Dormir mal podría afectar la respuesta de los anticuerpos alrededor de la vacunación
Un grupo de investigadores realizó un análisis de cómo puede impactar dormir menos de 6 horas la generación de anticuerpos, claves en la defensa del cuerpo contra patógenos dañinos. Los científicos creen que sus hallazgos pueden ayudar a crear estrategias para aumentar el efecto beneficioso de la vacunación.
Vacunar es una de las herramientas más importante para la salud en una sociedad cada vez más globalizada. La pandemia de covid-19 demostró la importancia de las vacunas, logrando que se salvaran millones de vidas. Entender cómo actúa la protección conferida por una vacuna es clave para seguir mejorando su impacto. Se sabe, por ejemplo, que dicha protección depende de la magnitud de la respuesta inmunitaria.
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Vacunar es una de las herramientas más importante para la salud en una sociedad cada vez más globalizada. La pandemia de covid-19 demostró la importancia de las vacunas, logrando que se salvaran millones de vidas. Entender cómo actúa la protección conferida por una vacuna es clave para seguir mejorando su impacto. Se sabe, por ejemplo, que dicha protección depende de la magnitud de la respuesta inmunitaria.
Para entender este tema, hay que concentrarse primero en una proteína llamada anticuerpos. Cuando el sistema inmunitario detecta sustancias dañinas, produce anticuerpos, que tienen como función defender al cuerpo de ese agente extraño. Los seres humanos tenemos miles de anticuerpos diferentes que responden a diferentes patógenos dañinos. Lo que hacen las vacunas, en términos muy básicos, es inducir al sistema inmunitario a producir los anticuerpos que necesita para defenderse de un patógeno nuevo.
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Por eso, y después de cualquier vacunación, los científicos revisan el número de anticuerpos que se crean, y eso les indica el nivel de inmunidad de las personas. Es normal que esa inmunidad se reduzca con el paso del tiempo para cualquier vacunación (por eso existen los refuerzos), pero para los investigadores es clave entender qué elementos interactúan en esa reducción, sobre todo cuando se trata de emergencias como una pandemia o epidemia. En este escenario, el sueño parece tener la capacidad de influir para bien o para mal.
En 2002, un estudio de restricción del sueño en los días posteriores a la vacunación contra la influenza, mostró que los anticuerpos 10 días después de la inoculación eran menos de la mitad de los medidos en los sujetos de control que no tuvieron ninguna restricción en su sueño. A pesar de eso, investigaciones posteriores mostraron resultados mixtos que no han permitido a los científicos llegar a una conclusión.
Varios autores han pedido un examen exhaustivo de la hipótesis de que tener cantidades saludables de horas de sueño en el momento de la vacunación podrían aumentar y extender el efecto protector. Para resumir la evidencia existente, un grupo de investigadores liderado por la Dra. Karine Spiegel, del Instituto Nacional de Salud y Medicina de Francia, en Lyon, se propuso revisar la evidencia que se ha publicado en el mundo.
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Primero, identificaron un total de 165 estudios en humanos de PubMed que incluían términos de sueño y vacunación. Se excluyeron 149 artículos después de ser revisados por título y resúmenes cuando el diseño del estudio y/o las variables no permitían determinar si la duración del sueño nocturno corto estaba relacionada con la respuesta de anticuerpos después de la vacunación en adultos sanos. Por lo tanto, 19 estudios se sometieron a una revisión de texto completo con una discusión durante las reuniones del equipo.
Después de ese último filtro, se excluyeron doce estudios más por razones que variaron entre no incluir la evaluación de la duración del sueño o la respuesta de anticuerpos a la vacuna. Finalmente, entonces, los investigadores basaron su análisis, publicado en Current Biology, en 7 estudios que cumplieron sus criterios. Esas siete investigaciones involucraron vacunaciones contra la influenza y la hepatitis A y B.
El resultado principal es que la corta duración del sueño (es decir, menos de 6 horas de sueño en la noche), en adultos de 18 a 60 años, se asoció con una disminución en la respuesta a la vacunación.
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Dado que el sexo puede afectar esa respuesta, los científicos analizaron el impacto del sueño diferenciándolo por hombres y mujeres. Descubrieron que el efecto del sueño fue grande y muy significativo para ellos, mientras que fue más pequeño y no tan significativo para ellas, probablemente, anotaron, debido a las variaciones en los niveles de hormonas sexuales según la fase del ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos hormonales, el estado menopáusico y uso de reemplazo hormonal en mujeres posmenopáusicas.
Los investigadores recuerdan que la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos recomienda de 7 a 9 h de sueño para adultos sanos y de 7 a 8 h de sueño para adultos mayores de 65 años. Entender claramente cómo interactúa eso con las vacunas puede ser incluso muy importante en el escenario actual de covid-19.
“Aunque la vacunación sigue siendo la estrategia más importante para controlar la pandemia actual de covid-19, quedan por identificar intervenciones conductuales simples que podrían impulsar la respuesta a la vacuna. Como sugiere nuestro metanálisis, las cantidades adecuadas de sueño (al menos 6 h/noche) durante los días que rodean el momento de la vacunación pueden mejorar la respuesta humoral a diversas cepas de virus”.
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Sin embargo, los investigadores dejan claro que se necesitan estudios a gran escala para, primero, definir la ventana de tiempo antes y después de la vacunación en la que la optimización de la duración del sueño puede tener un impacto beneficioso; segundo, para delinear el impacto de las hormonas sexuales en la relación entre la duración del sueño y la respuesta de anticuerpos a la vacunación en mujeres; y tercero, para estimar la cantidad de deuda de sueño capaz de afectar negativamente la respuesta de esos anticuerpos.