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El dengue ha sido una de las preocupaciones más recurrentes de la Organización Mundial de la Salud en lo que va de año. Desde principios de 2023, se han registrado brotes de dengue de magnitud considerable en la Región de las Américas, superando por mucho a los registrados durante 2022. Pero, al parecer, comienzan a haber buenas noticias.
En el último reporte sobre la enfermedad, con corte al 19 de diciembre, la OMS señala que ya se observa una tendencia a la disminución de casos en el mundo. En lo que va corrido del año epidemiológico de 2023, la organización sanitaria reporta un total de 4.2 millones de casos sospechosos de dengue en las Américas, lo que representa un incremento de 57% y 115% en comparación al mismo periodo del 2022 y del promedio de los últimos 5 años, respectivamente.
De esos 4.2 millones de casos, 1.9 millones fueron confirmados por laboratorio y 7.030 fueron clasificados como dengue grave. Hasta el momento, el organismo registra un total de 2.101 muertes por dengue, para una letalidad del 0.049%.
Los cuatro tipos del virus del dengue (DENV1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4) fueron detectados. En nueve países de esta región, específicamente en Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela, se ha confirmado la presencia simultánea de los cuatro serotipos del virus del dengue. Esto significa que en estos países circulan activamente todas las variantes conocidas del virus del dengue.
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Si se hace un análisis por cada país, se concluye que para esta semana en naciones como Argentina y Perú los casos disminuyeron, mientras que en Colombia, Brasil y Paraguay los casos aumentaron. La OMS ha determinado que el riesgo de dengue es alto a nivel regional debido a la amplia distribución de los mosquitos Aedes spp. (especialmente de Aedes aegypti), el riesgo continuo de enfermedad grave y muerte, y la expansión fuera de las zonas históricas de transmisión del virus, donde toda la población, incluidos los trabajadores de la salud, pueden desconocer los signos de alarma.
Las consecuencias de la actual situación epidemiológica dependen de varios factores, como la capacidad existente para dar una respuesta coordinada de salud pública, el inicio anticipado de la temporada de arbovirus, la elevada densidad de mosquitos y los posibles efectos del cambio climático y el fenómeno de El Niño, la falta de actividades de vigilancia y control antivectorial durante la pandemia de covid-19 y el elevado porcentaje de población susceptible a los arbovirus existente en la región.
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Según la OMS, en algunas zonas, la falta de establecimientos médicos y los problemas de acceso debido a la orografía dificultan que la población pueda acceder a los servicios de atención básica de salud. Precisamente en esas zonas, la población suele automedicarse, y en los casos de dengue el ibuprofeno, el ácido acetilsalicílico (aspirina) y otros antiinflamatorios no esteroideos están contraindicados, ya que pueden agravar la gastritis o las hemorragias y aumentar el riesgo de muerte.