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Es cierto que el coronavirus SARS-CoV-2 representa una amenaza para la salud. A estas alturas el número mundial de casos de COVID-19 reportados ya superó los 7 millones con más de 400 000 muertes. Es cierto también que, comparado con otros virus de su especie, es de más fácil contagio. Pero esto no significa la transmisión del virus de persona a persona sea tan sencilla como muchos han creído y temido.
Con el paso de las semanas, desde que el coronavirus se asomó por primera vez en Wuhan, los datos recopilados alrededor del mundo han permitido entender mejor las vías de transmisibilidad del virus. Hoy está claro que el mayor riesgo de contagio está asociado a lugares cerrados, congestionados y contactos prolongados con una persona infectada.
¿Pero qué ocurre al interior de los hogares y entre familiares? ¿Cuál es esa tasa de ataque secundario como la denominan los epidemiólogos, es decir, la probabilidad de que un individuo infectado transmite la enfermedad a un individuo susceptible? Ese fue el objetivo que se trazó Qin-Long Jing y un grupo de investigadores del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Guangzhou, China. Hasta ahora los pocos estudios que se han realizado apuntaba a cifras entre 10% y 20%.
Para responder la pregunta, los científicos chinos tomaron datos del seguimiento a 195 grupos de contacto de personas infectadas entre el 7 de enero de 2020 y el 18 de febrero de 2020 (215 casos primarios, 134 casos secundarios o terciarios y 1964 contactos cercanos no infectados).
“Al identificar los hogares de estos grupos, suponiendo un período de incubación medio de 5 días, un período infeccioso máximo de 13 días y sin aislamiento de casos, la tasa estimada de ataque secundario entre los contactos del hogar fue 12.4% cuando los contactos del hogar se definieron sobre la base de parientes cercanos y 17.1% cuando los contactos del hogar se definieron sobre la base de la dirección residencial”, concluyeron en el trabajo que fue publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases.
Un dato interesante de la investigación es que el riesgo en el hogar fue menor en el grupo de edad más joven (menores de 20 años) y entre adultos de 20 a 59 años comparado con los mayores de 60 años.
“Las personas mayores son las más susceptibles a la transmisión doméstica del SARS-CoV-2. Además de la búsqueda de casos y el aislamiento, se debe implementar el rastreo oportuno y la cuarentena de los contactos cercanos para evitar la transmisión posterior durante el período de incubación viral”, sugieren los autores. (Lea: Una vacuna contra el miedo: entender la transmisión)