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Cosas que debe saber antes de donar óvulos por $2 millones

Miles de parejas en el mundo acuden a la donación de óvulos para lograr un embarazo. En Colombia hay más de 30 centros habilitados para hacer este procedimiento que, pese a estar regulado, aún tiene enormes vacíos.

Juan Diego Quiceno
16 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
Los primeros reportes de fertilización "in vitro" en mamíferos se remontan a 1891. / Getty Images
Los primeros reportes de fertilización "in vitro" en mamíferos se remontan a 1891. / Getty Images
Foto: Getty Images - Science Photo Library - KTSDESIGN

Una amiga escribió a mi hermana hace un mes sobre una publicación que vio en TikTok. “Mira esto y me cuentas qué te parece”, le pidió. En el video, una joven contestaba preguntas sobre donación de óvulos, su experiencia, dónde la había hecho y sus motivaciones. “Voy a responder una pregunta que me hacen mucho –anunció–: ¿Cuánto pagan? En Colombia no pagan por donación de óvulos, es altruista. Hay una remuneración por las molestias causadas, que en mi caso fue de $2 millones, pero eso cambia dependiendo de dónde lo hagas”. (Lea La fascinante historia de cómo descubrieron una nueva especie de dinosaurio en Colombia)

En los comentarios del video esa pregunta se repitió en varias ocasiones. También había otras dudas: ¿Duele? ¿Cómo es el proceso? ¿Afecta la fertilidad? ¿Provoca cáncer? Para algunas de esas dudas hay respuestas claras. Para otras, no tanto.

La edad de los óvulos

La historia de la donación de óvulos es la historia de la reproducción asistida humana y de la fertilización in vitro. “Por esto último es que tenemos posibilidad de hacer estos procedimientos”, explica Liliana Munévar, especialista en ginecología y obstetricia: “Cuando hay problemas de fertilidad y no se logra que haya una unión entre el óvulo y el espermatozoide, uno puede corregir esos problemas en el laboratorio. La técnica in vitro soluciona ese tipo de dificultades”. (Lea Hallan el virus de la polio en aguas de Nueva York y temen que circule nuevamente)

Los primeros datos de fertilización in vitro en mamíferos se remontan a 1891, cuando Walter Heape, profesor de la U. de Cambridge, reportó el primer caso conocido de trasplante de embriones de conejo. Solo en la década de 1970 la técnica produjo los primeros embarazos en humanos, aunque muchos de ellos terminaron en abortos involuntarios. Hoy, sin embargo, la ciencia ha recopilado muchos datos sobre este procedimiento.

“La donación de óvulos nació en especial para mujeres que tenían alteraciones de orden genético y querían ser madres, pero para lo que más se usa hoy es para factores asociados a la edad, mujeres que tienen más de 40 o incluso 35 años y que no producen óvulos de adecuada calidad para conseguir un embrión sano”, explica Munévar. A diferencia de los hombres, que producen espermatozoides a lo largo de su vida, la fertilidad en las mujeres se ve impactada “rápidamente”.

Los óvulos maduran dentro de esferas de líquido denominadas “folículos”. Normalmente, solo uno de esos folículos alcanza la madurez y libera un óvulo cada ciclo que, si es fecundado, produce un embarazo. Si no, se desprende como flujo menstrual. La mujer no produce folículos durante su vida. Al nacer, tiene aproximadamente un millón de ellos. Solo tras la pubertad, esa cifra habrá disminuido a aproximadamente 300.000, según la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. Sin folículos, no hay óvulos. La mejor edad reproductiva de una mujer, entonces, es cerca de los 20 años. La fertilidad disminuye gradualmente a partir de los 30 años. Según la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, cada mes que lo intente, una mujer sana y fértil de 30 años de edad tiene una probabilidad del 20 % de quedar embarazada, es decir, 20 tendrán éxito y las 80 restantes tendrán que intentarlo de nuevo. Esa probabilidad se reduce a menos del 5 % cuando la mujer llega a la edad de los 40 años.

Los años no solo impactan la cantidad de óvulos sino su calidad. Incluso si una mujer de 35 a 39 años logra quedar embarazada, la probabilidad de que el óvulo tenga una anomalía genética es más alta. En la fecundación, tanto el óvulo como el espermatozoide que lo fecunda tienen 23 cromosomas cada uno; así, el embrión tendrá un total de 46 cromosomas. A medida que una mujer envejece, sus óvulos tienen mayor o menor cantidad de cromosomas, lo que se verá reflejado en el embrión. El síndrome de Down, por ejemplo, se debe, en la mayoría de los casos, a un cromosoma extra.

