Colombia inició un gran estudio de seroprevalencia. Pero, ¿qué diablos es eso?
Hay muchas razones por las que vale la pena entender mejor el estudio que empezó esta semana en el país. Un gran esfuerzo de muchas personas (y de mucho dinero) para comprender la pandemia y tomar mejores decisiones.
Sergio Silva Numa
Primero, una breve aclaración: dentro del extenso glosario que usan los epidemiólogos -y algunos tuiteros, con cierto desparpajo- hay uno que pronto se volverá muy popular: la “prevalencia”. Entender en qué consiste es fundamental para dimensionar la importancia del estudio que empezó esta semana en Leticia (Amazonas) y que ayudará a comprender mucho mejor el comportamiento del COVID-19 en Colombia. (Lea: Colombia fabricó y exportó vacunas. ¿Podrá volver a hacerlo?)
Leon Gordis, el popular epidemiólogo y profesor de la Escuela de Medicina Johns Hopkins (Estados Unidos), tenía una buena manera de explicar en qué consistía la “prevalencia”. Es, escribía en su famoso libro Epidemiology, como sacar una rebanada de la población en un momento específico para determinar quién tiene o no una enfermedad. “Una instantánea”, la llamaba. (Lea Vacuna para COVID-19: una promesa a medio camino)
Su ejemplo era el siguiente: imagine que hay una comunidad donde hay personas con artritis y queremos saber cuántas de ellas tienen la enfermedad un día determinado. No importa que la hubiesen desarrollado 10 o 20 años atrás. Lo que se hace, entonces, es ir casa por casa a averiguarlo con entrevistas o exámenes físicos. Ese número de pacientes se divide por el número de la población total de la comunidad y el resultado indica la “prevalencia”. En otras palabras, decía Gordis, “es la proporción de la población que presenta la enfermedad en dicho momento”.
Para saber quiénes han tenido COVID-19 también hay que ir casa por casa, de manera ordenada, a averiguarlo. Pero como muchos de quienes tuvieron el virus no presentaron síntomas, hacer entrevistas no es suficiente. La manera de encontrarlos es tomando una muestra de sangre, porque es allí donde queda el rastro que revela si el cuerpo produjo o no una respuesta inmune. Es decir, si generó anticuerpos. En palabras de Marcela Mercado, “es como buscar la huella que permite saber quiénes tuvieron el coronavirus y quiénes no. De ahí su nombre: sero (por la sangre) - prevalencia”.
Mercado es la directora de Investigación en Salud Pública del Instituto Nacional de Salud (INS) y desde el principio de este año asumió la dirección del proyecto de investigación de seroprevalencia que empezó hace un par de días en Colombia. Habla desde Leticia, la ciudad de inicio, mientras trata de lidiar con la mala señal de su celular y los más de 30° Celsius de la Amazonia.
“Desde el 22 de enero empezamos a planear el estudio de seroprevalencia”, cuenta. “En febrero ya lo teníamos montado. Poco a poco conseguimos recursos. Aplicamos a la Mincienciatón, que nos dio cerca de $2 mil millones, y luego tocamos más puertas, porque es un trabajo costoso”. No tiene la cifra exacta en su cabeza, pero puede ser de alrededor de $10 mil millones. “Solo estábamos esperando el momento indicado para iniciar”, comenta.
El momento indicado dependía, básicamente, de un factor: de que las ciudades superaran el pico de la epidemia (el primero, al menos) y la curva comenzara a descender. Por ese motivo, la primera ciudad en la lista del estudio estaba clara hace mucho tiempo. Después vendrá Barranquilla (del 5 al 14 de octubre) y luego Bogotá (del 13 al 27 de octubre). Seguirán Medellín, Cúcuta, Bucaramanga, Villavicencio, Cali, Ipiales (Nariño) y Guapi (Cauca), del 20 al 30 de noviembre. Hay otras nueve instituciones públicas y privadas participando.
La idea, como explica la epidemióloga Silvana Zapata y quien es parte del equipo del estudio, es tener una muestra representativa de todas las regiones del país, pues, como se sabe, los comportamientos de la epidemia han sido muy variados. En el caso de Leticia, el equipo del INS tomará muestras a 1.421 personas. El número será similar en el resto de ciudades, a excepción de las capitales.
