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Una investigación que incluyó datos de más de 356.052 personas en Reino Unido identificó unos 39 factores de riesgo potenciales de desarrollo de demencia de inicio joven. Entre algunos de esos factores está, por ejemplo, el aislamiento social o el consumo de alcohol, algo con cada vez tiene más consenso científico.
La investigación, publicada en JAMA Neurology y realizada por científicos de las universidades de Exeter y Maastricht, se centró en lo que se conoce como demencia de inicio joven, también conocida como demencia precoz o demencia temprana. Se trata de un conjunto de trastornos neurocognitivos que afectan a personas menores de 65 años, aunque no hay un límite de edad estricto para su definición. La demencia es causada por distintas enfermedades o lesiones que afectan directa e indirectamente al cerebro. La enfermedad de Alzheimer, que es la forma más común, representa entre un 60% y un 70% de los casos.
A diferencia de la demencia típica asociada con la vejez, la demencia de inicio joven se presenta en etapas más tempranas de la vida adulta. Casi 4 millones de personas en todo el mundo experimentan síntomas de demencia antes de los 65 años, y cada año se diagnostican 370.000 personas, según la OMS.
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La demencia de inicio joven plantea muchos desafíos para la salud global, ya que puede pasar desapercibida o malinterpretarse como problemas de comportamiento o psicológicos en lugar de trastornos neurodegenerativos. Para comprender más sobre esta condición, los investigadores utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido, con evaluación inicial entre 2006 y 2010 y seguimiento hasta el 31 de marzo de 2021 para Inglaterra y Escocia, y hasta el 28 de febrero de 2018 para Gales.
De los 356.052 participantes en el estudio, 55.3% eran mujeres. El estudio identificó los factores que estaban significativamente relacionados con un mayor riesgo de demencia de inicio joven. Estos factores incluyen, por ejemplo, menor nivel educativo formal, bajo estatus socioeconómico, portar 2 alelos apolipoproteína ε4 (un gen asociado con un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer), deficiencia de vitamina D, altos niveles de proteína C reactiva (un marcador de inflamación) o antecedentes de accidente cerebrovascular, diabetes, enfermedad cardíaca y depresión, entre otros. Algo interesante es que se concluyó que el trastorno por consumo de alcohol y el aislamiento social son también factores potenciales de demencia de inicio joven.
“Además de los factores físicos, la salud mental también juega un papel importante, incluido evitar el estrés crónico, la soledad y la depresión. Me sorprendió el hecho de que esto también sea evidente en la demencia de aparición temprana y puede ofrecer oportunidades para reducir el riesgo en este grupo”, dijo, citado por The Guardian, Sebastian Köhler, profesor de neuroepidemiología y uno de los autores de la investigación.
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En los últimos años, ha habido un consenso cada vez mayor de que la demencia está relacionada con algunos factores de riesgo modificables específicos. Que sean modificables es muy importante porque actualmente no hay ningún tratamiento para la demencia. Por ejemplo, se sabe que hay 12 factores de riesgo como menor educación, hipertensión, discapacidad auditiva, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes, escaso contacto social, consumo excesivo de alcohol, traumatismo craneoencefálico y contaminación del aire, que si se atacan pueden reducir el riesgo de demencia.
“En conjunto, los 12 factores de riesgo modificables representan alrededor del 40% de las demencias en todo el mundo y, en consecuencia, en teoría podrían prevenirse o retrasarse”; dijo hace unos años la Comisión Lancet de 2020 sobre prevención, intervención y atención de la demencia.
Los investigadores de este nuevo estudio están de acuerdo: concluyeron que estos factores modificables deberían ser considerados en futuras iniciativas de prevención de demencia y podrían ofrecer nuevas posibilidades terapéuticas para la demencia de inicio joven. Es decir, al abordar y controlar estos factores, podría ser posible reducir el riesgo o retrasar la aparición de la demencia en personas más jóvenes.
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