En Colombia aumentaron los nacimientos en niñas menores de 14 años
Según el Dane, en el segundo trimestre de 2021 hubo un incremento de 22,2% en comparación al mismo período de 2020. ¿Tuvo que ver la pandemia y las cuarentenas?
Dentro de las muchas cifras que inquietan a los salubristas, hay una que genera especial preocupación: el embarazo de menores de edad. Es un serio problema de salud pública que tiene consecuencias muy graves. Por eso, cada vez que incrementan los nacimientos en niñas hay motivos para alarmarse. (Lea Muertes en Colombia aumentaron 99,5% en el segundo trimestre del 2021)
Eso, justamente, fue lo que sucedió en Colombia. Según el Dane, en el segundo trimestre de 2021 hubo un incremento de 22,2% de los nacimientos en niñas menores de 14 años en comparación con el mismo período de 2020.
En otras cifras, eso quiere decir que mientras en ese período de 2020 hubo 946 nacimientos, este año hubo 1.156.
En el caso de las mujeres entre 14 y 19 años también hubo un aumento anual: fue del 6,3%. El el segundo trimestre del año pasado hubo 24.849 nacimientos, mientras que en 2021 hubo 26.405.
Esos números son preocupantes por muchas razones. Primero, como dice la OMS, porque los embarazos en menores tienen efectos tanto en la salud de la madre como del hijo. Por ejemplo, las muertes prenatales son 50% superiores para los bebés que tienen madres menores de 20 años que para aquellos cuyas mamás tienen entre 20 y 39 años. También es mayor el número de partos prematuros, malformaciones o complicaciones cardio-respiratorias.
Adicional a ello, “el embarazo en adolescentes también ocasiona múltiples problemas sociales, tales como: conflictos familiares, deserción escolar, cambio de proyectos de vida, discriminación, matrimonio servil o a temprana edad, reducción de ingresos y pobreza, al tiempo que desestimula la productividad y el crecimiento económico de una sociedad”, se lee en un documento publicado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
“Consideramos que a través de la prevención del embarazo entre los adolescentes de nuestro país, estamos cuidando dos calidades de vidas, en primera instancia la de las madres adolescentes, que aún tienen mucho por experimentar como seres humanos en lo individual; así como la espera de traer al mundo a niños con padres muchos más preparados en todos los sentidos, los cuales a posteriori habrán de saber llevar mucho mejor este rol tan trascendental en el ser humano”, había señalado hace unos meses la Sociedad Colombiana de Pediatría (SCP).
La gran pregunta que ahora todos se hacen es si en este incremento tuvo que ver los constantes y prolongados encierros que se han vivido en el país durante la pandemia. Aunque es difícil tener una respuesta precisa, hay algunas pistas que muestran que los menores de edad han tenido que enfrentar muy graves consecuencias.
Una de ellas, como lo señala Unicef, es que la pandemia incrementó la violencia contra los niños y niñas en América Latina. “La propagación del COVID-19 y algunas de las medidas tomadas para frenarla, como el aislamiento social, exacerban el riesgo de violencia contra niños y niñas. Lamentablemente la mayoría de los casos de violencia en los primeros años de vida se da por parte de un familiar directo o persona cercana al niño o niña”, apuntan.
Dentro de las muchas cifras que inquietan a los salubristas, hay una que genera especial preocupación: el embarazo de menores de edad. Es un serio problema de salud pública que tiene consecuencias muy graves. Por eso, cada vez que incrementan los nacimientos en niñas hay motivos para alarmarse. (Lea Muertes en Colombia aumentaron 99,5% en el segundo trimestre del 2021)
Eso, justamente, fue lo que sucedió en Colombia. Según el Dane, en el segundo trimestre de 2021 hubo un incremento de 22,2% de los nacimientos en niñas menores de 14 años en comparación con el mismo período de 2020.
En otras cifras, eso quiere decir que mientras en ese período de 2020 hubo 946 nacimientos, este año hubo 1.156.
En el caso de las mujeres entre 14 y 19 años también hubo un aumento anual: fue del 6,3%. El el segundo trimestre del año pasado hubo 24.849 nacimientos, mientras que en 2021 hubo 26.405.
Esos números son preocupantes por muchas razones. Primero, como dice la OMS, porque los embarazos en menores tienen efectos tanto en la salud de la madre como del hijo. Por ejemplo, las muertes prenatales son 50% superiores para los bebés que tienen madres menores de 20 años que para aquellos cuyas mamás tienen entre 20 y 39 años. También es mayor el número de partos prematuros, malformaciones o complicaciones cardio-respiratorias.
Adicional a ello, “el embarazo en adolescentes también ocasiona múltiples problemas sociales, tales como: conflictos familiares, deserción escolar, cambio de proyectos de vida, discriminación, matrimonio servil o a temprana edad, reducción de ingresos y pobreza, al tiempo que desestimula la productividad y el crecimiento económico de una sociedad”, se lee en un documento publicado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
“Consideramos que a través de la prevención del embarazo entre los adolescentes de nuestro país, estamos cuidando dos calidades de vidas, en primera instancia la de las madres adolescentes, que aún tienen mucho por experimentar como seres humanos en lo individual; así como la espera de traer al mundo a niños con padres muchos más preparados en todos los sentidos, los cuales a posteriori habrán de saber llevar mucho mejor este rol tan trascendental en el ser humano”, había señalado hace unos meses la Sociedad Colombiana de Pediatría (SCP).
La gran pregunta que ahora todos se hacen es si en este incremento tuvo que ver los constantes y prolongados encierros que se han vivido en el país durante la pandemia. Aunque es difícil tener una respuesta precisa, hay algunas pistas que muestran que los menores de edad han tenido que enfrentar muy graves consecuencias.
Una de ellas, como lo señala Unicef, es que la pandemia incrementó la violencia contra los niños y niñas en América Latina. “La propagación del COVID-19 y algunas de las medidas tomadas para frenarla, como el aislamiento social, exacerban el riesgo de violencia contra niños y niñas. Lamentablemente la mayoría de los casos de violencia en los primeros años de vida se da por parte de un familiar directo o persona cercana al niño o niña”, apuntan.