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Todos los días, miles de personas acuden a las droguerías o farmacias en busca de medicamentos. Mientras algunos son más quisquillosos y van a estos locales únicamente con la receta de un médico, otros compran medicamentos sólo por la sugerencia del vendedor. Sin embargo, con receta o sin ella, todas las personas que los tomen están expuestas a varios riesgos, pero son muy pocos los que conocen de ello.
Las reacciones adversas a medicamentos (RAM) son situaciones que pueden afectar a cualquiera que utilice medicinas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una RAM es “cualquier reacción nociva no intencionada que aparece a dosis normalmente usadas en el ser humano”. Estas reacciones –y sus efectos– han demostrado ser una causa importante de hospitalizaciones y muertes cada año en el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, las RAM son una de las diez mayores causas de muerte. Por otro lado, dentro de los territorios de la Unión Europea es la quinta.
Hablando específicamente sobre Colombia, según indica un estudio publicado en la revista Biomédica, realizado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Pereira, los datos sobre las RAM son bastante precarios. A pesar de que el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y el Ministerio de Salud han hecho esfuerzos por fortalecer sus programas de farmacovigilancia, el estudio afirma que “al haber poca información sobre las RAM, los programas en Colombia son deficientes”, y agrega que “la información sobre los reportes de reacciones adversas a medicamentos, sobre todo la recopilada por el Invima, no es pública para su uso académico e institucional”.
Motivados por estos problemas, un grupo de investigadores de la Universidad Tecnológica de Pereira revisó las bases de datos sistematizadas suministradas por la empresa Audifarma S. A., la mayor distribuidora de medicamentos del país, que cubre cerca del 32 % del Sistema General de Seguridad Social en Salud de Colombia. Durante cinco años los investigadores se enfocaron directamente en los reportes de sospecha de reacciones adversas a los medicamentos en donde encontraron cifras preocupantes.
Entre 2007 y 2013, los investigadores encontraron 5.342 reportes de sospecha de reacción adversa a medicamentos en las bases de datos de Audifarma. Las diez ciudades con más reportes fueron las grandes capitales (Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali). Sin embargo, lo alarmante no es tanto esta cifra, sino el incremento que se fue dando año tras año. Mientras que en 2007, primer año del estudio, fueron 198 los reportes de sospecha, en 2012 fueron 2.099. Un incremento de más del 1.000 %, que coincide con la tendencia global. Al final, fueron 468 distintos medicamentos los que recibieron al menos un reporte de sospecha de una reacción adversa.
Los resultados de la investigación
Los medicamentos con el número de reportes más altos fueron los antiinfecciosos para uso sistémico, dentro de los que se encuentran las penicilinas, los medicamentos cardiovasculares, medicamentos para el aparato digestivo y el metabolismo, así como agentes antineoplásicos e inmunomoduladores. Metamizol, enalapril y claritromicina fueron los que tuvieron el más alto número de informes, algo común en el caso de los analgésicos, según indica el estudio.
De todos los reportes registrados, sólo el 61 % indicaba la severidad de la reacción. La gran mayoría fueron moderadas y leves (94,6 %). Dentro de las tres reacciones adversas más comunes, clasificadas según la terminología de reacción adversa de la Organización Mundial de la Salud, fueron los trastornos en la piel, como salpullidos y picazón, con 1.681 casos reportados. En segundo lugar está el malestar general, con 676 reportes y, por último, 562 relacionados con problemas gastrointestinales.
Sin embargo, y como demuestra este estudio, el porcentaje de notificación de RAM en Colombia sigue siendo bastante bajo comparado con otros países. Según Audifarma, de los 54 millones de medicamentos dispensados en 2012, sólo se reportaron un 0,003. Algo grave, pues mientras la cifra de reportes es baja, la de consulta y hospitalización por esta causa va del 1,2 al 45 %.
La pregunta que debe hacerse entonces es: ¿Qué tanta información sobre estas reacciones reciben los pacientes? Una de las grandes dificultades de estos temas es que la discusión termina, casi siempre, en el ámbito académico. Pero, como lo sugiere el estudio, una divulgación más amplia de estas reacciones podría ayudar a entenderlas y prevenir así los efectos que los medicamentos puedan producir. De esta manera, no sólo se ahorrarían unos pesos, sino también varios dolores de cabeza.