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Hace tres años, la muerte de un miembro de la tripulación de la aerolínea British Airways revivió el debate en torno al síndrome aerotóxico y las enfermedades que pueden desarrollar los viajeros frecuentes entre las que figuran problemas cardiovasculares, gastrointestinales, respiratorios y neurológicos.
En un estudio reciente publicado por la revista Public Helth Panoram afirma que la contaminación por aire en la cabina está directamente relacionada tanto con enfermedades crónicas como agudas.
Después de analizar a 217 personas pertenecientes a tripulaciones de vuelo, los autores del trabajo encontraron que el 63% de estas reportaban un malestar agudo durante el vuelo y afectaciones crónicas que duraban más de seis meses. Igualmente, el 44% dijo haberse visto afectado por enfermedades agudas con efectos de corto plazo, y el 32% de los participantes reportó efectos medios en la salud con duración de días o pocos meses. El 88%, dijo ser consciente de la exposición de toxinas dentro del avión.
El síndrome aerotóxico fue propuesto por investigadores médicos en 1999. No obstante, desde hace 50 años se han reportado repercusiones asociadas a las toxinas encontradas en el aire comprimido de un aeroplano.
En la nueva investigación se encontró que la contaminación del aire dentro de la cabina se puede atribuir al sistema de compresión de aire que tiene un avión. Cuando los lubricantes aplicados en la turbina se calientan y se fugan a través de compresores gastados se afecta la corriente de aire que entra por los conductos del avión a la cabina. Desde 1950 el aire se ha comprimido para ventilar y presurizar la cabina. No obstante, los filtros diseñados para purificar el aire que entra sólo retienen baterías, virus y polvo. No están hechos para filtrar los químicos tóxicos que llegan de la combustión.
La Asociación de Pilotos Aliados (APA), que representa a los pilotos estadounidenses, dice que se han encontrado más de 20,000 casos de contaminación tóxica en la última década, aproximadamente cinco casos por día. En el 2015 la Organización de Aviación Civil Internacional, emitió guías y directrices para el entrenamiento de la tripulación de vuelo y la notificación de eventos atribuidos a contaminación dentro de la cabina. Para ese año, se estimó que más de 50,000 tripulantes de vuelo se habrían visto afectados.
Hasta ahora todos los aviones comerciales excepto Boeing 787, usan el mismo sistema para comprimir y ventilar el aire dentro y fuera de la cabina. Por lo tanto, se espera encontrar una solución en un futuro que acabe con los problemas de salud atribuidos a la contaminación toxica en los aviones.