Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Entre las muchas inquietudes que ha generado la decisión de la Corte Constitucional de despenalizar el aborto en Colombia hay una que ha desencadenado intensos debates: ¿Por qué se permitió hasta la semana 24? ¿Cuáles son los argumentos que soportan ese lapso? ¿Es un tiempo demasiado extenso para realizar ese procedimiento? (Lea ¿Y la objeción de conciencia? Nada cambia, por ahora, tras la decisión del aborto)
Para empezar a resolver esas preguntas hay que partir de un asunto básico que ha creado una gran confusión: hablar de 24 semanas en obstetricia, la especialidad médica que se ocupa del embarazo, no equivale a seis meses. Como las “semanas obstétricas” se empiezan a medir desde el último ciclo menstrual de la mujer, 24 semanas suelen equivaler a, aproximadamente, cinco meses y medio de embarazo. Quienes se dedican a esta rama de la salud suelen hablar de “semanas lunares”; cada una tiene, más o menos, cinco días.
Dicho esto, hay otro dato que es importante aclarar y que algunas cadenas de Whatsapp están promoviendo: Colombia no es el único país en el que está permitido el aborto hasta la semana 24. Como lo cita la Corte en uno de sus comunicados, ese límite también ha sido adoptado en otros lugares. Varios Estados de Estados Unidos, como Nueva York, tienen el mismo plazo. Lo mismo sucede en algunas provincias de Canadá y en Singapur. Islandia, Nueva Zelanda, Suecia, Vietnam y Reino Unido son otros de los países que también permiten el aborto hasta esa semana. (Lea aquí: Caso aborto: la objeción de conciencia por la que la magistrada Pardo fue recusada)
¿Por qué? Como dice Hernando Baquero, pediatra neonatólogo y profesor de la Universidad del Norte, hay, básicamente, un motivo que sustenta esa decisión. “Porque hay un límite para que la especie humana pueda sobrevivir por fuera del ambiente intrauterino. De manera que, por debajo de unas semanas, es imposible que un recién nacido lo logre. ¿Y cuál es ese límite? Pues 24 semanas”, asegura.
En otras palabras, la posibilidad de que un feto sobreviva por fuera del vientre antes de ese tiempo es muy baja. “Hay reportes, claro, pero es algo muy inusual”, explica Baquero. “Además, para que eso pase, debe haber disponibilidad de una tecnología muy avanzada. En Colombia hay regiones donde la sobrevida se da después de las 28 semanas”.
En Reino Unido, que en 1990 autorizó el aborto hasta la semana 24 de gestación luego de haberlo permitido por dos décadas hasta la semana 28, ese fue, de hecho, uno de los argumentos que soportaron la decisión. La comisión de científicos que crearon para abordar este complejo asunto con detalle sintetizó sus hallazgos en informe que presentaron en 2007.
Tras reflexionar sobre la “viabilidad neonatal”, como lo llaman técnicamente, y estudiar los factores que ayudan a determinarla, aquel grupo determinó que “si bien las tasas de supervivencia a partir de las 24 semanas han mejorado, no lo han hecho por debajo de ese punto gestacional. Dicho de otro modo, no hemos visto ninguna prueba sólida que sugiera que la viabilidad del feto haya mejorado significativamente desde que se fijó por última vez el límite de tiempo para el aborto, y hemos visto algunas pruebas sólidas que sugieren que no lo ha hecho”.
De hecho, este argumento, como le explicaron fuentes de la Corte Constitucional de Colombia a El Espectador, fue uno de los que motivó su decisión, aunque aún no se conoce a profundidad sus razones ya habrá que esperar a que publique la sentencia completa. Pero en medio de esa compleja discusión científica, hay más razones que ayudan a despejar las dudas sembradas esta semana.
Otras pistas para entender por qué 24 semanas
En 2020 la Asociación Médica Británica (BMA, por sus siglas en inglés), publicó un nuevo documento en el que volvía a analizar el asunto de las 24 semanas. Luego de ponderar las complejidades de esta decisión, reconoció que la viabilidad del feto es la base de los debates sobre si se debe reducir aquel límite, pero pedía considerar otra variable trascendental.
