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Rafael es un nonagenario que conocí cuando le daban salida del hospital de Bocagrande, en Cartagena. Para un médico cachaco, como yo, fue una sorpresa ver que a un señor de 98 años le hubieran puesto una prótesis de cadera. El internista me explicó que salvo el dolor que le producía la artrosis, y su osteoporosis, su estado de salud era bueno. No tenía enfermedades crónicas, y su salud mental era aceptable, me dijo. Y agregó, “este tipo de pacientes longevos son muy frecuentes en la costa”. (Lea Tutela que negaron a Minsalud no es contra 21 EPS, sino por caso Sanitas-Cruz Verde)
Esa misma tarde consulté la base de datos de COOSALUD EPS, empresa a la que Rafael está afiliado y para la cual trabajo en el Centro de Investigación e Innovación en Salud (CIISA). Noté que el número de longevos era grande. Unos instantes después, constaté que la longevidad es poco estudiada en Colombia, aunque es un problema de salud pública, pues la pirámide poblacional se ha invertido y el país lleva la delantera entre los que más rápido envejecen. Adicionalmente, las escuelas de geriatría son pocas y el número de geriatras y gerontólogos es insuficiente.
Por lo tanto, diseñamos y adelantamos un estudio de centenarios, aquellas personas que han vivido cien o más años, y que corresponden al extremo de la longevidad. Son ellos los que realmente nos pueden enseñar cómo llegar bien a viejos. Un primer análisis fue publicado recientemente. Se trató de un estudio retrospectivo, en el que 2.964 centenarios fueron incluidos. Posteriormente, invitamos a otros colegas y creamos la Alianza Centenarios (CIISA, Universidad EIA de Medellín, Universidad de la Costa y Clínica de la Costa, de Barranquilla; y Universidad Javeriana de Bogotá) para estudiar, de manera personalizada y con un modelo traslacional, a los centenarios, a sus familiares y cuidadores. (Lea Todo parece indicar que el Invima ya tiene director)
En el trascurso de la inclusión de los primeros 100 centenarios, los aprendizajes han sido enormes. La longevidad y los centenarios aumentan cada vez más, pero pareciera que la sociedad les diera la espalda y los discriminara (edadismo). El subsidio de ochenta mil pesos mensuales que el gobierno les otorga, algunas leyes y normas que se han promulgado, los centros municipales y las iniciativas departamentales aisladas, no son suficientes para su bienestar y salud.
Durante las consultas que hemos adelantado observamos las opiniones antagónicas que tienen los familiares y sus cuidadores. Para ellos el estado de salud es bueno: “mi abuela canta y baila”, pero en realidad está desnutrida y demente. La gran mayoría se ha caído y, en algunos casos, presentando fracturas. La discapacidad auditiva y visual, así como la falta de dentadura están presentes en muchos de ellos; y son responsables, en gran parte, del aislamiento, la depresión y la desnutrición. Paradójicamente, el cáncer y las enfermedades autoinmunes son muy escasas o inexistentes en esta población.
Otra realidad de los centenarios es la falta de guías de atención y el desconocimiento, por parte del personal de salud, de las características clínicas del adulto mayor en general, y de los centenarios, en particular. Por ejemplo, es llamativo el sobrediagnóstico de hipertensión arterial y de enfermedad renal crónica; así como el exceso de medicamentos (polifarmacia) innecesarios. Adicionalmente, no hay instrumentos y diagnósticos adaptados para la salud mental. Considerar la depresión y la soledad como normales, hace que la atención en salud para ellos sea precaria, y se induzca a conductas edadistas. Todo lo cual limita las oportunidades de diagnóstico y tratamiento oportunos y adecuados.
El edadismo es la discriminación por razón de la edad, especialmente de las personas mayores o ancianas. Las tres formas más frecuentes de edadismo son la infantilización, la despersonalización y la deshumanización, señala el glosario sobre edadismo, que publicó la fundación española “la Caixa”, en el que se resalta que “si se da por hecho la falsa creencia de que la soledad es inherente a las personas mayores y que éstas tienen que acostumbrarse a ella, nada se hará para ayudarlas a afrontarla. Se invisibiliza al colectivo de las personas mayores, porque se da por hecho que poco o nada tienen que aportar”. Así mismo, como se asume erróneamente que no tienen nada que aportar, se las excluye del entorno laboral; y como se considera que nada se puede hacer por ellas, se les limitan cuidados o tratamientos que pueden necesitar.
El edadismo se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social y soledad, una mayor inseguridad financiera, una menor calidad de vida y unas mayores tasas de muertes prematuras, afirma la Organización Mundial de la Salud, que calcula que más de seis millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo. El edadismo puede observarse simultáneamente con otras actitudes discriminatorias como el capacitismo (discriminación o prejuicio social contra las personas con discapacidad), el clasismo, el sexismo y el racismo, lo que aumenta el efecto negativo sobre la salud y el bienestar de la población longeva. Según un estudio reciente, en el que se incluyeron 83.034 participantes de 57 países, al menos una de cada dos personas tiene actitudes edadistas moderadas o altas. A pesar de la magnitud del problema y sus impactos negativos en la salud, la discriminación por edad sigue siendo un problema de salud global al que no se le presta la atención requerida.
Colombia no es la excepción. En el país el edadismo es un tema muy poco tratado, por no decir desconocido, aún en las facultades de Medicina. Sin embargo, actualmente cursa en la Cámara de Representantes el proyecto 244/2023C, que define parámetros para que las empresas de carácter público o privado garanticen la estabilidad laboral de los adultos medios y adultos mayores, como medida para prevenir el edadismo; definiéndose nuevas competencias y advertencias cuando por esta causa pueda suceder. Ojalá este proyecto se cumpla, sea una realidad y permita la concientización sobre el edadismo y otras actitudes discriminatorias en contra de las personas longevas. Aquí todo puede pasar, a pesar de todo.
*MD, PhD - Centro de Investigación e Innovación en Salud (CIISA), COOSALUD EPS.
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