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“Por razones como mayor acceso a la educación y oferta laboral, las mujeres en el mundo están retrasando cada vez más la posibilidad de ser madres. Llegan a los 30 años y se plantean apenas la posibilidad. Eso ha hecho que la reproducción asistida, como la ovodonación, sea vista cada vez más como una posibilidad”, dice Munévar. Esta situación se ve con especial fuerza en Europa, continente cuya población es cada vez más vieja y sus tasas de fertilidad son cada vez más bajas.

¿Un proceso fácil?

Algunas de las palabras que más usó la mujer del video de Tiktok para describir su proceso de donación de óvulos fueron “fácil” y “rápido”. La lógica de la donación de óvulos es sencilla de entender: una mujer con amplia reserva de óvulos y de buena calidad (joven, entre los 18 y los 30 años), accede a donar algunos de ellos. Tras el proceso, los médicos pueden fertilizar el óvulo y congelar el embrión, o pueden elegir congelar el óvulo y fertilizarlo días antes de la transferencia a la mujer que busca ser madre.

“La gente piensa que llega al centro de reproducción, dice ‘quiero un bebe’ o ‘quiero donar y al otro día lo hace. No es así. Esto tiene un acompañamiento y seguimiento que continúa incluso después del procedimiento”, explica Jorge García, ginecólogo experto en reproducción y quien trabaja en uno de los más de 30 centros de reproducción asistida que operan en Colombia, bajo la vigilancia del Invima.

Pero la donación es un proceso que puede durar semanas o meses. El primer paso son los requisitos y exámenes. Además de tener una edad de entre 18 y 30 años, con un peso e incluso, en algunos centros, una altura mínima, la mujer que quiera donar óvulos tiene que someterse a una serie de exámenes que estudian su genética y la presencia de enfermedades. Después de evaluaciones psicológicas que determinan su salud menta, siguen pinchazos por alrededor de 11 o 14 días.

“Se utilizan una serie de medicamentos especiales para que, en vez de ovular un ‘huevo’, salgan más: diez, once, veinte, depende de la mujer”, explica Adriana Arango, coordinadora del programa de Ginecología y Obstetricia de la U. CES. Ese paso se denomina estimulación ovárica. La finalidad es lograr la maduración de varios folículos a la vez para lograr el mayor número de óvulos para fecundar en el laboratorio. Básicamente se trata de medicamentos hormonales.

Todos ellos se aplican mediante inyecciones subcutáneas diarias en el abdomen. Luego, los óvulos de la donante se extraen en un procedimiento quirúrgico en el que se introduce una aguja conectada a una sonda para ecografía a través de la vagina. De esta manera, los óvulos son succionados de los ovarios. “Eso representa un riesgo quirúrgico. Hay que tener una seguridad alrededor de esa aspiración de óvulos, porque después se pueden presentar sangrados y hacer necesaria, en algunos casos, una laparoscopia”, dice Munévar.

Un procedimiento no tan simple

Lo normal suele ser dolor abdominal, hinchazón y algún grado pequeño de mareo. Tras la extracción de óvulos, que en algunos centros de reproducción se realiza mediante sedación o anestesia general, las mujeres donantes pueden experimentar episodios de vómito, un ardor en la zona de la pelvis y falta de apetito. Los cólicos menstruales del siguiente ciclo al procedimiento pueden ser más fuertes de lo que la mujer está habituada. Eso varía según el cuerpo.

La consecuencia a corto plazo más grave se denomina síndrome de hiperestimulación ovárica, “algo que es muy raro y sucede sólo alrededor del 2 % de los casos”, estima Enrique Herrera, docente del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la U. del Valle.

La hiperestimulación ovárica puede clasificarse como leve, moderada o grave, señala la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. En su peor estado, las mujeres pueden presentar coágulos de sangre, dificultad para respirar, dolor abdominal y deshidratación. Es de muy baja incidencia y es mucho más raro que se informen muertes debido a ella.

La mayoría de todos estos efectos suelen desaparecer a las pocas semanas. Esto hace que muchas mujeres quieran volver a donar. A diferencia de algunos países europeos, en Colombia no existe un máximo de donaciones. En nuestro país, ese límite lo determina cada centro de reproducción: oscila entre las 6 y las 7 ocasiones, pero es relativo. “No hay ningún registro nacional de donantes que permita verificar cuántas veces donó una mujer y dónde lo hizo. Entre los centros de reproducción hay cierta comunicación, pero normalmente no es fácil de consultar. Es un vacío importante”, señala Munévar.

