al aumento del estrés parecen desempeñar un papel.
Por ejemplo, las reacciones poco saludables al estrés, como fumar o comer en exceso, pueden estar detrás del mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes en este grupo. Se sabe que el estrés recurrente y crónico en la infancia incrementa el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo entre los niños y adolescentes, lo que a su vez conduce a comportamientos poco saludables que a menudo conducen a patologías cardiovasculares y metabólicas. Los niveles de estrés crónicamente altos o los picos repetidos pueden alterar el desarrollo y la función inmunes, metabólicos, nerviosos y endocrinos normales.
No todos los niños que crecen haciendo frente a adversidades desarrollan enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, un hallazgo que sugiere la existencia de una variedad de factores biológicos, ambientales, culturales y sociales que pueden ayudar a reducir el riesgo y prevenir el desarrollo de enfermedades. Los autores señalan que hacen falta más investigaciones para comprender mejor estos factores que algún día podrían conducir al desarrollo de estrategias preventivas.
Actualmente, no existen pautas nacionales para que los proveedores de servicios de salud vigilen a niños y adolescentes en relación a la adversidad. "Necesitamos más investigación para comprender mejor cómo ayudar a las personas que han tenido adversidades en la infancia para prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades cardiacas y vasculares", plantean.
Los autores advierten que la evidencia es observacional y no necesariamente prueba causa y efecto. Sin embargo, agregan, el cuerpo de investigación en rápido crecimiento es un indicador importante de que la adversidad infantil es un modulador potente y crítico de la enfermedad y la salud.
La declaración se basa en una revisión de investigaciones científicas existentes publicadas en revistas médicas revisadas por pares que documentan una fuerte vinculación entre experiencias adversas en la infancia y la adolescencia y una mayor probabilidad de desarrollar factores de riesgo como obesidad, presión arterial alta y diabetes tipo 2 antes que aquellos que no experimentan experiencias adversas.
Estos factores de riesgo elevan la probabilidad de desarrollar enfermedades y afecciones del corazón y los vasos sanguíneos en la edad adulta, que incluyen enfermedad de las arterias coronarias, ataques cardiacos, derrames cerebrales, presión arterial alta, obesidad y diabetes tipo 2.
"En primer lugar, la verdadera tragedia es que los niños están expuestos a estas experiencias traumáticas--lamenta la presidenta del grupo de redacción de la declaración y profesora asociada de epidemiología en la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, Shakira Suglia--. Estamos hablando de niños y adolescentes que sufren abuso físico y sexual y son testigos de violencia. Tristemente, las consecuencias negativas de experimentar estos eventos no finalizan cuando la experiencia termina, sino que dura muchos años después de la exposición".
"Queremos prevenir que estas cosas sucedan, así como evitar las consecuencias de salud que surgen de tener estas experiencias", añade Suglia. La adversidad se define comúnmente como cualquier cosa que los niños perciben como una amenaza a su seguridad física o que pone en peligro su estructura familiar o social, incluyendo abuso emocional, físico o sexual, negligencia, intimidación por pares, violencia en el hogar, divorcio de los padres, separación o muerte parental, abuso de sustancias, vivir en un vecindario con altas tasas de delincuencia, falta de vivienda, discriminación, pobreza y la pérdida de un familiar u otro ser querido.
El estrés recurrente en la infancia eleva el riesgo de depresión y ansiedad
Casi el 60 por ciento de los estadounidenses informan de un evento adverso durante la infancia. La forma en que la adversidad alimenta las anomalías cardiovasculares y metabólicas sigue sin estar clara, pero la evidencia actual sugiere que la conducta, la salud mental y las reacciones biológicas al aumento del estrés parecen desempeñar un papel.
Por ejemplo, las reacciones poco saludables al estrés, como fumar o comer en exceso, pueden estar detrás del mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes en este grupo. Se sabe que el estrés recurrente y crónico en la infancia incrementa el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo entre los niños y adolescentes, lo que a su vez conduce a comportamientos poco saludables que a menudo conducen a patologías cardiovasculares y metabólicas. Los niveles de estrés crónicamente altos o los picos repetidos pueden alterar el desarrollo y la función inmunes, metabólicos, nerviosos y endocrinos normales.
No todos los niños que crecen haciendo frente a adversidades desarrollan enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, un hallazgo que sugiere la existencia de una variedad de factores biológicos, ambientales, culturales y sociales que pueden ayudar a reducir el riesgo y prevenir el desarrollo de enfermedades. Los autores señalan que hacen falta más investigaciones para comprender mejor estos factores que algún día podrían conducir al desarrollo de estrategias preventivas.
Actualmente, no existen pautas nacionales para que los proveedores de servicios de salud vigilen a niños y adolescentes en relación a la adversidad. "Necesitamos más investigación para comprender mejor cómo ayudar a las personas que han tenido adversidades en la infancia para prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades cardiacas y vasculares", plantean.
Los autores advierten que la evidencia es observacional y no necesariamente prueba causa y efecto. Sin embargo, agregan, el cuerpo de investigación en rápido crecimiento es un indicador importante de que la adversidad infantil es un modulador potente y crítico de la enfermedad y la salud.