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¿Cuáles podrían ser las implicaciones de que el covid-19 sea una endemia?

Tener el virus circulante podría tener un efecto beneficioso, pues la infección asintomática o leve mantendría la actividad de nuestro sistema inmune y nos defendería de nuevas infecciones.

John M. González MD, PhD*
28 de febrero de 2022 - 09:20 p. m.
Pasar a endemia indica que el virus seguirá circulando y causando enfermedad, especialmente en personas susceptibles, como las no vacunadas o con enfermedades crónicas.
Pasar a endemia indica que el virus seguirá circulando y causando enfermedad, especialmente en personas susceptibles, como las no vacunadas o con enfermedades crónicas.
Foto: EFE - José Méndez

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De acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua, la palabra endemia significa “enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca”; a diferencia de lo que vivimos actualmente, donde hay una infección por un coronavirus en todo el mundo, es decir, una pandemia.

En las últimas semanas se habla que la infección por SARS-CoV-2 puede pasar de pandemia a endemia, lo que se ha interpretado como si el virus o la enfermedad tendiera no solo a disminuir drásticamente sino, inclusive, a desaparecer. Todo esto dependiendo de la posibilidad latente de que aparezcan nuevas variantes del virus que sobrepasen la capacidad de protección dada por el sistema inmune en personas ya infectadas o vacunadas contra covid-19. Pasar a endemia indica que el microorganismo seguirá circulando entre las personas y causando enfermedad, desde leve hasta severa, especialmente en personas susceptibles.

Existen muchas enfermedades infecciosas endémicas en el mundo como las producidas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la influenza. En el caso del VIH/SIDA, se estima que ha causado más de 35 millones de muertes en el mundo desde la descripción de la enfermedad hace 40 años; no obstante, gracias a los medicamentos anti-retrovirales usados actualmente, las tasas de enfermedad severa y mortalidad han disminuido drásticamente. (Lea: Los deportistas pueden desarrollar contusiones cerebrales a largo plazo)

Las infecciones respiratorias por el virus de la influenza producen cerca de medio millón de muertes anuales en todo el mundo, y esto a pesar de la existencia de una vacuna. Todos estamos familiarizados cuando nos hablan del virus H1N1, letras y números que indican las principales dos proteínas del virus de la influenza y en las que se basa su clasificación. El virus circula infectando diferentes especies, incluyendo los humanos, va mutando y aparecen nuevas variantes del virus. Esta es la razón por la que cada año se produce un nuevo lote de vacunas contra la influenza, que en general contiene las tres variantes de los virus más comunes detectadas en el año anterior. Esto es así en países donde se realiza su vigilancia y producen la respectiva vacuna. Con esta estrategia se busca proteger a las personas, especialmente los susceptibles en este caso: niños menores de 5 años y adultos mayores de 65 años. Un escenario similar al de la vacuna de influenza se esperaría para la inmunización contra el covid-19.

Muchas otras enfermedades son endémicas en el trópico, especialmente trasmitidas por vectores como los mosquitos, como la malaria y el dengue. Enfermedades que han ganado espacio en los últimos años, gracias a la rápida movilidad de la población y el cambio climático. La malaria anualmente produce más de 240 millones de casos en países tropicales y subtropicales, y cerca de 600,000 fallecimientos anuales, lamentablemente en menores de 5 años. Infortunadamente, y a pesar del esfuerzo, apenas ahora se aprueba la vacunación contra la malaria y solo en menores de 5 años de áreas endémicas.

¿Entonces, cuáles son las implicaciones de la endemia? Pese a todo lo que ocurre, tener el virus circulante podría tener un efecto beneficioso ya que la infección asintomática o leve nos mantendría la actividad del sistema inmune y nos defendería de nuevas infecciones, esto especialmente en personas vacunadas. Imaginemos el escenario apocalíptico que ocurriría si una infección como la viruela apareciera de nuevo en escena, enfermedad ya erradica de la faz de la tierra. Muchos de nosotros no estamos vacunados contra ella y además el sistema inmune no ha visto y no reconocería el virus. Millones de personas enfermaríamos o moriríamos rápidamente en semanas. (Lea: Carolina Cruz aconseja limón y bicarbonato para la piel: ¿por qué es una mala idea?)

Algo muy diferente para el caso actual con SARS-CoV-2, donde nos infectamos y nos podemos defender de futuras infecciones, para lo que además disponemos de vacunas que nos ayudan a reforzar la inmunidad. Pero, aún existen personas no vacunadas o vacunadas muy susceptibles al virus como aquellas con enfermedades crónicas o afectadas por medicamentos que debilitan la respuesta de defensa inmunitaria.

Así que muchas medidas de control usadas durante pandemia se quedarán, pero la adherencia a estas medidas personales y comunitarias continúan siendo potestad de cada individuo. Algo así como el manual de urbanidad de Carreño para las infecciones: si tiene enfermedad respiratoria quédese en casa la fase sintomática, lávese las manos, descontamine las superficies que entraron en contacto con secreciones, guarde distancia de otras personas, ventile los espacios y use el tapabocas mientras se resuelve el proceso. (Le puede interesar: OMS pide corredores seguros para entregar suministros médicos en Ucrania)

*Profesor Titular

Facultad de Medicina, Universidad de los Andes

Por John M. González MD, PhD*

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