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La semana pasada, se reportó que el lunes, martes y miércoles fueron los días más calurosos de la historia. En dos de estos días, se registró una temperatura media del aire en la superficie del planeta de 17,18 °C. Esta cifra superó la anterior más alta reportada anteriormente, en 2016.
Estas altas temperaturas no son solo preocupantes por lo que significan para el proceso de cambio climático, sino también por sus impactos en la salud humana. Se sabe que las olas de calor y temperaturas extremas, por ejemplo, influyen directamente en el número de muertes.
Según el último informe de la revista The Lancet Countdown, el número de muertes en Sudamérica aumentó un 160 % entre 2017-2021 y 2000-2004, por las olas de calor. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Applied Physiology concluyó que incluso el calor moderado puede causar que los corazones de las personas se esfuercen cada vez más. (También puede leer: Las estudiantes de especialidades médicas también sufren acoso sexual y laboral)
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State) realizaron el estudio con el propósito de “identificar las condiciones ambientales específicas (combinaciones de temperatura ambiente y presión de vapor de agua) en las que comenzaba a producirse la deriva cardiovascular”.
Esta hace referencia a un aumento continúo de la frecuencia cardíaca. Después de identificar esto, apuntaron a comparar esos entornos “con los límites ambientales para el mantenimiento del equilibrio térmico”, escribieron en el artículo.
Entonces, ¿cuál es el punto a partir del que se empieza a aumentar la frecuencia cardíaca? Los investigadores encontraron que temperaturas de aire de 34° C en condiciones de humedad pueden empezar a exigir más al corazón. Y esto se presenta incluso antes de que la temperatura interna de una persona empiece a subir.
“Va a haber más gente expuesta a olas de calor y potencialmente en riesgo”, afirmó al portal especializado Nature Rachel Cottle, investigadora en fisiología del ejercicio de la Universidad Estatal de Pensilvania en State College y coautora del trabajo. (Le puede interesar: Comer más de estos seis alimentos podría prevenir enfermedades cardiovasculares)
Agregó, sin embargo, que identificar justamente la combinación de temperatura y humedad que pone en peligro el corazón o le exige más podría servir de base para formular estrategias que protejan la salud humana en un mundo con temperaturas cada vez más altas.
Para llegar a las conclusiones, los investigadores le pidieron a 51 participantes jóvenes y sanos que realizaran una actividad física ligera dentro de una cámara ambiental. En ese espacio, la temperatura o la humedad aumentaba cada 5 minutos.
El equipo monitoreó la temperatura interna de los participantes, así como su frecuencia cardíaca. A medida que aumentó la temperatura de la cámara, esta frecuencia empezó a incrementar, después alcanzó una especie de meseta y luego continuó subiendo.
De hecho, anotaron los investigadores, la frecuencia siguió subiendo después de terminado el experimento, lo que indica sobrecarga cardiovascular. A diferencia de condiciones húmedas, donde esta se empezó a presentar a partir de temperaturas de aire de 34° C, en aires secos, la deriva cardiovascular se registró a partir de 41° C.
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