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El Instituto Karolinska, una institución universitaria médica de Estocolmo, Suecia, decidió este lunes premiar la genética de la evolución, entregando el premio Nobel de Medicina 2022 a Svante Pääbo, un biólogo y genetista que ha escudriñado el pasado para encontrar respuestas a preguntas tan inquietantes como qué nos hace a nosotros, Homo sapiens, diferentes de otros homínidos, o de dónde venimos y cómo nos relacionamos con los que nos precedieron.
Pääbo, que nació en 1955 en Estocolmo, Suecia, se mostró interesado desde muy temprano en su carrera académica con la posibilidad de utilizar métodos genéticos modernos para estudiar el ADN de los neandertales. Este interés, sin embargo, se enfrentó a varias dificultades. Sucede que con el paso del tiempo, los rastros de ADN que sobreviven se contaminan con ADN de bacterias y humanos contemporáneos.
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Esto último hacía muy difícil obtener una muestra lo suficientemente buena de información genética. Durante varias décadas, Pääbo y su equipo se concentraron en desarrollar y mejorar métodos para estudiar el ADN de los neandertales. Con todo esto a cuestas, en 2008 llegó una oportunidad de oro. Ese año se descubrió un fragmento de hueso de un dedo de 40.000 años de antigüedad en la cueva Denisova, en la parte sur de Siberia, con un ADN excepcionalmente bien conservado.
Gracias al estudio que ya llevaban adelantado, Pääbo y su equipo lograron la secuenciación de ADN de ese hueso, descubriendo que era única en comparación con todas las secuencias conocidas de los neandertales y los humanos actuales. Habían descubierto un homínido previamente desconocido, al que se le dio el nombre de Denisova. Con esa información disponible, el mundo pudo conocer que entre los Denisova y los Homo sapiens hubo un flujo de genes, una relación observada por primera vez en el sudeste asiático.
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En 2010, dos años después de ese primer descubrimiento, Pääbo logró publicar la primera secuencia del genoma neandertal, utilizando muestras de polvo de hueso del tamaño de una píldora provenientes de tres huesos de Neandertal hallados en una cueva en Croacia. El equipo descubrió entonces que los humanos modernos y los Neandertales se entremezclaron, en pequeña medida, probablemente conforme los humanos modernos se encontraron con Neandertales en el Medio Oriente, tras salir de África.
Y es que el trabajo de Pääbo logró brindar información sobre cómo estaba habitado el mundo en el momento en el que el Homo sapiens emigró fuera de África y se extendió al resto del mundo. Los neandertales, por ejemplo, vivían en el oeste y los denisovanos en el este del continente euroasiático.
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“Tener una primera versión del genoma del Neandertal hace realidad un sueño de hace mucho tiempo. Por primera vez podemos ahora identificar características genéticas que nos diferencian del resto de los organismos, incluyendo nuestros parientes evolutivos más cercanos”, dijo entonces Pääbo. Por todo esto, el comité consideró este lunes que el trabajo del sueco ha sido “trascendental” para la medicina y la ciencia.