“En ocasiones las afecciones [del feto] no son evidentes o se desarrollan hasta después de las 20 semanas; y algunos hospitales hacen que las mujeres embarazadas se sometan a la exploración de anomalías del feto a las 22 semanas, cuando los órganos y estructuras están lo suficientemente desarrollados como para permitir un examen detallado mediante ecografía”, apuntaron.
Más adelante añadieron otra razón: “La BMA cree que es fundamental que las mujeres tengan tiempo para tomar la decisión correcta para ellas, ya sea continuar o terminar un embarazo muy deseado en el segundo o tercer trimestre, cuando se diagnostica una anomalía fetal grave o mortal”. A la luz de “las limitaciones técnicas del cribado en etapas gestacionales más tempranas, sería inaceptable cambiar el límite de tiempo para el aborto”, anotaban.
Entre los muchos datos que recopilaron, este grupo de científicos también añadió uno para darle un poco tranquilidad a quienes, como hoy en Colombia, estaban confundidos y con los nervios de punta: más del 90 % de los abortos en Inglaterra, Escocia y Gales se llevan a cabo a las 13 semanas de gestación o incluso antes. Este porcentaje, decían, se ha mantenido relativamente constante durante la última década.
Comparar la situación de Reino Unido con Colombia no siempre es útil, especialmente porque en nuestro país puede haber un gran subregistro de abortos debido a las prácticas clandestinas. Pero datos recopilados por algunas organizaciones pueden dar pistas sobre lo que sucede.
En Oriéntame, una organización donde atienden interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), “la gran mayoría de nuestros servicios los prestamos antes de la semana 12. Son datos que coinciden con los que conocemos de Australia o Canadá”, cuenta la médica María Vivas.
Tanto ella como Baquero coinciden en que hay una mínima porción de casos que se presentan en el segundo trimestre. “Por lo general son casos dramáticos. Entre ellos hay niñas abusadas intrafamiliarmente, mujeres abusadas en zonas de conflicto armado, detección de malformaciones fetales graves que se dan de forma tardía o gestantes en situación de discapacidad que no saben que están embarazo en primer trimestre”, asegura la doctora Vivas.
Otra preocupación de fondo
Brunhilde Goethe Sánchez, enfermera perinatóloga y profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional, lleva 43 años ejerciendo su profesión y tiene en su memoria otros casos que ayudan a entender por qué en ciertas ocasiones es útil el “plazo” de 24 semanas. “Si se trata, por ejemplo, de una niña del campo colombiano que no sabe si está embarazada o se quedó callada por temor a represalias, y pide la interrupción cuando cuando comienza a ‘echar barriga’”, dice.
Para ella, lo ideal es que el IVE se realice en las primeras 10 semanas, pero hay excepciones que se escapan de la realidad. Otro ejemplo que cita es el de algunas mujeres que se enteran de que su niño viene con malformación en el primer control y en Colombia, cuenta, “las mujeres suelen ir a su primer control a los cinco meses de embarazo, es decir, a las 22.3 semanas. Solo hasta entonces se percatan de los problemas”. Entre la larga lista de casos que recuerda está el de varias adolescentes que, incluso, quedan embarazadas antes de haber tenido su primera menstruación y no se enteran del embarazo.
Sin embargo, tanto para Goethe como para Yanira Rodríguez, miembro del Comité de Ética de la U.Nacional y que hace parte del área Maternoinfantil, hay algo que no se puede perder de vista. Como realizarse un IVE en estas etapas, puede implicar mayores complicaciones, las mujeres deben ser atendidas por personal capacitado y en un nivel de complejidad.
“Ese riesgo, por supuesto, disminuye si la IVE se practica en instituciones de salud donde se controla la paciente y hay personal especializado, que es lo que busca la decisión: que las mujeres no sigan abortando clandestinamente”, añade Rodríguez.
El otro punto que no puede pasar de agache en medio de esta discusión es que en el fondo el país tiene una gran deuda en prevenir embarazos no deseados. “Debe haber programas de planificación porque lo más importante es prevenir. Hay que llevarlos a esos lugares remotos”, dice Goethe.
“Es muy importante que les llegue ese mensaje a las adolescentes”, agrega Rodríguez. “Es preferible acceder a una asesoría anticonceptiva, a orientarse sobre planificación, a que tengan un buen acceso a los servicios de salud, que se le preste más atención a la salud sexual y reproductiva. Pero ahí estamos fallando”.