El grupo de investigación que quiere evitar próximas pandemias
Un equipo de expertos convocados por la Universidad de Harvard investiga para diseñar políticas e inversiones que aborden la raíz de la propagación de enfermedades como el coronavirus.
Cada año, la Organización Mundial de la Salud publica una lista de diez amenazas para la salud pública mundial. En 2019, el sexto ítem en la lista era la diseminación de patógenos con efectos adversos para la salud humana y el segundo era el temor a una pandemia de influenza.
Justo el 1° de enero de 2020, en China se anunció la identificación de un virus respiratorio bautizado como el Sars-Cov-2, que desató la pandemia actual. Y como la del coronavirus, hay quienes dicen que vendrán más. (Puede leer: Cornavirus hoy: Colombia supera las 90.000 muertes en un año de pandemia)
Según las estimaciones de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard, y debido a nuestra relación rota con la naturaleza, estos eventos ya están sucediendo con mayor frecuencia: se informaron más de 335 brotes de enfermedades infecciosas emergentes en todo el mundo entre 1940 y 2004, más de 50 por década.
La tasa de brotes está aumentando y es más probable que estos se conviertan en epidemias y pandemias en los próximos años debido a nuestro mundo altamente interconectado. Lo que es aún más preocupante es que, si bien nuestra situación actual es terrible, podría haber sido mucho peor. El COVID-19 es altamente transmisible pero tiene una tasa de mortalidad mucho menor en comparación con otros virus (por ejemplo, el Nipah tiene una tasa de mortalidad entre el 40 y el 75 %).
En otras palabras, el próximo virus con que nos topemos podría ser altamente transmisible y altamente virulento (o no) lo que generaría una amenaza, existencial inmediata para gran parte de la humanidad.
En todo caso, habrá que prepararnos para evitarlo. Por eso, a principios de este mes nació el grupo Preventing Pandemics at the Source, de seis expertos convocados por la escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y el Harvard Global Health Institute (HGHI). Durante su investigación, identificarán las formas más efectivas de prevenir nuevas enfermedades infecciosas que tengan origen animal. (Puede leer: Minsalud publica resolución para la reactivación económica: reabrirán colegios y bares)
De acuerdo con Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y quien fue invitado por la Universidad de Harvard a participar del proyecto, “la idea es ayudar a la universidad a determinar los actores que pueden desatar una pandemia, hacer una caracterización de cómo ‘salta’ un patógeno de un animal a un ser humano, y qué roles juegan factores como la deforestación, la agricultura industrial y los mercados de animales silvestres, entre otros.
“La gran contribución de estos grupos de rastreo es que se harán recomendaciones para evaluar la evidencia y minimizar esos saltos de virus de animales a humanos. La influencia, la rabia, la gripe española, el MERS en Oriente Medio, todas son enfermedades zoonóticas y su origen han sido las ratas, los camellos y otros animales. Decir cómo podemos evitar que las pandemias ocurran es nuestra tarea”, dice Espinal, quien lleva casi dos décadas estudiando enfermedades transmisibles como el zika, el ébola y el coronavirus.
“La narrativa actual sobre la prevención de una pandemia se inclina en gran medida hacia la preparación, la contención y las vacunas del sistema de salud. Esto supone que lo mejor que podemos hacer es evitar que una enfermedad se propague una vez que surge, pero la evidencia muestra que nuestras mejores formas de prevención evitan que estos virus se propaguen a los humanos en primer lugar”, dice el doctor Aaron Bernstein, director del grupo Preventing Pandemics at the Source. (Puede leer: Organizaciones de salud piden al Gobierno nacional apoyar la suspensión de patentes para COVID-19)
A principio de 2021, la Escuela de Salud Pública de Harvard hizo un rastreo que reveló que en Suramérica hay 148 virus de origen zoonótico. En África central hay un potencial de 2.373. En el sur de Asia hay un potencial de 1.920 virus con potencial zoonótico y en el sureste asiático hay identificados 2.470. Es justo en estos puntos en donde se concentrarán los esfuerzos del grupo.
A la larga, una pandemia no es solo un problema de salud pública, sino un asunto que pone la economía mundial en jaque. Justamente, en julio de 2020 este grupo publicó un documento en la revista Science, en el que varios investigadores de las universidades de Arizona, Wisconsin, California, Boston (Estados Unidos) y Río de Janeiro (Brasil) calcularon los costos de prevenir la próxima pandemia: controlar la deforestación y regular el comercio de vida silvestre, son tan solo $22 mil millones al año, el 2 % de los costos económicos y de mortalidad de responder al COVID-19 y a cualquier otra pandemia.
La investigación agrega otro dato preocupante: durante los últimos 100 años, dos virus al año se propagan de animales a humanos, y la mayoría de “pacientes cero” se han identificado en ubicaciones cercanas a los bosques tropicales, donde se ha perdido más del 25 % de la vegetación original y tienden a ser focos de transmisión de virus de animal a humano.
“La ingesta de animales silvestres, el contacto con zonas selváticas para deforestación, la fragmentación de las forestas tropicales y las expansiones urbanas sin planificación son parte del problema. Se tala sin regulación, se hacinan las personas, se contaminan los ríos y se intensifica la agricultura, todo esto hace parte del problema. Solo se necesitan un animal y un humano para comenzar una pandemia”, concluye Espinal.
