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En 2022, 433 millones de pacientes fueron atendidos en lugares sin electricidad

Aunque la electricidad es vital para prestar servicios de salud, muchas personas deben acudir a centros médicos que no cuentan con energía. Esta situación, alerta un nuevo informe, pone en riesgo desde las cadenas de frío para vacunas hasta el funcionamiento de laboratorios de diagnóstico.

18 de enero de 2023 - 05:56 p. m.
Por este problema, los servicios de salud en 60 países presentan serios inconvenientes.
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Foto: Pixnio
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La atención médica en hospitales, clínicas y otros centros de atención sanitaria requiere del uso constante de electricidad. Se usa desde para refrigerar vacunas hasta asegurar el funcionamiento constante de un número de herramientas para diagnósticos básicos en el laboratorio. La electricidad es vital para prestar servicios de salud. (Lea La equivocación de $25 billones de la Superintendencia y del Ministerio de Salud)

Aun así, hay alrededor de mil millones de personas que reciben atención en centros médicos que carecen de acceso a cualquier tipo de electricidad y/o electricidad fiable. Así lo revela un informe hecho por la Agencia Internacional de Energía Renovables (Irena por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y Energía Sostenible para Todos (SEforAll). (Lea Minsalud adopta regulación para garantizar la Interrupción Voluntaria del Embarazo)

El documento, llamado Energizing Health: Accelerating Electricity Access in Health-Care Facilities, analizó los datos de 27 países de renta baja y media-baja que disponen de los resultados de encuestas nacionales sobre el estado de electrificación de los centros de atención médica. El análisis encontró que las regiones más afectadas son África subsahariana, el sur de Asia y el centro y norte de África.

“En Ghana, por ejemplo, se observó una relación positiva entre la frecuencia de los cortes de electricidad en los centros sanitarios y la mortalidad; el riesgo de muerte aumentaba un 43% por cada día de apagón de más de 2 horas”, de acuerdo con un estudio citado dentro del nuevo informe.

La mayoría de las instalaciones evaluadas dentro de estas encuestas están en zonas rurales, y van desde puestos de salud muy pequeños que ofrecen atención médica básica hasta centros de salud que incluyen atención de maternidad y tratamiento, o hospitales distritales, que prestan una amplia gama de servicios de salud.

“Estos datos reflejan enormes brechas en el acceso a la electricidad en los países más pobres del mundo. En los países de Asia meridional y África subsahariana, entre el 12% y el 15% de las instalaciones carecen de acceso a la electricidad. Sólo algo más de la mitad de los hospitales de los países subsaharianos sobre los que se dispone de datos afirman tener un acceso fiable a la electricidad”, subrayó el informe.

El análisis encontró que el 65 % de estas instalaciones en 63 países de ingresos medios y bajos necesitan “algún tipo de intervención urgente”. Dentro de estas pueden estar acciones como establecer nuevas conexiones eléctricas o asegurar que haya un suministro eléctrico de reserva.

En todo caso, tal como indicó Francesco La Camera, director general de Irena, durante la presentación del informe, la implementación de soluciones debe ser una prioridad. “Las instalaciones sanitarias deberían ser una prioridad en los planes de electrificación tanto de los gobiernos nacionales como de los socios para el desarrollo”. Específicamente, las intervenciones son más necesarias en las regiones de Asia Meridional y África Subsahariana, seguidas de Asia Oriental y el Pacífico y, por último, la región de América Latina y el Caribe.

Es importante recalcar que este estudio únicamente analizó la situación de países que tuvieran datos sobre sus condiciones de electrificación entre 2015 y 2022. Por esta razón, países como Colombia, Venezuela, Brasil, Argentina y México no fueron incluidos dentro del informe.

