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Cómo superar la tormenta económica perfecta

La ministra de Finanzas de la República de Indonesia advierte que el impacto de la pandemia todavía se sentirá en 2023.

Sri Mulyani Indrawati / YAKARTA ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
11 de enero de 2023 - 11:00 a. m.
Sri Mulyani Indrawati, ministra de Finanzas de Indonesia. / EFE / MICHAEL REYNOLDS
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Hice una advertencia durante la apertura de la cumbre de ministros de Economía y directores de bancos centrales del G20 el 12 de octubre de 2022: el mundo enfrenta riesgos cada vez mayores que se retroalimentan entre sí por la elevada inflación, el débil crecimiento, la inseguridad energética y alimentaria, el cambio climático, la fragmentación geopolítica y el aumento de las dificultades por la deuda. Los países con bajos ingresos tendrán que afrontar la carga más pesada, pero los países con ingresos medios e incluso las economías avanzadas también enfrentan perspectivas difíciles.

La economía mundial se encamina hacia una tormenta perfecta. La pandemia dejó cicatrices en todas nuestras economías, aceleró primero la caída de la demanda agregada y, luego, la de la oferta agregada. Los síntomas son similares a los de una “trampa de liquidez”: las terceras partes que financian al sector financiero siguen ganando mientras la economía real se estanca. Para solucionar este problema, el gran economista del siglo XX John Maynard Keynes propuso una política fiscal anticíclica: si la economía funciona bien hay que restringir el déficit presupuestario anual, pero si la economía se desacelera debemos permitir que aumente.

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Indonesia logró disciplinar su política fiscal con una ley de 2003 que limita los déficits presupuestarios anuales a menos del 3 % del PBI y a la deuda pública total al 60 % (usa los mismos parámetros del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea); pero cuando el covid-19 causó la contracción de la economía, se previó que el déficit presupuestario anual sería superior al 3 % del PBI para dar margen al estímulo. Para lograr esa flexibilidad el gobierno prescindió del límite para el déficit presupuestario.

Pocas semanas después de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia, el 11 de marzo de 2020, el gobierno indonesio modificó la ley presupuestaria para permitir un déficit mayor. El déficit anual indonesio creció entonces al 6,5 % del PBI en 2020, antes de caer al 4,6 % en 2021 cuando la economía se recuperó. En Keeping Indonesia Safe from the covid-19 Pandemic (La protección de Indonesia frente a la pandemia del covid-19), un libro publicado por el Ministerio de Economía de Indonesia en 2022, describimos cómo el país logró ser uno de los pocos que mantuvieron su desempeño económico incluso frente a la conmoción que sufrió la demanda agregada mundial.

Con la ampliación del déficit, el gobierno indonesio evitó que el crecimiento se redujera más del 2,1 % en 2020 y creó las condiciones para un crecimiento del 3,7 % en 2021. La inflación de los precios para los consumidores fue baja (del 1,7 % en 2020 y el 1,9 % en 2021). Además, en 2021 el producto aumentó el 1,6 % y superó su nivel de 2019. Este año se prevé que el déficit presupuestario anual será aproximadamente del 4,5 %, lo que refleja la respuesta del gobierno a la última ola de impactos sobre la oferta global. Pero a partir de 2023 el déficit debiera volver a quedar por debajo del 3 %, a menos que surja otra crisis.

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Después de la tormenta económica inicial debida al covid-19, la economía mundial se encuentra en medio de una segunda tempestad: las restricciones a la movilidad y otras medidas de salud pública implementadas en el punto más álgido de la pandemia trastornaron los servicios, enredaron las cadenas de aprovisionamiento y restringieron la producción en sectores claves, como el de los semiconductores (que se utilizan en muchos otros productos manufacturados, como los automóviles). El valor total agregado de la manufactura en el mundo cayó el 4 % entre 2019 y 2020, al igual que la cantidad de buques oceánicos que transportan carga entre los puertos principales.

A diferencia de la primera tormenta, esta trajo consigo un menor crecimiento y una inflación más elevada debido a la subida de los costos en la producción mundial y el transporte, que sufrieron aún mayores presiones al alza en 2022 por la disparada de los precios de los hidrocarburos y los alimentos. El precio del crudo indonesio superó los US$100 por barril y se estabilizó en torno a un pronóstico consensuado promedio de US$105 por barril. Con la subida del precio de los alimentos, decenas de millones de personas cayeron en la inseguridad alimentaria. Infortunadamente, más allá de lo que ocurra en la arena geopolítica, es probable que los precios de los alimentos sigan siendo elevados debido a los continuos impactos climáticos.

Estas presiones sobre los alimentos y la energía implicaron una pesada carga para la economía mundial, que aún experimenta dificultades para recuperarse de las heridas que la pandemia les infligió a las cadenas mundiales de valor (CMV). De todas formas, la economía indonesia conserva una relativa resiliencia, por diversos motivos.

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En primer lugar, sus conexiones con las CMV se orientan más hacia los productos alimentarios y las bebidas que hacia los automotores y la electrónica. En segundo lugar, el país genera una sana porción de su consumo eléctrico con fuentes de energía renovables. Y, en tercer lugar, Indonesia tiene una mayor ventaja comparativa en materias primas que en bienes intermedios, lo que implica que está menos expuesta a la escasez de semiconductores. También significa que obtuvo beneficios por ingresos extraordinarios y un superávit en la cuenta corriente cuando los precios de los productos primarios (entre ellos, el aceite de palma, el carbón, el caucho y el níquel) aumentaron en 2021. Con miras al futuro, sin embargo, Indonesia sigue intentando aumentar la producción local dedicándose más a los bienes intermedios, especialmente para las grandes CMV como los automotores y la electrónica.

En 2022, al impacto de la pandemia sobre la demanda agregada se sumaron los nuevos shocks sobre la oferta de alimentos y energía por la guerra en Ucrania, que presagian estanflación y recesión en el mundo para 2023. Sin embargo, la economía indonesia sigue avanzando en dirección positiva, con mejoras significativas tanto en la demanda agregada, según el índice de confianza de los consumidores (ICC), como en la oferta agregada, según el índice de los gerentes de compras (IGC).

El aumento del ICC permitió a Indonesia mantener un crecimiento robusto en el segundo trimestre de 2022, cuando el crecimiento interanual del consumo de los hogares superó al crecimiento económico total por primera vez desde el inicio de la pandemia. El CCI sigue en ascenso: fue de 123,2 en julio y 124,7 en agosto; y el ICG creció en el tercer trimestre de 2022: de 51,3 en julio a 53,7 en septiembre. El desempeño económico siguió mejorando a lo largo del año.

Con una economía mundial cada vez más sombría como telón de fondo, Indonesia y otros pocos países son la excepción. Las mismas ventajas que ayudaron a blindarla de las tormentas en los últimos años debieran hacerlo nuevamente en 2023.

*Traducción al español por Ant-Translation. Copyright: Project Syndicate, 2022.

www.project-syndicate.org

Por Sri Mulyani Indrawati / YAKARTA ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

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