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“Algunos países han establecido restricciones de entrada dirigidas exclusivamente a los viajeros chinos. Esto no tiene base científica y algunas prácticas son inaceptables”. Así fue el pronunciamiento de Mao Ning, una portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores del gigante asiático, ante lo que ya es una tendencia: el regreso del requisito de test covid-19 negativo a los pasajeros de vuelos cuyo origen sea ese país.
Uno de los primeros países en anunciarlo fue Estados Unidos, que comunicó que exigirá el documento a partir del 5 de enero. Naciones como Japón, Canadá y Australia también han anunciado el regreso de medidas similares. Una “abrumadora mayoría” de países de la Unión Europea (UE) se pronunció este martes en la misma línea, antes de que la decisión se debate el miércoles en una reunión que puede ser definitiva.
Según informa AFP, la reunión del miércoles del IPCR (el dispositivo europeo para una reacción política ante las situaciones de crisis) podría desembocar en recomendaciones formales, que luego deberían aprobar los distintos Estados miembros. Antes todas estas nuevas medidas, China podría “tomar contramedidas, de acuerdo con el principio de reciprocidad”, advirtió Ning. Pero, ¿cuáles son los temores del mundo?
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La principal preocupación es una: a medida que el virus se propaga, puede cambiar y dar lugar a una nueva variante. Algunas variaciones pueden permitir que el virus se propague con mayor facilidad o se vuelva resistente a los tratamientos o vacunas. La Organización Mundial de la Salud intenta seguir de cerca el tema, y por eso reunió recientemente a su Grupo Asesor Técnico sobre COVID-19, compuesto por 30 especialistas.
En la reunión había expertos chinos a quienes, confirmó en un comunicado, la OMS pidió presentar datos concretos sobre la secuenciación del virus, un conocimiento que es clave para saber si el virus está mutando. Y es que las dudas sobre los datos chinos han sido la principal preocupación del organismo.
El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó vía su cuenta de Twitter que su equipo “subrayó nuevamente la importancia de ser transparente y compartir regularmente los datos (sobre la enfermedad) para elaborar evaluaciones de riesgo precisas e informar sobre la respuesta de un modo eficaz”. Esto después de que el gobierno chino confirmara que dejara de publicar sus estadísticas diarias sobre el covid-19.
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Esos temores sobre la confianza en los datos chinos se refleja con mayor claridad en el pronunciamiento de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades: “...la reducción de las pruebas y la notificación de casos en la República Popular China y el intercambio mínimo de datos de secuencias genómicas virales podrían retrasar la identificación de nuevas variantes de interés si surgen”, dijo la agencia recientemente.