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Nos encontramos en la actualidad enfrentados a una exposición continua a diferentes virus causantes de enfermedad respiratoria. Pareciera que, como si de un momento a otro, se hubiera abierto una caja de Pandora microbiológica, liberando estos agentes infecciosos que han incrementado el número de casos, los cuadros severos y las hospitalizaciones en niños y adultos. Pero, ¿cuáles son los factores que han llevado a esta larga temporada de virus respiratorios? ¿Cuáles son las implicaciones de las infecciones virales respiratorias continuas? (Lea El descuento del SOAT tiene pensando a varios actores del sistema de salud)
Los factores ambientales han jugado un papel importante en este proceso. Por algunas de las medidas tomadas durante la pandemia por covid-19 se disminuyó la exposición a virus respiratorios, especialmente en infantes. Inclusive, existían patrones de infecciones virales asociados a la edad y estacionalidad, algo que no se ve tan claro actualmente. Todos estos virus han salido en conjunto cambiando el perfil epidemiológico de las infecciones respiratorias, por lo que no es raro ver tres o cuatro virus distintos produciendo infección en una misma persona. (Lea ¿Tiene problemas para dormir? Lanzan una guía que podría ayudarlo)
Frente a las infecciones, la inmunidad funciona como un sistema de expansión y contracción donde aumenta marcadamente el número de células de defensa específicas contra un microorganismo, y cuando lo controla o lo elimina, estas células disminuyen drásticamente, pero guardan memoria del encuentro con el agente infeccioso para defendernos de futuras infecciones. Es así como un ataque microbiano múltiple puede comprometer la capacidad para defendernos, disminuyendo la fuerza y la calidad de esta respuesta inmune.
También es importante tener en cuenta que la falta de contacto entre personas limita la diversidad del microbioma humano, ese grupo de microorganismos que nos acompañan y mantienen funciones en el cuerpo como el nivel de inmunidad. La pérdida de diversidad en el microbioma está asociada a las manifestaciones de algunas enfermedades infecciosas y no infecciosas. No obstante, los factores ambientales, especialmente en esta época de lluvias y climas fríos, contribuyen a mayor exposición y susceptibilidad a las infecciones respiratorias. Solo pensemos en las aglomeraciones y sitios cerrados con ausencia de ventilación, donde una sola persona dispersando un virus mediante el estornudo o la tos puede contagiar a muchos.
La genética de las personas es uno de los factores implicados en la resistencia o la susceptibilidad cuando nos infectamos con un microorganismo; por ejemplo, en una comunidad, dependiendo del tipo de agente infeccioso, se pueden presentar síntomas solo en la mitad de la población, o sea, el restante 50% son asintomáticos. De los individuos que presentan síntomas, algunos tendrán enfermedad de leve a moderada con manejo que puede ser ambulatorio, y un menor porcentaje presentarán enfermedad severa que puede llevar a complicaciones con la necesidad de tratamiento hospitalario y, algo lamentable, un porcentaje de estos fallecerán.
Otro factor es el agente infeccioso por sí mismo. Sería inimaginable una pandemia de covid-19 que, en lugar de empezar con el virus original de Wuhan, hubiera comenzado con una variante como Ómicron y sus derivados. Esta variante del virus se transmite más fácil, tiene un periodo de incubación más corto y probablemente es un virus más agresivo para los humanos. Pero, ¿cuáles son las razones para que no tuviéramos más casos severos y fallecimientos por Ómicron? La respuesta es sencilla: vacunación e infecciones naturales, que permitieron generar inmunidad para que el Covid-19 actual sea algo más benévolo.
Aunque no tenemos la posibilidad de controlar algunos de estos factores mencionados, como por ejemplo los virus y sus variantes, sí contamos con estrategias para ayudar a mitigar o controlar factores ambientales y dependientes del individuo. Y en este momento caótico de infecciones respiratorio, mientras regresamos a ese “equilibrio”, se pueden tomar algunas precauciones. Las infecciones respiratorias a repetición pueden alterar los mecanismos de defensa natural y comprometer las células de la vía respiratoria que nos harían más susceptible a infecciones más comprometedoras como las bacterias causantes de neumonía. Solo contamos con vacunas para algunos de estos agentes infecciosos, por lo que los esquemas de vacunación a nivel individual deben ser revisados y actualizados. Pero, definitivamente, lo que deberíamos haber aprendido con la pandemia son las normas de cuidado individual, las cuales nos evitarían un contacto tan seguido con virus que puedan comprometer la integridad del sistema respiratorio debido al ataque continuo.
*Profesor Titular – Facultad de Medicina, Universidad de los Andes
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