Hay más vacíos. En el país tampoco hay una tasa oficial de embarazos por fertilización in vitro, no sabemos oficialmente cuán efectivos son los procesos de ovodonación (y otros de reproducción asistida). Los expertos que consultamos hablan del 40 % y 60 %, pero no hay una cifra certera.

En Europa sí tienen claro ese dato. Solo durante 2019, se realizaron 940.503 tratamientos de reproducción asistida en el continente, señala en su último informe el European IVF-monitoring Consortium (EIM), una institución creada para monitorear los tratamientos de fecundación in vitro. Los porcentajes de embarazo variaron entre el 18 % y el 60 % según el país. La ausencia de un banco nacional de donantes de óvulos en Colombia que permita, entre otros, tener esos datos es una necesidad que reconocen los mismos centros de reproducción, reunidos en la ACCER.

“Tenemos la necesidad de crear un banco nacional de donantes. Hemos tenido dificultades. A veces la regulación y los entes de control van más lentos que la ciencia y la tecnología. En la Asociación de Centros Colombianos de Reproducción Asistida (ACCER) estamos intentando tener algo similar a los bancos de riñón o de médula, por ejemplo. La idea es montar algo parecido para que todos los centros de fertilidad tengan información precisa en beneficio de los pacientes”, señala García, quien hace parte de esa asociación. La iniciativa, hasta ahora, solo es de ellos, que son un ente privado.

Al preguntarle al Ministerio de Salud, esta cartera contestó que “no se tiene conocimiento de alguna iniciativa o propuesta para adelantar algún proyecto con ese propósito”.

La ausencia de un banco nacional de donantes no es una situación exclusiva de Colombia. Una red de donantes puede ayudar a terminar de despejar algunas dudas sobre los efectos de la donación de óvulos durante el resto de vida de la mujer donante.

¿Hay consecuencias a largo plazo?

No existe, para ser claros desde el principio, ninguna asociación entre donar óvulos y la aparición de cáncer que haya sido confirmada por la ciencia. En 2017, sin embargo, fueron descritos en Reproductive Medicine Online, una revista internacional dedicada a la investigación biomédica sobre la concepción humana y el bienestar del embrión humano, cinco casos de mujeres donantes de óvulos que desarrollaron cáncer de mama. Cuatro de ellas tenían treinta años y ninguna contaba con riesgos genéticos.

Una de las autoras de este reporte, la doctora Jennifer Schneider, es madre de una mujer que donó óvulos en tres ocasiones en Estados Unidos para ayudar a pagar sus estudios en la Universidad de Stanford. Cuatro años después de su última donación, la hija de Schneider se enteró de que tenía cáncer de colon y murió a los 31 años. Tenía buena salud y ningún antecedente genético. Desde entonces, Schneider se propuso investigar si había algún ángulo que la ciencia no había visto de la ovodonación.

Lo que dice que descubrió en el reporte de 2017 es que no hay cómo saberlo. “Aunque existen suficientes datos sobre los riesgos a corto plazo asociados con el procedimiento para las donantes de ovocitos, como el síndrome de hiperestimulación ovárica, faltan estudios de seguimiento a largo plazo de las donantes de óvulos y se desconocen sus riesgos para la salud”, escribió, antes de agregar: “La falta de información puede interpretarse erróneamente como falta de riesgo”.

En Estados Unidos, al igual que en Colombia, no existe una red de donantes de óvulos que permita hacer un seguimiento más allá de algunas semanas después de que hayan donado. Tampoco hay una red para donantes de esperma, pero para donar los hombres no se tienen que someter a medicamentos hormonales durante once o catorce días. La donación de óvulos tiene unas particularidades especiales que, según Schneider, ameritan un seguimiento a largo plazo. Lo que sucede hoy, resumió la doctora en una entrevista publicada en el diario The New York Times, es que “las donantes pasan desapercibidas”.

Junto a la publicación, los editores de la revista Reproductive Medicine Online escribieron un editorial titulado “Riesgo de cáncer de mama después de la donación de ovocitos: ¿realmente deberíamos preocuparnos?”. En él, Bart Fauser y Juan García Valasco envían un mensaje tranquilizador: “Se puede afirmar con cierto grado de confianza que los datos actualmente disponibles y los cálculos de riesgo general no respaldan la noción de un mayor riesgo de cáncer de mama en donantes de ovocitos”.

