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Deterioro cognitivo, otra de las consecuencias del consumo de comida chatarra

Tras analizar por más de ocho años los datos de 10.775 participantes, una investigación concluyó que el consumo de alimentos ultraprocesados está asociado con el deterioro cognitivo global.

05 de diciembre de 2022 - 11:17 p. m.
Para los investigadores, limitar el consumo de alimentos ultraprocesados “especialmente en adultos de mediana edad, puede ser una forma eficaz de prevenir el deterioro cognitivo”.
Para los investigadores, limitar el consumo de alimentos ultraprocesados “especialmente en adultos de mediana edad, puede ser una forma eficaz de prevenir el deterioro cognitivo”.
Foto: Getty Images/iStockphoto - Prostock-Studio
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En los últimos años, la ciencia ha ido describiendo los efectos nocivos que tiene sobre el cuerpo humano el consumo de comida chatarra o, en términos más técnicos, de alimentos ultraprocesados. Desde hace tiempo, por ejemplo, se sabe del vínculo que existe entre el consumo de estos alimentos y la obesidad. (Puede leer: Petro quiere reabrir los mataderos. ¿Qué pasaría con el bolsillo y la salud?)

Mientras que, en los últimos meses, investigaciones publicadas en la prestigiosa revista British Medical Journal (BMJ) han señalado que el elevado consumo de ultraprocesados aumenta el riesgo de padecer cáncer de colón en los hombres, así como incrementan el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares.

Ahora, un nuevo estudio realizado en Brasil abordó la asociación entre el consumo de comida chatarra y el deterioro cognitivo. Los resultados fueron publicados este lunes (5 de diciembre) en el Journal of the American Medical Association (JAMA). (Le puede interesar: Aprueban en Estados Unidos el primer tratamiento hecho con heces. ¿De qué se trata?)

La investigación, liderada por Natalia Gomes Goncalves de la Escuela de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), analizó durante ocho años los datos de 10.775 funcionarios públicos que trabajaron en seis de las ciudades más importantes de este país. A la par de la recopilación de las dietas de cada uno de los participantes, el grupo encabezado por la doctora Gomes, ejecutaba pruebas para medir el desempeño cognitivo.

En el ámbito de la memoria, señala el documento, se incluían “pruebas de recuerdo inmediato, recuerdo tardío y reconocimiento de listas de palabras”. Para el ámbito de la función ejecutiva, se incluyeron pruebas de fluidez verbal semántica y fonémica. Además, los participantes fueron divididos en cuatro grupos (también conocidos como cuartiles) dependiendo de la contribución energética que tuvieran los alimentos ultraprocesados en el día a día. En el primer cuartil, era de 0 al 19,9%; en el segundo, del 20 al 26,7%; en el tercero, del 26,8% al 34,1%; y, finalmente, el último cuartil era del 34,2% al 72,7%. (También puede leer: China empieza a aliviar su política de “cero covid”. La OMS lo celebra)

Lo que encontraron tras los años de seguimiento y las pruebas, fue que los participantes de los tres cuartiles más altos, es decir que tenían un consumo de alimentos ultraprocesados por encima del 19,9%, presentaron una tasa de deterioro cognitivo global un 28% más rápida en comparación con los del primer cuartil. Un resultado similar se observó en el deterioro de la función ejecutiva, pues esta fue un 25% más rápida en los cuartiles 2,3 y 4, con respecto al primero.

Para los investigadores, limitar el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés) “especialmente en adultos de mediana edad, puede ser una forma eficaz de prevenir el deterioro cognitivo”. Sin embargo, advirtieron que se necesitan más estudios que indaguen por el mecanismo que lleva a que la comida chatarra genere deterioro cognitivo, así como otros que permitan confirmar los hallazgos de esta investigación. (Le puede interesar: Los detalles de LC16m8, la vacuna japonesa que donarán a Colombia)

Pero, ¿cómo limitar o reducir el consumo de esos alimentos? Hace unos meses, Carlos Monteiro y Geoffrey Cannon investigadores de la Universidad de São Paulo y referentes a nivel mundial en estos temas, apuntaron algunas claves para resolverla.

“La solución racional son las políticas públicas oficiales, incluidas las directrices y la publicidad que aconsejan evitarlo; y las acciones, incluidas las leyes, destinadas a reducir la producción y el consumo de alimentos ultraprocesados y a restringir o, preferiblemente, prohibir su promoción”, apuntaron en un editorial que publicaron en el BMJ a finales de agosto de este año.

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