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Según un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Texas, en el que participó Adriana Pérez, PhD en Bioestadística de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), el 7 % de los estudiantes de décimo grado de ese Estado usan los conocidos e-cigar (cigarrillos electrónicos), en grado octavo esta cifra es del 5 % y en grado sexto equivale al 3 %.
Para Pérez, las compañías tabacaleras empiezan en el mercado de los jóvenes porque saben que van a tener una exposición a largo plazo.
“En Estados Unidos se venden en la actualidad cigarrillos electrónicos con más de 6.000 sabores, que son los que resultan atractivos para los jóvenes”, comenta la experta, quien añade que el sabor más vendido es el mentol, al cual, según investigaciones previas, la adición de hierbabuena hace que el cerebro pida más.
La experta señala que el problema es que no existe una ley que rija estos productos y para que la haya, primero se debe generar la evidencia.
“Si un solo cigarrillo incrementa el riesgo de padecer cáncer y otras enfermedades, ¿cómo es posible que un producto de estos disminuya el riesgo?”, se pregunta Pérez.
La idea es que toda la información que se genere ayude a crear una nueva ley, tal y como sucedió cuando se comprobó el efecto nocivo del humo en fumadores pasivos y se logró una legislación al respecto.
“Esto demuestra que como estadísticos, nuestros estudios sí tienen implicaciones en políticas de salud y ahora nuestra investigación busca que haya normas que regulen la venta de estos productos a los jóvenes norteamericanos”, señaló Pérez.
En su opinión, las decisiones legales que se tomen en Estados Unidos sobre estos productos pueden tener repercusión en otras naciones, incluidas las latinoamericanas.
Adriana Pérez fue profesora del Departamento de estadística de la U.N. y en la actualidad es docente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas. Sus apreciaciones las hizo durante el XXIV Simposio Internacional de Estadística.