Los insecticidas utilizados desde la década de 1970, para rociar las casas y los mosquiteros con el fin de proteger a los niños que duermen, se han vuelto mucho menos eficaces
Foto: EFE - Orlando Barría
BUSIA, Kenia — A lo largo de cientos de kilómetros de la costa del lago Victoria, en Kenia, un escuadrón de jóvenes científicos y un ejército de voluntarios libran una guerra sin cuartel contra una criatura que amenaza la salud de más personas que ninguna otra en la Tierra: el mosquito.
Prueban nuevos insecticidas e ingeniosas formas de administrarlos. Se asoman a las ventanas por la noche en busca de los mosquitos que acechan a las personas dormidas. Recogen sangre —de bebés, de conductores de mototaxis, de pastores de cabras y de sus cabras—...