Al ponderar las cifras de países con datos de las regiones de América Latina y el Caribe, Oriente Medio y Medio Oriente y África del Norte, Asia Meridional y África Subsahariana, se concluyó que, para 2022, 433 millones de personas dependían de instalaciones que carecen de electricidad; y 478 millones de personas fueron atendidas en instalaciones que carecían de un suministro fiable de electricidad. En total, por lo menos 912 millones de personas de estas cuatro regiones recibieron servicios de instalaciones sin electricidad o con un servicio poco confiable.

Esta cifra equivale aproximadamente al tamaño de las poblaciones de Estados Unidos, Indonesia, Pakistán y Alemania juntas.

Transformar los centros de salud en estos lugares requerirá una inversión de unos 4.900 millones de dólares en los 63 países evaluados. Esta cifra, destaca el informe, es “muy inferior al costo social que tendría no hacer nada al respecto”.

Concretamente, el proceso más costoso sería el despliegue de generación eléctrica de respaldo en instalaciones sanitarias ya conectadas a la red eléctrica central (2.800 millones de dólares), mientras que realizar nuevas conexiones (en lugares dentro de la red) costaría 2.100 millones de dólares. Se deberían destinar unos 476 millones de dólares para nuevas conexiones fuera de la red.

Entre los servicios médicos que se ven afectados por esta situación están: la atención maternoinfantil, por ejemplo, con los calentadores para neonatos; la energía para microscopios; los congeladores para almacenar medicamentos y vacunas; o las instalaciones para pruebas y cuarentena de pacientes con covid-19.

Sencillamente, se pone en riesgo desde lo más básico, como la luz para las instalaciones, hasta elementos esenciales para procesos complejos. En todo caso, sin garantizar electricidad fiable en todos los centros de atención médica, no se podrá la cobertura sanitaria universal, que es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

¿Cuáles son las soluciones?

El informe es claro en enfatizar que el problema es la falta de electricidad y, por eso, la solución es asegurar el acceso a esta. Sin embargo, hay varios obstáculos para garantizar esto. Giovanni Pabón, director del área de Energía de Transforma, indica que: “La electricidad es donde se deberían dirigir las zonas residenciales urbanas, pero en países como Colombia hay dos millones de personas que no tienen electricidad. Para extender redes a esas zonas, se tendría que hace un trabajo muy grande”.

Al reconocer también este obstáculo, el informe propone a las soluciones energéticas sostenibles descentralizadas como la gran apuesta para electrificar el sector de la salud. ¿De qué tratan? Básicamente, son iniciativas que no dependen de la conexión a una red eléctrica central, de cada país y que “son a menudo la solución técnica y económicamente más viable para suministrar energía fiable a los centros sanitarios situados en lugares remotos”, apunta el informe.

Dentro de estas soluciones están los sistemas autónomos o mini redes basadas en energías sostenibles (solar o eólica por ejemplo). Las mini redes utilizan electricidad producida a partir de generadores in situ, que sirve para generar energía para varios hogares de una o más comunidades locales. La electricidad se genera a partir de combustibles fósiles, energías renovables o una combinación de ambos y “requieren una inversión inicial importante, que suele recuperarse mediante altas tasas de uso y el cobro regular de tarifas durante varios años”, señala el documento.

Otra opción está en los sistemas solares autónomos, donde las comunidades pueden adquirir paneles solares para suministrar la energía que necesiten. “La energía generada se utiliza para alimentar los aparatos de una instalación y para cargar un banco de baterías utilizado para almacenar energía”, describe el informe como ejemplos de uso de esta alternativa.

La electrificación, como se sabe, ha sido presentada como un paso importante para alcanzar la carbono neutralidad, una de las metas climáticas más importantes. Esta hace referencia al momento en donde las emisiones de carbono de cada país o industria son iguales a las que captura. Para que la electrificación ayude a conseguir esta meta, explicó Jéssica Arias, ingeniera química y PhD en Transición Energética hace unos meses, la mayor cantidad de energía debe ser generada a partir de fuentes renovables.

En ese caso, entonces, las micro redes que funcionan a partir de combustibles fósiles no serían una buena opción para lograr un acceso universal a la energía sostenible.

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