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Después del cáncer de estómago, es el tumor al que más muertes se le atribuye entre los hombres. La historia es más o menos la misma: una revisión médica, un examen de antígeno prostático alto, evaluación de un especialista y directo a cirugía y unos ciclos de radioterapia. Los efectos adversos más comunes de la intervención son impotencia o incontinencia urinaria.
Una pregunta que desde hace varios años viene atormentando a algunos médicos y epidemiólogos es por qué, si existen mejores métodos de diagnóstico, tratamientos más oportunos, no varían las cifras de mortalidad por este tumor. Algunos especialistas han planteado que se reconsidere la definición de “cáncer” en el caso de la próstata, pues, en realidad, se trata de una enfermedad de evolución tan lenta que quienes son diagnosticados en realidad terminan falleciendo por otras causas.
Esta semana, en la revista The New England Journal of Medicine, un grupo de científicos afiliados a la Universidad de Minnesota, el Hospital General de Massachusetts en Boston, la Universidad de Washington, la Universidad de Oklahoma, el Baylor College of Medicine de Houston y Myriad Genetics Laboratories revelaron los resultados de un trabajo que les tomó 20 años en el que intentaron aclarar este debate.
Entre noviembre de 1994 y enero de 2002, reclutaron a 731 hombres diagnosticados con cáncer de próstata. Algunos fueron tratados con cirugía radical de próstata mientras los otros entraron a un programa de observación. Todos fueron monitoreados hasta agosto de 2014. Querían saber las diferencias de mortalidad entre los dos grupos, la tasa de mortalidad por cáncer de próstata; específicamente, el ritmo al que progresa la enfermedad, la mejoría reportada por los pacientes, entre otras variables.
De los 364 hombres que entraron al grupo de cirugía, 223 (61,3 %) fallecieron durante el tiempo de análisis. De los 367 hombres que entraron al grupo de observación, en el mismo periodo de tiempo fallecieron 245 (66,8 %). Es decir que no se observó una diferencia significativa. ¿Cuántos de ellos fallecieron directamente por cáncer de próstata? En el primer grupo se reportaron 27 muertes (7,4 %). En el segundo grupo, el de vigilancia, fallecieron 42 (11,4 %).
“Después de casi 20 años de seguimiento entre los hombres con cáncer de próstata localizado, la cirugía no se asoció con una mortalidad total o de cáncer de próstata significativamente inferior a la de los hombres bajo observación. La cirugía se asoció con una mayor frecuencia de eventos adversos (disfunción eréctil, incontinencia urinaria) que entre el grupo de hombres bajo observación”, concluyeron los investigadores.
Para ellos, estos resultados, sumados a los de otros estudios previos, demuestran que los médicos y sus pacientes deben evaluar mucho mejor la decisión de la cirugía radical de próstata.