Comer alimentos ultraprocesados aumentaría el riesgo de padecer ansiedad
Una mayor ingesta de estos alimentos se asocia con alrededor de un 50% más de riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares, un 48-53% más de riesgo de ansiedad y trastornos mentales comunes, y un 12% más de riesgo de diabetes.
¿Tiene algo que ver lo que comemos con nuestra salud mental? Al parecer sí. Una nueva investigación publicada en The BMJ recientemente reveló que una mayor exposición a alimentos ultraprocesados se asocia con un mayor riesgo de 32 resultados perjudiciales para la salud, incluidos cáncer, afecciones cardíacas y pulmonares graves, trastornos de salud mental y muerte prematura.
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¿Tiene algo que ver lo que comemos con nuestra salud mental? Al parecer sí. Una nueva investigación publicada en The BMJ recientemente reveló que una mayor exposición a alimentos ultraprocesados se asocia con un mayor riesgo de 32 resultados perjudiciales para la salud, incluidos cáncer, afecciones cardíacas y pulmonares graves, trastornos de salud mental y muerte prematura.
Estos alimentos incluyen una amplia gama de productos, incluidos bocadillos envasados, refrescos carbonatados, fideos instantáneos y comidas preparadas. Se caracterizan por ser “formulaciones industriales compuestas principalmente de sustancias químicamente modificadas extraídas de los alimentos, junto con aditivos para mejorar el sabor, la textura, la apariencia y la durabilidad, con una mínima o nula inclusión de alimentos integrales”, se puede leer en la investigación.
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La presencia de los alimentos ultraprocesados en la dieta de las personas va en ascenso. Según la investigación, los datos indican un cambio hacia una dieta global cada vez más ultraprocesada en las últimas décadas. En los países de ingresos altos, la proporción de energía dietética derivada de alimentos ultraprocesados varía desde el 42% y el 58% en Australia y los Estados Unidos, respectivamente, hasta tan solo el 10% y el 25% en Italia y Corea del Sur. En países de ingresos bajos y medios como Colombia y México, estas cifras oscilan entre el 16% y el 30% de la ingesta total de energía, respectivamente.
La “proporción de energía dietética derivada de alimentos ultraprocesados” se refiere al porcentaje de calorías totales que una persona obtiene de alimentos que entran en la categoría de ultraprocesados en comparación con el total de calorías consumidas en su dieta diaria. Cuando se menciona que, por ejemplo, en Estados Unidos la proporción de energía dietética derivada de alimentos ultraprocesados es del 58%, significa que alrededor del 58% de las calorías totales consumidas por la población estadounidense provienen de alimentos ultraprocesados. Esto está teniendo, aparentemente, un impacto en la salud.
Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación publicó en 2020 una investigación en la que reseñó estudios que sugieren un vínculo entre este cambio de dieta y las tasas de sobrepeso y obesidad y otras enfermedades no transmisibles, pero la ciencia aún investiga cuáles son las propiedades de estos alimentos que tienen consecuencias en, por ejemplo, las enfermedades inflamatorias crónicas. La nueva investigación publicada en The BMJ es una revisión general (un resumen de evidencia de alto nivel) de 45 metanálisis que asociaban los alimentos ultraprocesados con resultados adversos para la salud. Todos los artículos de revisión se publicaron en los últimos tres años e involucraron a casi 10 millones de participantes. Ninguno fue financiado por empresas involucradas en la producción de estos alimentos.
Los investigadores calificaron la evidencia como convincente, altamente sugerente, sugerente, débil o sin evidencia. También evaluaron la calidad de la evidencia como alta, moderada, baja o muy baja. En general, los resultados concluyen que una mayor exposición a alimentos ultraprocesados se asoció consistentemente con un mayor riesgo de 32 resultados adversos para la salud. Una mayor ingesta de estos alimentos se asocia con alrededor de un 50% más de riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares, un 48-53% más de riesgo de ansiedad y trastornos mentales comunes, y un 12% más de riesgo de diabetes tipo 2. (Puede ver: Insulina, diabetes y obesidad: cuando se mezclan peras con manzanas)
Un capítulo interesante del estudio aborda los impactos de esta alimentación en la salud mental. Al examinar los datos de estudios, los investigadores encontraron evidencia que respalda la asociación entre una mayor exposición a alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de prevalencia de resultados adversos relacionados con el sueño, así como los resultados de ansiedad. “Estos hallazgos respaldan la investigación mecanicista urgente y las acciones de salud pública que buscan abordar y minimizar el consumo de alimentos ultraprocesados para mejorar la salud de la población”, concluyen los autores en un editorial.
¿Y por qué tienen ese impacto en la salud? Hay varias razones que podrían explicarlo. Las dietas ricas en alimentos ultraprocesados se asocian con marcadores de mala calidad de la dieta, con mayores niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio. Estos desplazan en la dieta a alimentos más nutritivos, como frutas, verduras, legumbres, nueces y semillas, “lo que resulta en una ingesta reducida de compuestos bioactivos beneficiosos que están presentes en estos alimentos, incluidos los polifenoles o fitoestrógenos como el enterodiol”, se puede leer en el artículo de investigación, revisado por pares.
Sin embargo, estos efectos negativos no solo se explican por la composición de nutrientes, sino también por las propiedades físicas y químicas asociadas con los métodos, ingredientes y subproductos de procesamiento industrial. El estudio sugiere que la alteración de los alimentos durante su procesamiento puede afectar la digestión, la absorción de nutrientes y la sensación de saciedad. Además, reseña evidencia emergente que muestra vínculos entre la exposición a aditivos, incluidos edulcorantes, emulsionantes, colorantes y nitratos/nitritos distintos del azúcar, y resultados perjudiciales para la salud.
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Finalmente, “el procesamiento industrial intensivo de alimentos puede producir sustancias potencialmente dañinas que se han relacionado con mayores riesgos de enfermedades inflamatorias crónicas, incluyendo acroleína, acrilamida, productos finales de glicación avanzada, furanos, aminas heterocíclicas, ácidos grasos trans industriales y aromáticos policíclicos”. Los alimentos ultraprocesados también pueden contener, agregan los autores, algunos contaminantes con implicaciones para la salud que migran de los materiales de embalaje, como bisfenoles, microplásticos, aceites minerales y ftalatos.
Entonces, ¿qué se puede hacer para controlar y reducir su producción y consumo, que está aumentando en todo el mundo?, se preguntan los autores. En una editorial que acompaña el estudio, responden que la reformulación no elimina el daño y la rentabilidad disuade a los fabricantes de cambiar a alimentos nutritivos, por lo que las políticas públicas y la acción sobre los alimentos ultraprocesados son esenciales.
Estas políticas incluyen “etiquetas en el frente de los envases, restringir la publicidad y prohibir las ventas en escuelas y hospitales o cerca de ellos, y medidas fiscales y de otro tipo que hagan que los alimentos no procesados o mínimamente procesados y las comidas recién preparadas sean tan accesibles, disponibles y más baratos que los ultraprocesados”.
Es el momento de que las agencias de las Naciones Unidas, con los estados miembros, desarrollen e implementen una convención marco sobre alimentos ultraprocesados similar al marco sobre el tabaco, y promuevan ejemplos de mejores prácticas, recomiendan.
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