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Sabemos que la depresión es una condición de salud mental compleja y variable que afecta el cerebro. Se asocia con la pérdida de conexiones entre las células cerebrales y cambios en la forma en que ciertas áreas del cerebro se comunican entre sí, especialmente en las zonas relacionadas con el control de emociones y con la motivación. Sin embargo, no se entiende todavía muy bien cómo funcionan los procesos en el cerebro que causan diferentes síntomas de la depresión, o cómo afectan los cambios en el estado de ánimo a lo largo del tiempo. Una nueva investigación publicada en la revista científica Nature da algunas pistas.
La depresión ocurre en episodios, con períodos de ánimo bajo que se alternan con períodos de ánimo normal. Todavía sabemos poco sobre cómo y por qué ocurren estos cambios de ánimo a lo largo del tiempo. Este vacío se explica debido a que la mayoría de los estudios sobre depresión en el cerebro hasta ahora han analizado datos tomados en un solo momento o, en algunos casos, en dos o tres ocasiones antes y después de un tratamiento. Este enfoque, dicen los investigadores, no es suficiente para hacer conclusiones precisas sobre cambios en individuos específicos. En el estudio, los científicos utilizaron herramientas avanzadas de mapeo cerebral para observar cómo funcionan las redes del cerebro en personas con depresión, utilizando imágenes de resonancia magnética mientras los individuos estaban en reposo.
Los investigadores encontraron varias cosas interesantes que se desconocían. En primer lugar, una red específica del cerebro, llamada red de prominencia frontoestriatal, se expandía casi al doble en la mayoría de las personas con depresión. Este hallazgo se replicó en tres estudios diferentes con un total de 135 personas con depresión y se confirmó en un análisis de grupo más grande que incluyó a 299 personas con depresión y a 932 personas sin depresión. Esta red participa en el procesamiento de recompensas y en la integración consciente de las respuestas internas y del entorno. En promedio, la red de prominencia ocupaba un 73% más de la superficie del cerebro en comparación con los controles sanos. Los científicos descartan que ese resultado se deba a alguna diferencia en la estructura del cerebro o a movimientos de la cabeza durante los escaneos. Después de confirmar esa condición con otras pruebas, quisieron saber más.
La expansión de esta red se debe a cambios en sus límites, que invadieron otras tres redes cerebrales de diferentes maneras en distintas personas. Este cambio en la red de prominencia fue constante a lo largo del tiempo, no dependía del estado de ánimo y se podía observar en niños antes de que desarrollaran síntomas depresivos más tarde. Para confirmar eso, los investigadores usaron el estudio ABCD, cuyo objetivo es seguir el desarrollo cerebral de casi 12.000 niños de entre 9 y 13 años. Identificaron a 57 niños que no padecían depresión antes de los 13 años, pero que desarrollaron el trastorno en la adolescencia. A los nueve años, estos niños ya tenían redes de prominencia ampliadas en comparación con sus compañeros.
Aunque los investigadores señalan que se necesita más investigación para entender completamente por qué la red de prominencia se expande en la depresión, sugieren dos hipótesis. En primer lugar, la forma y tamaño de las redes cerebrales pueden cambiar según cuán activamente se usan. La red podría usarse en exceso durante un episodio depresivo (si una persona estaba rumiando estímulos negativos, por ejemplo) y crecer. En la depresión, la expansión de la red de prominencia podría reflejar cómo el cerebro reasigna espacio para procesar información, cambiando prioridades y funciones, como la percepción interna, el aprendizaje sobre recompensas y la valoración del esfuerzo.
Sin embargo, además de la actividad cerebral, la forma y tamaño de las redes también están influenciados por factores genéticos que regulan el desarrollo cerebral, lo que apunta a la segunda hipótesis. La expansión de la red de prominencia en la depresión podría también estar relacionada con estos mecanismos genéticos, ya que esta expansión es estable a lo largo del tiempo, no depende del estado de ánimo actual, y ocurre desde etapas tempranas de la vida. Además, la expansión de esta red en el cerebro sigue patrones específicos y hereditarios, invadiendo redes cerebrales cercanas de maneras predecibles.
Los investigadores creen que su estudio puede ayudar, primero, a la identificación de biomarcadores claros de la depresión. Los biomarcadores son indicadores medibles que reflejan un proceso biológico o patológico y pueden ayudar a diagnosticar y tratar enfermedades. “La expansión de la red de prominencia en el cerebro de personas con depresión es un hallazgo más claro y consistente”, escriben en el estudio. Esto significa que la expansión de esta red puede ser un biomarcador útil para la depresión, proporcionando una forma más confiable de identificar la enfermedad en comparación con otros indicadores más variables.
Además, para sus autores, el estudio demuestra que el mapeo funcional de precisión y el muestreo longitudinal del cerebro profundo pueden proporcionar información valiosa sobre cómo se desarrollan y cambian los síntomas depresivos con el tiempo.
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