Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En los últimos años, los expertos han señalado que la mejor alternativa para destruir las células tumorales sin dañar a las sanas es la inmunoterapia, que se encarga de movilizar el sistema inmunitario del paciente para hacer frente específicamente a las células cancerosas.
El problema es que el tumor de cada paciente tiene un conjunto único de mutaciones que primero deben ser identificadas, lo que requiere de estrategias personalizadas de vacunación. Las vacunas se diseñan para adaptarse a la constelación particular de una persona y las mutaciones de su cáncer.
Las vacunas se describen en artículos publicados en Nature como los primeros estudios en informar que el enfoque - que está ganando apoyo en la academia y la industria - podría combatir el cáncer en los seres humanos. También proporcionan sugerencias sobre las formas de aumentar el poder de las vacunas combinándolas con tratamientos que se dirigen al sistema inmunológico.
No obstante, para las vacunas contra el cáncer personalizadas, los componentes se adaptan a cada paciente y se administran después de que el cáncer ya ha aparecido - en lugar de tener como objetivo prevenir la ocurrencia. Los resultados confirman que ambas estrategias proporcionan beneficios clínicos a los pacientes con melanoma de alto riesgo. El objetivo es desarrollar tratamientos a medida de inmunoterapia contra los tumores.
En principio, las vacunas son similares a las utilizadas contra las enfermedades infecciosas: componentes únicos de un invasor extranjero - las células cancerosas, en este caso - se mezclan con agentes que estimulan una respuesta inmune. La mezcla se inyecta en el paciente, con la esperanza de desencadenar un ataque inmune lo suficientemente fuerte para vencer al invasor.
¿En qué consistió el estudio?
Los investigadores comenzaron por la secuenciación de los genes que codifican las proteínas en el tumor de cada paciente. Seleccionaron las proteínas mutantes que tenían más probabilidades de generar una respuesta inmune y las utilizaron como base para sus vacunas.
Uno de los grupos, dirigido por Catherine Wu en el Instituto de Cáncer Dana-Farber en Boston, Massachusetts, trató a seis personas con melanoma, un tipo de cáncer de piel. Para cada persona formularon una vacuna que contenía hasta 20 fragmentos de proteínas correspondientes a las mutaciones en sus tumores. Los participantes, que recibieron cirugía para extirpar sus tumores habían sido considerados de alto riesgo de recurrencia del cáncer, pero no debían recibir más tratamiento a menos que su cáncer volviera y tenían posiblidades de que eso sucediera, pues según explica Wu, el melanoma regresa a la mitad de los pacientes.
Dos años más tarde, cuatro de esos pacientes no habían visto regresar sus tumores y, aunque los tumores crecieron en los dos participantes restantes, ambos experimentaron una remisión completa cuando se trataron posteriormente con un fármaco que despierta el sistema inmune bloqueando una proteína llamada PD-1.
En el segundo trabajo publicado, el cual realizaron expertos de varias instituciones alemanas, se recoge el ensayo en fase I de la primera aplicación humana de una vacuna basada en ARN personalizado, un componente que codifica hasta diez proteínas mutadas en cada paciente. Esta nueva estrategia de vacunación, realizada en 13 pacientes con melanoma, está dirigida a los antígenos del cáncer llamados neoepítopos –fragmentos proteínicos que pueden ser reconocidos por el sistema inmunitario y que sirven como marcadores para identificar y luchar contra el cáncer–.
Finalmente, respecto a si este hallazgo podría cambiar los diferentes patrones en el tratamiento del cáncer, los autores afirman que de momento se ha trabajado para determinar las mutaciones más adecuadas para cada paciente, adaptar la vacuna y monitorizar los marcadores para valorar si se producía una fuerte respuesta antitumoral.