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Cada 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Sida, una fecha para apoyar a las personas que han sido diagnosticadas con la enfermedad, y también para hablar sobre la importancia de la prevención del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
En ese marco, la Cuenta de Alto Costo (CAC) reportó que, en 2024, hay un total de 185.954 personas que viven con VIH en Colombia. De este grupo, el 80,74 % recibió terapia antirretroviral (TAR), y de quienes accedieron a este tratamiento, el 89,42 % logró la supresión viral. Esto, según la CAC, es un paso positivo para controlar el virus en el cuerpo humano, pues significa que la cantidad de partículas presentes en un mililitro de sangre es menor o igual a 1.000.
En cuanto a los casos nuevos o incidentes, se identificaron 14.555 personas durante este año. De ellas, la mayoría, un 82,82 %, correspondió a hombres, mientras que el 17,18 % fueron mujeres. La edad promedio de los casos nuevos fue de 33 años, con un mayor predominio en el rango de 20 a 34 años, población particularmente vulnerable.
Sobre las gestantes con diagnóstico de VIH, el 77,23 % recibió TAR en 2024, lo que contribuye a la prevención de la transmisión vertical del virus de madre a hijo. Sin embargo, la cobertura en grupos étnicos presentó disparidades: mientras que la comunidad raizal logró un cumplimiento del 100 %, los grupos indígenas, afrocolombianos y palenqueros mostraron cifras significativamente menores, lo que evidencia la necesidad de estrategias focalizadas para mejorar la equidad en el acceso a la atención.
Aunque el acceso a TAR es un derecho garantizado, la cobertura nacional presentó una disminución del 3,34 % en comparación con 2023, alcanzando solo al 80,38 % de las personas prevalentes viviendo con el VIH. Regiones como el Pacífico y Bogotá, D.C. presentan los índices más bajos de cobertura, lo que resalta barreras estructurales en la distribución de los servicios de salud. Según la CAC, estas brechas deben ser abordadas con políticas públicas que aseguren la equidad y una distribución justa de recursos en el territorio.
Alto Costo también enfatiza que garantizar el acceso a TAR y alcanzar la supresión viral son fundamentales para prolongar y mejorar la calidad de vida de las personas que viven con el VIH, además de reducir la transmisión del virus. Este llamado se enmarca en los objetivos globales de ONUSIDA, que buscan erradicar la discriminación y asegurar la salud y dignidad de quienes conviven con esta condición.
Como hemos contado en estas páginas, el VIH ataca el sistema inmunitario. Destruye la capacidad del organismo para combatir la infección y la enfermedad al atacar los linfocitos CD4, un tipo de glóbulos blancos que son clave en la respuesta inmune contra infecciones virales, bacterianas y otros patógenos. El VIH los utiliza para reproducirse y propagarse, y esto hace que sea más fácil contraer enfermedades, otras infecciones y algunos tipos de cáncer.
Cuando el virus ha avanzado lo suficiente y el recuento de CD4 es menor a 200 células por milímetro cúbico (células/mm³) de sangre, los médicos diagnostican SIDA, la fase más avanzada de la enfermedad. Para que se haga una idea clara, una persona sana debe tener un promedio de 500 y 1,600 células/mm³.
Hasta 2023, el VIH afectaba a 39,9 millones de personas en todo el mundo, según ONU/SIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA. Por eso, desde que comenzó la epidemia en los años 80, millones de dólares se han invertido en los esfuerzos por encontrar una cura, pero la inmensa capacidad de mutación del virus ha frustrado todos los intentos.