El pueblo en la Guajira que busca una menstruación digna para 1.300 mujeres
En Tomarrazón, un pueblo de La Guajira, están sumando esfuerzos para que todas sus habitantes puedan vivir su menstruación dignamente. Entre mayo de 2021 y ese mismo mes de 2022, más de 45 mil colombianas no contaron con los elementos adecuados durante su periodo.
Luisa Fernanda Orozco
Hace un mes visité La Guajira. Primero estuve en Riohacha y luego en la parte alta, más allá de Uribia. Al llegar a un primer pueblo donde vivía una comunidad de indígenas wayúu, me enseñaron con orgullo una hilera de casetas recién instalada. Eran baños secos que utilizaban aserrín u otros métodos de compostación para degradar los desechos. “Y eso que es un milagro que aquí los tengan”, me dijo uno de mis acompañantes, “porque en Kasuushi, para donde vamos, no hay nada: ni baños ni agua. Eso es más difícil para las niñas, porque no tienen un lugar seguro para su menstruación” (Vea el especial del 8M: Las voces de las mujeres: “Reconozcan nuestro trabajo”).
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Hace un mes visité La Guajira. Primero estuve en Riohacha y luego en la parte alta, más allá de Uribia. Al llegar a un primer pueblo donde vivía una comunidad de indígenas wayúu, me enseñaron con orgullo una hilera de casetas recién instalada. Eran baños secos que utilizaban aserrín u otros métodos de compostación para degradar los desechos. “Y eso que es un milagro que aquí los tengan”, me dijo uno de mis acompañantes, “porque en Kasuushi, para donde vamos, no hay nada: ni baños ni agua. Eso es más difícil para las niñas, porque no tienen un lugar seguro para su menstruación” (Vea el especial del 8M: Las voces de las mujeres: “Reconozcan nuestro trabajo”).
En Colombia, según el DANE, alrededor de 45.800 mujeres no embarazadas, entre los 10 y 55 años, no contaban con condiciones dignas para menstruar entre mayo de 2021 y mayo de 2022. Eso significaba falta de toallas higiénicas, también conocidas como compresas, para retener la sangre. Elementos como telas, trapos, ropa vieja o servilletas, debieron ser empleados en su lugar. Según esa misma encuesta, otras 17 mil mujeres no tuvieron acceso a ningún tipo de recurso.
Esto también sucede en Tomarrazón, una comunidad afro-wayúú de La Guajira, donde habitan alrededor de 2.900 personas. Allí cuentan con la presencia de WaterAid, una organización no gubernamental (ONG) que este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, entregó compresas reutilizables a 1.300 mujeres del territorio.
“Llegamos a Tomarrazón hace un par de años”, explica Natalia León, directora de WaterAid, organización enfocada en el agua, el saneamiento y la higiene. “Y con nuestra llegada, comenzamos un taller de costura del que participaron 20 mujeres entre los 15 y 71 años”.
Con el taller, se buscó enseñar a las participantes a fabricar sus propias compresas. Su propósito también fue que perdieran el miedo a sus propios cuerpos para que luego le enseñaran a sus familiares, amigas y compañeras a no sentir vergüenza o culpa por tener el periodo. “Queremos promover el derecho por lo que significa ser mujer. No queremos que ellas sientan que, cuando están en sus días de sangrado, no pueden ir a sus colegios. La idea es que Tomarrazón se convierta en el primer pueblo en Colombia que garantice mayor cubrimiento de los derechos menstruales”, cuenta León (Lea también: Menstruar sin toallas, tampones ni copas: así viven 45 mil colombianas).
Sin agua, no hay dignidad
Tomarrazón está cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta y, por eso, no es un desierto sino un bosque seco tropical cercano a un afluente, llamado Río Nuevo. Sin embargo, antes de la llegada de WaterAid, sus habitantes no tenían un sistema de alcantarillado. Las mujeres debían caminar casi a diario hasta la cuenca de agua para recoger una ración y llevarla hasta el pueblo. Así podían realizar los quehaceres domésticos: cocinar, lavar la ropa, y cuidar de los niños y los enfermos.
“Con nuestra llegada, construimos una solución de micro acueducto artesanal, o sea tubos que se ponen cerca del río y que llevan el agua hasta Tomarrazón”, explica León. “Así las mujeres tienen más tiempo libre”.
WaterAid también instaló duchas, lavaderos y baños comunitarios en las escuelas. Estos últimos, por ejemplo, funcionan con un sistema de arrastre hidráulico, o sea un sanitario donde el usuario vierte agua. Luego los desechos son llevados hasta un lugar de almacenamiento o tratamiento, que puede ser una fosa o un hoyo. Algunas casas en Tomarrazón también cuentan con este nuevo sistema.