Sin embargo, reconocen unos vacíos. “La ausencia de prueba no es lo mismo que la prueba de ausencia”, escriben Fauser y Valasco: “La seguridad siempre debe ser una preocupación importante en relación con cualquier intervención médica, pero especialmente en el caso de voluntarios que se someten a procedimientos potencialmente peligrosos únicamente para ayudar a otros”.

El reporte de Schneider no es el único. Se han publicado otros informes anecdóticos de casos de donantes de óvulos que desarrollan cáncer años después de su donación en Estados Unidos y Reino Unido, pero ninguno de esos estudios tienen un tamaño de muestra significativo y ninguno, tampoco, llega a conclusiones de causalidad. Muchos de ellos concuerdan en que la ciencia está en deuda con estudios que lo comprueben o lo desechen con seguridad.

Dilemas éticos

En el video de la mujer de TikTok del inicio de este artículo, algunos comentarios cuestionaban la naturaleza de una acción altruista que recibe dinero. En Colombia, respondió el Minsalud, la donación de óvulos está regida bajo la Ley 919 de 2004, que define que el donante es la “persona anónima o conocida que proporciona sus gametos” y prohíbe cualquier compensación, ya sea en dinero o en especie.

El Ministerio reconoce que falta regulación “en cuanto a los gastos de transporte y ausentismo laboral, que son mundialmente reconocidos”.

En la mayoría de los centros de reproducción ese “reconocimiento” varía de $1,5 millones a $2,5 millones, con pequeñas excepciones. En Estados Unidos tampoco hay una ley que lo establezca formalmente a nivel nacional, pero la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva publicó unas pautas que, aunque no son de obligatorio cumplimiento, se han tomado como una guía general.

En el documento “Financial Compensation of Oocyte Donors” (“Compensación financiera de donantes de ovocitos”) la asociación norteamericana señala que “los pagos totales a donantes que superen los $US5.000 requieren justificación y las sumas superiores a $US10.000 no son apropiadas”.

Una de las razones que da la organización para permitir esas sumas es que las donantes de óvulos están vendiendo su tiempo, esfuerzo y riesgo, no los óvulos que producen. Una suma muy alta, dice la organización, podría inducir a las mujeres necesitadas a someterse a los riesgos y molestias de la donación de óvulos: “La compensación debe ser justa y no debe ser un incentivo indebido que afecte negativamente la capacidad de un donante para hacer una decisión informada sobre el proceso de donación y los riesgos involucrados en él”.

En el caso de Europa, según reportó en 2020 el European IVF-monitoring Consortium (EIM), la donación de óvulos anónima está prohibida en Alemania, Noruega, Suiza y Turquía. Cada país tiene sus razones, pero en todos ellos, señala Noelia Igareda González en un artículo publicado en la Revista de Antropología Social de la U. Complutense de Madrid, hay una preocupación en común: la comercialización y explotación de las mujeres. Mientras hay legislaciones más restrictivas, hay otras “laxas”, como las de Reino Unido y España, país que concentra, según la EIM, entre el 35 % y el 40 % del turismo reproductivo de Europa.

Algunas investigaciones, que reseña Igareda, han calculado que alrededor del 62 % de los óvulos utilizados en reproducción humana asistida en Europa provienen de donantes españolas. “El perfil de los/as donantes sugiere que la compensación económica es un factor muy importante, cuando no la principal razón para someterse a unos procesos de donación”, describe Igareda.

“A partir de la crisis económica de la década del 2010, el porcentaje de donantes universitarias comenzó a incrementarse considerablemente”, señala Igareda. En Colombia no hay datos del perfil de donantes y mucho menos del turismo alrededor de la recepción y donación de óvulos. Pero algunos expertos que consultamos señalan que el país en realidad tiene mucho turismo en salud en reproducción. Basta buscar en redes sociales para encontrar anuncios que buscan donantes de óvulos para parejas extranjeras.

“Las mujeres que donan óvulos son personas que lo deben hacer de manera altruista. No hay obligación para donar óvulos; quien lo hace, es porque desea ayudar a una pareja en la posibilidad de ser padres, en la esperanza de la vida”, reitera Adriana Arango.

Lo cierto es que los tratamientos de reproducción asistida como la ovodonación son la única posibilidad de tener hijos de miles de parejas al año. Por eso, antes de tomar la decisión, lo recomendado por todos es que la donante conozca los riesgos y considere su acción más allá del dinero.

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