El enredado camino para poner sellos de advertencia a la comida chatarra en Colombia
En algunos supermercados ya hay productos ultraprocesados con un nuevo etiquetado; pero la figura ha desatado una intensa discusión entre salubristas y el Ministerio de Salud.
Sergio Silva Numa
La semana pasada ocurrió algo particular en México. Tras hacer una visita a varios supermercados, el gobierno decidió retirar más de 10.000 productos que hacen parte de la llamada comida chatarra. Galletas Oreo, Cheetos, Doritos y gaseosas de Coca-Cola fueron algunos de los artículos que decomisaron porque la industria no había cumplido con la regla de poner avisos claros que indiquen que esos alimentos son altos en azúcar, sodio, grasas o calorías. Algunas compañías también habían intentado saltarse la ley poniendo esas advertencias en la parte lateral o posterior de los paquetes, cuando la orden en ese país es que se pongan al frente. (Lea El proceso para integrar la vacunación covid-19 al Plan Nacional de Vacunación)
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La semana pasada ocurrió algo particular en México. Tras hacer una visita a varios supermercados, el gobierno decidió retirar más de 10.000 productos que hacen parte de la llamada comida chatarra. Galletas Oreo, Cheetos, Doritos y gaseosas de Coca-Cola fueron algunos de los artículos que decomisaron porque la industria no había cumplido con la regla de poner avisos claros que indiquen que esos alimentos son altos en azúcar, sodio, grasas o calorías. Algunas compañías también habían intentado saltarse la ley poniendo esas advertencias en la parte lateral o posterior de los paquetes, cuando la orden en ese país es que se pongan al frente. (Lea El proceso para integrar la vacunación covid-19 al Plan Nacional de Vacunación)
En los últimos años, en México —como en Colombia— hubo una intensa discusión para cambiar el etiquetado de ese tipo de productos, culpables, en parte, de los altos índices de obesidad que sufren muchos países. Como aquí, hubo posturas a favor y en contra y debates entre salubristas, organizaciones no gubernamentales y representantes de las empresas. Tras casi una década, resolvieron que desde octubre de 2020 aquellos artículos debían contar con un nuevo etiquetado frontal en el que se incluyeran sellos negros octagonales (como el de la imagen inferior) que advirtieran si unas galletas o papas fritas, por poner un ejemplo, tienen exceso de calorías, azúcares, sodio o grasas trans. La idea era que esa medida contribuyera a frenar las preocupantes cifras mexicanas: el 70 % de sus habitantes padece sobrepeso y casi una tercera parte sufre de obesidad.
En Colombia también ha habido vehementes debates para definir qué etiquetado deben llevar los alimentos ultraprocesados. Aunque hace un año la discusión parecía zanjarse con la expedición de la llamada “Ley de Comida Chatarra” (Ley 2120 de 2021), en estas últimas semanas ha revivido. ¿La razón? En algunos supermercados empezaron a aparecer productos con unos avisos redondos y negros que advertían que su contenido era alto en azúcares añadidos, sodio o grasas saturadas.
Su aparición obedecía al cumplimiento de una resolución (la 810 de 2021) que expidió el Ministerio de Salud poco antes de que el Congreso le diera luz verde a la ley. El 16 de junio la cartera de Fernando Ruiz publicó un documento en el que detallaba que Colombia no optaría por poner sellos octagonales (como México) sino redondos. En la siguiente imagen se puede ver la diferencia:
La venta de esos nuevos empaques no cayó nada bien entre algunos salubristas. “Nos preocupa lo que está sucediendo porque ese sello no es el más efectivo. No tiene un buen soporte técnico. El que deberíamos utilizar es el modelo implementado en Chile [de sellos octagonales]”, dice Luis Fernando Gómez, médico y profesor de la Universidad Javeriana.
Junto a varios investigadores de salud pública de la Universidad de Carolina del Norte, Chape Hill (EE. UU.), y de la U. Nacional, en octubre de 2020, Gómez publicó un artículo en la revista Nutrients en el que evaluaba cuál era el sello más efectivo para consumidores colombianos. Para saberlo habían hecho un panel en línea con 1.997 personas mayores de 18 años, a las que les preguntaron sobre los cuatro modelos que se están usando en el mundo (ver imagen). La mayoría (49 %) dijo que las advertencias octagonales eran las que más los disuadían de consumir con alto contenido de nutrientes preocupantes. El 27 % eligió la del triángulo y el 21 % seleccionó la del círculo, que fue la que implementó el Minsalud.
“Ahora tememos que ese ‘alto’ que está en los productos colombianos sea entendido como ‘bueno’ por algunos consumidores o que la industria aproveche el círculo y desoriente a los compradores porque lo pueden asociar con círculos de calidad”, añade el profesor Gómez. Para él, el Minsalud está actuando con una “gran ambigüedad”.
Se refiere a que, pese a que la Ley que expidió el Congreso y fue sancionada por el presidente Iván Duque ordena que el etiquetado se debe basar en “la mayor evidencia científica disponible y libre de conflicto de intereses”, el Minsalud optó por el camino previo que ya había detallado en su resolución.
¿Por qué? Germán Escobar, viceministro de Salud, tiene una explicación: “A nosotros, como Ministerio, un juez nos ordenó expedir esa reglamentación en un período de dos años y así lo hicimos luego de múltiples mesas de trabajo con organizaciones de la sociedad civil e interesados. Era irresponsable no expedirla cuando ya estaba lista. Esa resolución fue un avance como país”.
En palabras de Escobar, ahora la ruta a seguir es realizar un estudio independiente que liderará una institución colombiana para cumplir la ley y saber cuál es el mejor sello, acorde con la evidencia científica disponible. Aún no la han seleccionado porque, explica, el Minsalud está ultimando los detalles contractuales para hacer la convocatoria.
El problema es que el tiempo se le agota al Gobierno: le quedan menos de cuatro meses antes de que se posesione el nuevo presidente. Por eso, la ONG Red Papaz ha insistido en las últimas semanas para que el Minsalud reglamente la ley expedida por el Congreso. “Respetado ministro, como madre y profesional de la salud, le pido que reglamente la Ley de Comida Chatarra para que disminuyamos juntos los niveles de malnutrición de nuestros niños y adolescentes”, dice uno de los audios que han publicado en sus redes los últimos días.
Dejusticia, por su parte, optó por demandar la resolución del Ministerio a finales del año pasado. Su intención, como cuenta el abogado Sergio Pulido, es que el Consejo de Estado suspenda provisionalmente la ejecución de esa norma y que las compañías que ya están vendiendo productos con sellos circulares dejen de usarlos, pues, en su opinión, la resolución va “en contravía” de lo que fijó la ley.
Por otra parte, la industria ha asegurado que como la resolución del Minsalud es la que está vigente, están haciendo lo posible por cumplirla. “La industria está haciendo un esfuerzo monumental para que estos sellos y la tabla nutricional aparezcan más grandes en las góndolas”, le dijo a W Radio hace poco Juan Camilo Montes, director de la Cámara de Alimentos de ANDI.
La pregunta que todos se hacen ahora es si el Minsalud podrá, antes de agosto, como apuntaron en su blog el profesor Gómez y la profesora María Mercedes Mora, nutricionista de la U. Nacional, cumplir a cabalidad el reto de este asunto: “Lograr una regulación con un alto estándar técnico y científico”.