En total , el “Estudio de seroprevalencia de SARS-CoV-2 en Colombia: estudio país”, como decidieron llamarlo, espera tener al final un registro de entre 10 mil y 13 mil personas. Para elegirlas hicieron un muestreo basado en la Encuesta Nacional de Hogares del DANE. “Ha sido un proceso muy riguroso”, señala Zapata. Detrás de ese trabajo hay muchas horas de trabajo y técnicas de muestreo mucho más difíciles de explicar en unos pocos párrafos.
Preguntas sin resolver
Hay muchas razones por las que es valioso hacer este esfuerzo. Una de las principales, dice Mercado, es ver cuál fue la magnitud real de la epidemia, lo que ayudará a despejar muchos interrogantes. ¿Cuántas personas en total se han contagiado de COVID-19?, ¿cuántas han sido asintomáticas?, y, ¿cómo se ha comportado la epidemia según los grupos de edad?, son algunos de ellos. Lo que encuentren le dará pistas al Gobierno para saber, por ejemplo, a qué poblaciones vacunar y saber qué medidas debe tomar cada territorio en el futuro.
También ayudará a tener más certeza sobre asuntos de los que suele hablarse con cierta ligerezaen redes sociales y medios. La “letalidad”, que refleja la proporción de personas que han muerto entre los infectados, es uno de ellos. En otras palabras, ya no se hablaría de “letalidad aparente” que, a los ojos de Zapata, no es un buen indicador.
Pero hay, en medio de todo esto, una dificultad propia de esta pandemia. Aún hay otras preguntas por resolver, sobre cómo responde el sistema inmune a este coronavirus y qué tanto “duran” los anticuerpos que produce el organismo para resistir la enfermedad en caso de que vuelva a presentarse.
En este punto, explica Isabel Rodríguez, PhD en epidemiología e investigadora de la U. de California, en San Francisco (EE.UU.), hay un factor crucial: la prueba que se use para tomar las muestras en el estudio de seroprevalencia. A diferencia de enfermedades como el sarampión o el dengue, donde ya existen pruebas serológicas (de sangre) que nos dicen con bastante certeza si una persona estuvo infectada en el pasado, con el COVID-19 eso no ha sido tan sencillo. ¿La razón? Las pruebas disponibles, dice Rodríguez, han sido diseñadas para detectar niveles altos de anticuerpos, característicos en las personas con cuadros severos de la enfermedad, pero no en quienes han sido asintomáticos. También porque se ha observado que en algunos casos los anticuerpos pueden decaer y volverse indetectables pocos meses después de la infección.
"Como se ha visto que hay variación a la hora de medir anticuerpos, la clave es escoger bien la prueba que se va a hacer y que sea capaz de capturar enfermos leves”, señala Rodríguez. La buena noticia, añade, es que el INS ha hecho un proceso muy riguroso para implementar y validar las pruebas disponibles. “Esas validaciones son públicas y cualquiera puede acceder a ellas en la página web del Instituto”, asegura Mercado.
¿Cuándo se sabrán los resultados de todo este esfuerzo? Es difícil saberlo. Mercado no se arriesga a dar una fecha precisa, pero sabe que a medida de que el estudio avance, deberán mostrar resultados preliminares. Los primeros meses del próximo año espera tener conclusiones del comportamiento de pandemia en todo el país. Esperan también que todos los que sean seleccionados participen. “Es un trabajo de todos”, reitera.
Una de las cosas que se pueden esperar es que, dice Zapata, haya una seroprevalencia alta, como sucedió en Manaos, que tuvo una epidemia grande y temprana. Los resultados del estudio que hicieron en la ciudad brasileña, y que acaban de ser publicados, mostraron que el 66 % de la población se infectó con el SARS-CoV-2. “Eso nos permitiría hablar, de manera empírica, de que allí posiblemente puede haber inmunidad de rebaño. Pero eso solo lo sabremos cuando tengamos los resultados”, explica.