Sin embargo, el alcantarillado solo funciona cuando hay temporada de lluvia. En épocas de sequía, la comunidad debe retornar a la recolección de antes. “Y en el caso de las mujeres, cuando no tienen agua, es muy complicado menstruar dignamente”, cuenta León, quien resume lo que sucede en Tomarrazón, y en otros lugares de escasez, bajo el término de pobreza menstrual.
Este problema ha elevado preocupación a nivel internacional. Organizaciones como UNICEF y la ONU se han referido a él como la falta de acceso a productos de higiene menstrual, instalaciones higiénicas, gestión de residuos y educación frente al tema. La pobreza menstrual afecta a un estimado de 500 millones de personas en todo el mundo, quienes tienen su periodo durante 37 años en promedio. Por ello, UNICEF enfatiza en la importancia del acceso a un entorno limpio, con servicios sanitarios básicos y agua, cuando una persona se encuentra en sus días de sangrado.
Pero productos como las toallas higiénicas no suelen priorizarse dentro del presupuesto mensual de las familias. “En primer lugar está la comida y el agua”, explica León, cuyo argumento es probado por la encuesta que realizó el DANE, donde se muestra que 560 mil mujeres en Colombia tienen dificultades para adquirir los elementos necesarios durante su periodo.
Fue por ello que, en 2021, mediante la sentencia C-102, la Corte Constitucional declaró que productos como las copas menstruales, toallas higiénicas y tampones quedaban exentos de IVA. “El debate abierto y la representación sin censura de la menstruación contribuyen a que la ley y la sociedad reconozcan las necesidades biológicas de las mujeres”, puntualiza el fallo de la Corte (Lea también: En Colombia persiste la brecha entre mujeres y hombres científicos).
Menstruar sin tabú
Este 8 de marzo, las 20 integrantes del taller de costura le entregaron dos compresas a cada una de las 1.300 mujeres de la comunidad. Así, esperan que Tomarrazón se convierta en el primer territorio en Colombia que tenga cubiertas en un 100% las necesidades menstruales.
Martina, una compañía de ropa interior para retener el sangrado, fue la encargada de la confección de las compresas reutilizables, que, dependiendo de su uso, pueden tener una vida útil de 2 a 4 años. Esto ayudaría a disminuir los desechos a nivel nacional pues, según el DANE, una mujer usa 350 toallas higiénicas al año, lo que equivale a 2,8 kilos de desperdicios plásticos.
León también explica que, en ciertas comunidades guajiras, prevalecen creencias sobre lo que pueden o no hacer las mujeres cuando menstrúan. Así lo relata también Yackelin Fuentes, una de las participantes de 17 años del taller de costura de WaterAid, quien dice que “no sabía que nosotras éramos dignas de tener útero. Los hombres deberían concientizarse sobre eso porque es importante”.
Anteriormente, según Fuentes, la menstruación se trataba en reuniones sólo de mujeres. Su abuela, por ejemplo, le decía que, mientras tuviera el periodo, no podía lavarse el pelo, cocinar, caminar descalza o hacer cualquier labor del hogar.
“Es común que no se enseñe o se hable de eso”, complementa León. “Es usual que las personas menstruantes aprendan a través del colegio, las amigas o las conocidas, pero no hay una educación sobre el tema”.
Incluso, Fuentes dice que, cuando algunas mujeres querían comprar toallas higiénicas, las tenían que esconder para que los hombres no las vieran. “También utilizábamos trapos lavables y con eso permanecíamos durante nuestro ciclo menstrual”, continúa Fuentes.
Fuentes tuvo su periodo por primera vez en 2018, cuando tenía 14 años. “Fue un proceso largo; al principio me deprimí. Incluso le tenía asco. Pero, después de ingresar al taller, aprendí que no se debe sentir asco, vergüenza o culpa por algo que en nuestro cuerpo es natural”. Así, Fuentes aprendió a diseñar sus propias compresas durante los talleres de WaterAid, hechas a partir de telas reutilizables.
“Antes a las mujeres no les gustaban las compresas. Todavía hay algunas que piensan y actúan como nuestros ancestros. Pero el mensaje que nosotras queremos llevar es que se sientan dignas, orgullosas y fortalecidas de vivir su menstruación”, dice Fuentes, quien hoy en día, se encuentra cursando grado 11 en la Institución Educativa Técnica Agropecuaria de Tomarrazón, y espera, en un futuro, acceder a la educación superior para estudiar Nutrición (Lea también: Paneles solares para mejorar la educación en La Guajira).
Por eso, aunque el problema en la superficie sea el carente acceso que algunas comunidades tienen a los productos menstruales, el dilema de fondo es garantizar una educación que normalice lo que sucede en los cuerpos de las mujeres; que no sientan vergüenza y tampoco castigo.
WaterAid, por su parte, está presente en más de 140 comunidades en La Guajira. La entrega que se realizará este 8 de marzo es apenas un piloto que esperan implementar en más territorios guajiros para que las mujeres tengan un periodo digno.