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Los resultados de un equipo internacional de investigadores publicados en la revista Science respecto a una terapia experimental que mejoraría las habilidades cognitivas de personas con síndrome de Down ha despertado furor, pero tras el paso de las horas, también algunos llamados de cautela y prudencia: la certeza para usar dicha terapia está lejos de llegar.
Los científicos basan su terapia en la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), que controla el aparato reproductor del hombre y de la mujer. Sus niveles en el cerebro se mantienen altos durante la pubertad, pero bajan en la edad adulta, llevando a la infertilidad a la mayoría de las personas con síndrome de Down. Desde hace un tiempo los investigadores en el mundo estudian si esa disminución de esa hormona tiene también que ver con la perdida de funciones cognitivas.
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Para probar esa hipótesis, los investigadores decidieron proporcionar dosis de esta hormona. Primero lo hicieron con 21 ratones que presentaban una copia adicional del cromosoma 16 (en los humanos, el síndrome de Down es producido por una copia adicional de cromosoma 21) y que después de cierta edad tenían una afectación en cognición y en el sentido del olfato. Descubrieron que dosis regulares de la hormona aumentaron el sentido del olfato y el rendimiento cognitivo en los ratones.
Con ese resultado en la mano, los autores dieron un paso más y probaron su hipótesis en siete hombres con síndrome de Down, de entre 20 y 50 años, a través de un ensayo clínico piloto autorizado. Todos ellos recibieron una dosis subcutánea de GnRH cada dos horas durante 6 meses. Después de realizar pruebas cognitivas y olfativas, además de otros estudios como resonancias magnéticas, los científicos concluyeron que el rendimiento cognitivo mejoró en 6 de los 7 pacientes.
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No hubo mejora, sin embargo, en la capacidad olfativa. Nelly Pitteloud, coautora del estudio, señaló en el diario The Guardian que aunque los datos son muy emocionantes, “debemos ser cautelosos”. La científica resaltó que se necesitan estudios más grandes (en el recién publicado solo participaron 7 personas).
No ha sido el único comentario. El profesor Andre Strydom, especialista en psiquiatría de discapacidades intelectuales del King’s College de Londres, dijo en The Guardian que los ratones usados en el estudio ya no se consideran un buen modelo para el síndrome de Down, por lo que no está claro que el deterioro cognitivo y olfativo en los ratones tenga la misma explicación que en los humanos.
Todos, incluida Pitteloud, reconocieron que hay un largo camino por recorrer antes de que una terapia de este tipo pueda ser ofrecida en la clínica.