Caso contrario a lo que sucedió en España, donde en total el 5,2 % de su población había desarrollado anticuerpos contra el coronavirus. Ayer en Madrid, la capital, el 36,3 % de las unidades de cuidados intensivos volvieron a tener pacientes con COVID-19.
Primero, una breve aclaración: dentro del extenso glosario que usan los epidemiólogos -y algunos tuiteros, con cierto desparpajo- hay uno que pronto se volverá muy popular: la “prevalencia”. Entender en qué consiste es fundamental para dimensionar la importancia del estudio que empezó esta semana en Leticia (Amazonas) y que ayudará a comprender mucho mejor el comportamiento del COVID-19 en Colombia. (Lea: Colombia fabricó y exportó vacunas. ¿Podrá volver a hacerlo?)
Leon Gordis, el popular epidemiólogo y profesor de la Escuela de Medicina Johns Hopkins (Estados Unidos), tenía una buena manera de explicar en qué consistía la “prevalencia”. Es, escribía en su famoso libro Epidemiology, como sacar una rebanada de la población en un momento específico para determinar quién tiene o no una enfermedad. “Una instantánea”, la llamaba. (Lea Vacuna para COVID-19: una promesa a medio camino)
Su ejemplo era el siguiente: imagine que hay una comunidad donde hay personas con artritis y queremos saber cuántas de ellas tienen la enfermedad un día determinado. No importa que la hubiesen desarrollado 10 o 20 años atrás. Lo que se hace, entonces, es ir casa por casa a averiguarlo con entrevistas o exámenes físicos. Ese número de pacientes se divide por el número de la población total de la comunidad y el resultado indica la “prevalencia”. En otras palabras, decía Gordis, “es la proporción de la población que presenta la enfermedad en dicho momento”.
Para saber quiénes han tenido COVID-19 también hay que ir casa por casa, de manera ordenada, a averiguarlo. Pero como muchos de quienes tuvieron el virus no presentaron síntomas, hacer entrevistas no es suficiente. La manera de encontrarlos es tomando una muestra de sangre, porque es allí donde queda el rastro que revela si el cuerpo produjo o no una respuesta inmune. Es decir, si generó anticuerpos. En palabras de Marcela Mercado, “es como buscar la huella que permite saber quiénes tuvieron el coronavirus y quiénes no. De ahí su nombre: sero (por la sangre) - prevalencia”.
Mercado es la directora de Investigación en Salud Pública del Instituto Nacional de Salud (INS) y desde el principio de este año asumió la dirección del proyecto de investigación de seroprevalencia que empezó hace un par de días en Colombia. Habla desde Leticia, la ciudad de inicio, mientras trata de lidiar con la mala señal de su celular y los más de 30° Celsius de la Amazonia.
“Desde el 22 de enero empezamos a planear el estudio de seroprevalencia”, cuenta. “En febrero ya lo teníamos montado. Poco a poco conseguimos recursos. Aplicamos a la Mincienciatón, que nos dio cerca de $2 mil millones, y luego tocamos más puertas, porque es un trabajo costoso”. No tiene la cifra exacta en su cabeza, pero puede ser de alrededor de $10 mil millones. “Solo estábamos esperando el momento indicado para iniciar”, comenta.
El momento indicado dependía, básicamente, de un factor: de que las ciudades superaran el pico de la epidemia (el primero, al menos) y la curva comenzara a descender. Por ese motivo, la primera ciudad en la lista del estudio estaba clara hace mucho tiempo. Después vendrá Barranquilla (del 5 al 14 de octubre) y luego Bogotá (del 13 al 27 de octubre). Seguirán Medellín, Cúcuta, Bucaramanga, Villavicencio, Cali, Ipiales (Nariño) y Guapi (Cauca), del 20 al 30 de noviembre. Hay otras nueve instituciones públicas y privadas participando.
La idea, como explica la epidemióloga Silvana Zapata y quien es parte del equipo del estudio, es tener una muestra representativa de todas las regiones del país, pues, como se sabe, los comportamientos de la epidemia han sido muy variados. En el caso de Leticia, el equipo del INS tomará muestras a 1.421 personas. El número será similar en el resto de ciudades, a excepción de las capitales.