Este grupo de investigación es solo la primera parte de una estrategia para prevenir. La segunda es crear un fondo de acción mundial para la prevención de pandemias y la tercera es crear campañas globales y locales para concientizar a la población.
Cada año, la Organización Mundial de la Salud publica una lista de diez amenazas para la salud pública mundial. En 2019, el sexto ítem en la lista era la diseminación de patógenos con efectos adversos para la salud humana y el segundo era el temor a una pandemia de influenza.
Justo el 1° de enero de 2020, en China se anunció la identificación de un virus respiratorio bautizado como el Sars-Cov-2, que desató la pandemia actual. Y como la del coronavirus, hay quienes dicen que vendrán más. (Puede leer: Cornavirus hoy: Colombia supera las 90.000 muertes en un año de pandemia)
Según las estimaciones de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard, y debido a nuestra relación rota con la naturaleza, estos eventos ya están sucediendo con mayor frecuencia: se informaron más de 335 brotes de enfermedades infecciosas emergentes en todo el mundo entre 1940 y 2004, más de 50 por década.
La tasa de brotes está aumentando y es más probable que estos se conviertan en epidemias y pandemias en los próximos años debido a nuestro mundo altamente interconectado. Lo que es aún más preocupante es que, si bien nuestra situación actual es terrible, podría haber sido mucho peor. El COVID-19 es altamente transmisible pero tiene una tasa de mortalidad mucho menor en comparación con otros virus (por ejemplo, el Nipah tiene una tasa de mortalidad entre el 40 y el 75 %).
En otras palabras, el próximo virus con que nos topemos podría ser altamente transmisible y altamente virulento (o no) lo que generaría una amenaza, existencial inmediata para gran parte de la humanidad.
En todo caso, habrá que prepararnos para evitarlo. Por eso, a principios de este mes nació el grupo Preventing Pandemics at the Source, de seis expertos convocados por la escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y el Harvard Global Health Institute (HGHI). Durante su investigación, identificarán las formas más efectivas de prevenir nuevas enfermedades infecciosas que tengan origen animal. (Puede leer: Minsalud publica resolución para la reactivación económica: reabrirán colegios y bares)
De acuerdo con Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y quien fue invitado por la Universidad de Harvard a participar del proyecto, “la idea es ayudar a la universidad a determinar los actores que pueden desatar una pandemia, hacer una caracterización de cómo ‘salta’ un patógeno de un animal a un ser humano, y qué roles juegan factores como la deforestación, la agricultura industrial y los mercados de animales silvestres, entre otros.
“La gran contribución de estos grupos de rastreo es que se harán recomendaciones para evaluar la evidencia y minimizar esos saltos de virus de animales a humanos. La influencia, la rabia, la gripe española, el MERS en Oriente Medio, todas son enfermedades zoonóticas y su origen han sido las ratas, los camellos y otros animales. Decir cómo podemos evitar que las pandemias ocurran es nuestra tarea”, dice Espinal, quien lleva casi dos décadas estudiando enfermedades transmisibles como el zika, el ébola y el coronavirus.
“La narrativa actual sobre la prevención de una pandemia se inclina en gran medida hacia la preparación, la contención y las vacunas del sistema de salud. Esto supone que lo mejor que podemos hacer es evitar que una enfermedad se propague una vez que surge, pero la evidencia muestra que nuestras mejores formas de prevención evitan que estos virus se propaguen a los humanos en primer lugar”, dice el doctor Aaron Bernstein, director del grupo Preventing Pandemics at the Source. (Puede leer: Organizaciones de salud piden al Gobierno nacional apoyar la suspensión de patentes para COVID-19)
A principio de 2021, la Escuela de Salud Pública de Harvard hizo un rastreo que reveló que en Suramérica hay 148 virus de origen zoonótico. En África central hay un potencial de 2.373. En el sur de Asia hay un potencial de 1.920 virus con potencial zoonótico y en el sureste asiático hay identificados 2.470. Es justo en estos puntos en donde se concentrarán los esfuerzos del grupo.
A la larga, una pandemia no es solo un problema de salud pública, sino un asunto que pone la economía mundial en jaque. Justamente, en julio de 2020 este grupo publicó un documento en la revista Science, en el que varios investigadores de las universidades de Arizona, Wisconsin, California, Boston (Estados Unidos) y Río de Janeiro (Brasil) calcularon los costos de prevenir la próxima pandemia: controlar la deforestación y regular el comercio de vida silvestre, son tan solo $22 mil millones al año, el 2 % de los costos económicos y de mortalidad de responder al COVID-19 y a cualquier otra pandemia.
La investigación agrega otro dato preocupante: durante los últimos 100 años, dos virus al año se propagan de animales a humanos, y la mayoría de “pacientes cero” se han identificado en ubicaciones cercanas a los bosques tropicales, donde se ha perdido más del 25 % de la vegetación original y tienden a ser focos de transmisión de virus de animal a humano.
“La ingesta de animales silvestres, el contacto con zonas selváticas para deforestación, la fragmentación de las forestas tropicales y las expansiones urbanas sin planificación son parte del problema. Se tala sin regulación, se hacinan las personas, se contaminan los ríos y se intensifica la agricultura, todo esto hace parte del problema. Solo se necesitan un animal y un humano para comenzar una pandemia”, concluye Espinal.
Este grupo de investigación es solo la primera parte de una estrategia para prevenir. La segunda es crear un fondo de acción mundial para la prevención de pandemias y la tercera es crear campañas globales y locales para concientizar a la población.