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Los trastornos del sueño, que son un grupo de condiciones que provocan cambios en la forma de dormir y pueden afectar la salud y calidad de vida, se presentan en aproximadamente el 30% de los niños en todo el mundo. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Science Direct analizó la prevalencia de estos trastornos en niños entre dos y 12 años, de estratos 1, 2 y 3 de Bogotá, Bucaramanga y Santa Marta.
En total, los investigadores, de la Universidad Javeriana, entrevistaron a 1989 niños y niñas en estas tres ciudades. La prevalencia global de problemas de sueño fue del 39%, concluyeron. Las condiciones, sin embargo, difirieron en cada ciudad. Mientras que en Santa Marta los niños presentaron con mayor frecuencia parasomnias, un desorden que implica comportamientos inusuales que interrumpen el sueño, en Bogotá se presentaron más trastornos respiratorios del sueño. (También puede leer: Es posible que la polio estuviera en las aguas de Nueva York desde abril pasado)
En general, la capital fue la ciudad con mayor frecuencia de problemas de sueño, con frecuencias de 35% para niños de 2 a 5 años y 45,7% para niños de 5–12 años; Bucaramanga, por su parte, tuvo la frecuencia más baja de este tipo de trastornos: para niños entre 2 a 5 años fue del 22% y para niños entre 5 y 12 años, del 29,9%. En Santa Marta la prevalencia de problemas de sueño fue de 35,0%.
Los investigadores explicaron que escogieron realizar la investigación en Colombia, ya que pocos estudios han evaluado los trastornos de sueño en niños que viven a distintas alturas. “Colombia tiene una amplia variación geográfica; aproximadamente el 25% de la población vive en altitudes superiores a los 2.100 metros sobre el nivel del mar”, dice el estudio. (Le puede interesar: Johnson & Johnson suspende la venta de sus populares talcos para bebé todo el mundo)
“Se detectó una alta prevalencia de problemas de sueño y malos hábitos de sueño en la población pediátrica de Colombia, especialmente en las zonas de mayor altitud, lo que amerita mayor investigación”, concluyeron los investigadores. Adquirir más conocimiento sobre esto, dicen, puede ser importante para la detección y el diagnóstico tempranos. Esto representa “la oportunidad de evitar efectos nocivos en el rendimiento escolar, la atención y el desarrollo”, puntualiza el estudio.
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