En total , el “Estudio de seroprevalencia de SARS-CoV-2 en Colombia: estudio país”, como decidieron llamarlo, espera tener al final un registro de entre 10 mil y 13 mil personas. Para elegirlas hicieron un muestreo basado en la Encuesta Nacional de Hogares del DANE. “Ha sido un proceso muy riguroso”, señala Zapata. Detrás de ese trabajo hay muchas horas de trabajo y técnicas de muestreo mucho más difíciles de explicar en unos pocos párrafos.
Preguntas sin resolver
Hay muchas razones por las que es valioso hacer este esfuerzo. Una de las principales, dice Mercado, es ver cuál fue la magnitud real de la epidemia, lo que ayudará a despejar muchos interrogantes. ¿Cuántas personas en total se han contagiado de COVID-19?, ¿cuántas han sido asintomáticas?, y, ¿cómo se ha comportado la epidemia según los grupos de edad?, son algunos de ellos. Lo que encuentren le dará pistas al Gobierno para saber, por ejemplo, a qué poblaciones vacunar y saber qué medidas debe tomar cada territorio en el futuro.
También ayudará a tener más certeza sobre asuntos de los que suele hablarse con cierta ligerezaen redes sociales y medios. La “letalidad”, que refleja la proporción de personas que han muerto entre los infectados, es uno de ellos. En otras palabras, ya no se hablaría de “letalidad aparente” que, a los ojos de Zapata, no es un buen indicador.
Pero hay, en medio de todo esto, una dificultad propia de esta pandemia. Aún hay otras preguntas por resolver, sobre cómo responde el sistema inmune a este coronavirus y qué tanto “duran” los anticuerpos que produce el organismo para resistir la enfermedad en caso de que vuelva a presentarse.
En este punto, explica Isabel Rodríguez, PhD en epidemiología e investigadora de la U. de California, en San Francisco (EE.UU.), hay un factor crucial: la prueba que se use para tomar las muestras en el estudio de seroprevalencia. A diferencia de enfermedades como el sarampión o el dengue, donde ya existen pruebas serológicas (de sangre) que nos dicen con bastante certeza si una persona estuvo infectada en el pasado, con el COVID-19 eso no ha sido tan sencillo. ¿La razón? Las pruebas disponibles, dice Rodríguez, han sido diseñadas para detectar niveles altos de anticuerpos, característicos en las personas con cuadros severos de la enfermedad, pero no en quienes han sido asintomáticos. También porque se ha observado que en algunos casos los anticuerpos pueden decaer y volverse indetectables pocos meses después de la infección.
"Como se ha visto que hay variación a la hora de medir anticuerpos, la clave es escoger bien la prueba que se va a hacer y que sea capaz de capturar enfermos leves”, señala Rodríguez. La buena noticia, añade, es que el INS ha hecho un proceso muy riguroso para implementar y validar las pruebas disponibles. “Esas validaciones son públicas y cualquiera puede acceder a ellas en la página web del Instituto”, asegura Mercado.
¿Cuándo se sabrán los resultados de todo este esfuerzo? Es difícil saberlo. Mercado no se arriesga a dar una fecha precisa, pero sabe que a medida de que el estudio avance, deberán mostrar resultados preliminares. Los primeros meses del próximo año espera tener conclusiones del comportamiento de pandemia en todo el país. Esperan también que todos los que sean seleccionados participen. “Es un trabajo de todos”, reitera.
Una de las cosas que se pueden esperar es que, dice Zapata, haya una seroprevalencia alta, como sucedió en Manaos, que tuvo una epidemia grande y temprana. Los resultados del estudio que hicieron en la ciudad brasileña, y que acaban de ser publicados, mostraron que el 66 % de la población se infectó con el SARS-CoV-2. “Eso nos permitiría hablar, de manera empírica, de que allí posiblemente puede haber inmunidad de rebaño. Pero eso solo lo sabremos cuando tengamos los resultados”, explica.
Caso contrario a lo que sucedió en España, donde en total el 5,2 % de su población había desarrollado anticuerpos contra el coronavirus. Ayer en Madrid, la capital, el 36,3 % de las unidades de cuidados intensivos volvieron a tener pacientes con COVID-19.