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Desde que inició la pandemia en el país, uno de los conceptos que más se ha mencionado es el de “inmunidad de rebaño”. En pocas palabras, hace referencia a la situación en la que suficientes individuos en una población adquieren inmunidad contra una infección y logran, en consecuencia, bloquear su transmisión. ¿El motivo? Al aumentar el número de individuos inmunes, disminuye la probabilidad de contacto entre una persona susceptible y una persona infectada. (Puede leer: Coronavirus en Colombia 10 de agosto: casos y vacunación)
Hasta hace un tiempo, los estudios publicados y la evidencia que se tenía estimaban que, para lograr una inmunidad de rebaño contra el COVID-19, era necesario que cerca del 70% de la población estuviera inmunizada, ya fuera por origen posinfeccioso (luego de contraer el virus) o vacunal (tras la aplicación de las dosis de vacunas necesarias).
Sin embargo, análisis más recientes, recogidos por la Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud, han planteado la posibilidad de que la inmunidad colectiva para el coronavirus pueda requerir un umbral mucho más alto al inicialmente proyectado, es decir, del 90% de la población inmunizada o más. (Le recomendamos: ¿Qué sabemos sobre la variante que predominó en Colombia en el tercer pico?)
“A pesar de los esfuerzos y de la vacunación en todo el mundo, existen cinco razones por las cuales la inmunidad de rebaño para el COVID-19 puede resultar difícil (e incluso imposible) de alcanzar”, aseguran los expertos en el documento.
Por un lado, no se tiene certeza de que todas las vacunas prevengan la transmisión en el mismo grado. “Las vacunas aprobadas hasta ahora son altamente eficaces para prevenir las enfermedades sintomáticas, los casos graves y la muerte por COVID-19, no obstante, aún no está claro si todas las vacunas protegen a las personas de infectarse o de transmitir el virus a otros, lo cual plantea un problema para la inmunidad colectiva”, señalan los expertos.
Sin embargo, y esto es muy importante, ya existe evidencia de que varias de las vacunas aprobadas para su uso en Colombia reducen la transmisión a nivel comunitario, y todavía no es muy claro si la efectividad podría verse afectada debido a la emergencia de nuevos linajes.
Por otro lado, la implementación de las estrategias de vacunación es desigual a escala global y existen diferencias sustanciales en la distribución de las dosis entre los países y dentro de ellos. “Mientras en Israel se inició la vacunación en diciembre de 2020 y a marzo de 2021 ya el 50% de su población estaba vacunada con esquemas completos, en países vecinos como Siria, Jordania y Egipto no se había alcanzado ni al 1% de la población”.
Asimismo, la dirección de Epidemiología y Demografía señala que todavía no es clara la duración de la inmunidad natural posterior a la infección por coronavirus, y también se desconoce cuánto dura la inmunidad basada en las vacunas. “Aunque la evidencia sugiere que esta inmunidad es potente y que puede durar a menos nueve meses”, aclaran.
En este sentido, se ha hecho evidente que la incidencia de reinfecciones es relativamente baja, y que es mucho más baja en recuperados que, posteriormente, han sido vacunados, “dada la generación de inmunidad híbrida”, explican.
Los expertos también señalan que las vacunas pueden cambiar el comportamiento humano. “Es altamente probable que, al alcanzar altas tasas de vacunación, se incrementen las interacciones sociales, además, pueden presentarse cambios comportamentales relacionados con el uso del tapabocas y el distanciamiento físico, lo cual, unido a la desigualdad en la asignación y aplicación de las vacunas, puede representar un riesgo para la propagación y surgimiento de nuevas variantes”, afirman.
Frente a esto último, señalan también que es natural que surjan nuevas variantes del SARS-CoV-2, con comportamientos inmunológicos y epidemiológicos diferentes, y que tengan potencialidad para ser más transmisibles o resistentes a las vacunas.
Ante estos argumentos, los epidemiólogos afirman que es necesario que continúe la vacunación de la población colombiana para controlar la epidemia en el país, “de manera que se pueda avanzar gradualmente -sin altos riesgos de rebrotes o de colapso en los servicios de salud- el reencuentro social y la apertura de espacios y servicios”. Por lo que es necesario que la cobertura de vacunación se amplíe a máximo posible, de acuerdo con la disponibilidad de vacunas en el país. (Puede leer: La salud es ahora la prioridad y Duque tiene un año para “rescatarla”)
Asimismo, deben mantenerse los esfuerzos por vacunar a las personas de mayor riesgo para reducir los impactos negativos en la salud, económicos y sociales, derivados de la mortalidad y la carga sobre el sistema de salud.