Gobierno Petro no incluyó en la tributaria impuestos al cigarrillo ni a vapeadores
Pese a las peticiones de las sociedades científicas y de varias organizaciones que velan por la salud pública, el Gobierno de Gustavo Petro optó por no gravar a los cigarrillos electrónicos y vapeadores ni aumentar el impuesto al tabaco.
Días después de que el Gobierno de Gustavo Petro radicara el borrador del proyecto de reforma tributaria, varias organizaciones y las sociedades científicas de Colombia empezaron a impulsar una idea que esperaban tuviera eco en el Congreso: incluir en el documento un impuesto a los vapeadores y aumentar el impuesto a los cigarrillos convencionales. (Lea Cigarrillos electrónicos y vapeadores, un mercado con confusos intereses en el país)
Poco a poco, sus argumentos fueron acogidos por algunos senadores y representantes a la Cámara. Pero esta semana todos se llevaron una sorpresa al ver el documento de la reforma tributaria: su propuesta no clasificó en la ponencia que fue radicada.
Por ese motivo, algunas de las cabezas de esas organizaciones decidieron hacer presencia en el Capitolio. “Los cigarrillos y los vapeadores están matando a nuestro planeta” o “Vapear no es cool” eran algunos de los mensajes que se leían en los carteles que llevaron para protestar. (Lea Cigarrillos electrónicos, ¿se avecina un problema de salud pública.)
“Queremos que se incluya en la reforma tributaria el impuesto a los vapeadores y se triplique la tarifa al impuesto al tabaco. No sabemos por qué excluyeron esa proposición que era muy conveniente para la salud de los colombianos”, dijo mientras entraba, Blanca Llorente, directora de Investigación de la Fundación Anáas, una organización que ha liderado la discusión sobre estos temas.
“La gran pregunta es, ¿qué fue lo que pasó? ¿Cedieron ante el lobby de as tabacaleras? Es algo que no me cabe en la cabeza. ¿Vamos a permitir que esto pase en la reforma tributaria? Aún tenemos una última oportunidad para decirle a los colombianos que salud pública sí nos está importando; para decirle a los departamentos que su recaudo puede mejorar; que tener impuestos con coherencia con la salud de los colombianos es posible”, dijo, por su parte, la representante a la Cámara Carolina Giraldo Botero en un breve video en Twitter.
Entre las razones que días atrás habían expresado varias organizaciones, entre las que se encontraba Anáas, el Instituto Nacional de Cancerología, Red PaPaz, el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud de la Universidad Icesi, y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), había varios motivos por los cuales, a su parecer, es importante implementar estas medidas en Colombia.
Entre ellos, como lo mencionaban en una carta, estaba el hecho de que “al triplicar el impuesto, el menor número de fumadores se traduce en menos casos de enfermedades no transmisibles por las que morirían prematuramente quienes hoy fuman”. En números, eso quiere decir que se “impedirá 445 mil muertes prematuras y 16 mil casos de muertes por exposición al humo de segunda mano”. Este artículo, publicado en Tobacco Control reforzaba su argumento.
Además, señalaban, que podrían evitar una “avalancha” de cáncer. “Tabaquismo, dice el documento, provoca más de 200 enfermedades no transmisibles, principalmente cáncer, y enfermedades cardiovasculares y respiratorias. El 80% de estas enfermedades son prevenible”, habían apuntado.
Entre sus razones había otra con la que esperaban convencer al Gobierno de Gustavo Petro: se podría recaudar hasta 1 billón de pesos adicionales. Durante 2021, se recaudó 1.2 billones de pesos en impuesto directo al tabaco, mientras que un aumento en la reforma tributaria podría subir este recaudo hasta 2 billones de pesos, calculaban estas organizaciones. Sin embargo, advertían, era un monto que “no compensa los costos directos que debe asumir el sistema de salud del país y otros gastos asociados”, que calculan que están en los 17 billones de pesos.
¿Por qué poner impuestos a los vapeadores?
Gravar los vapeadores y cigarrillos electrónicos, unos artefactos que cada vez son más populares entre los jóvenes, también era una de las peticiones de estas organizaciones. Era un argumento que había sido respaldado por la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas que, reúne, entre otras, a la Sociedad Colombiana de Cardiología, la Asociación Colombiana de Medicina Física, la Asociación Colombiana de Neurología y la Sociedad Colombiana de Pediatría.
En una carta, publicada a finales de agosto, había expresado varios motivos por los cuales es importante poner un impuesto a estos dispositivos. “El consumo de cigarrillos electrónicos, se asocia en adolescentes con el consumo posterior de marihuana, no solo en su forma tradicionalmente quemada, sino también a través del vapeo”, apuntaron las Sociedades Científicas.
“En la actualidad existe evidencia que argumenta la preocupación por los potenciales daños a corto y largo plazo, incluidos el riesgo de adicción, síntomas respiratorios, enfermedad cardiovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cáncer”, anotaron en otro apartado.
Como escribieron, la evidencia recopilada hasta el momento sugiere que “el consumo de estos productos se asocia al consumo del cigarrillo tradicional, así como con el consumo problemático de alcohol y de drogas ilícitas”. En cifras, eso significa que el 9 % entre los escolares de 13 a 15 años los utilizan, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes.
De igual forma, el 16,6 % de los estudiantes universitarios los ha usado alguna vez. Una encuesta realizada en la U. de los Andes en 2019 mostró un escenario similar: uno de cada cinco estudiantes universitarios era consumidor diario u ocasional.
“Los aumentos significativos en los impuestos especiales que conducen a aumentos de precios han demostrado ser el mecanismo más eficaz, así como el más rentable, para reducir el consumo de tabaco”, apuntaban. “Los aumentos de impuestos al tabaco siguen siendo la política menos implementada en el paquete de políticas efectivas de control del tabaco a nivel mundial. En 2018, solo 38 países, que representan el 14 % de la población mundial, tienen impuestos al tabaco suficientemente altos”, añadían.
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Días después de que el Gobierno de Gustavo Petro radicara el borrador del proyecto de reforma tributaria, varias organizaciones y las sociedades científicas de Colombia empezaron a impulsar una idea que esperaban tuviera eco en el Congreso: incluir en el documento un impuesto a los vapeadores y aumentar el impuesto a los cigarrillos convencionales. (Lea Cigarrillos electrónicos y vapeadores, un mercado con confusos intereses en el país)
Poco a poco, sus argumentos fueron acogidos por algunos senadores y representantes a la Cámara. Pero esta semana todos se llevaron una sorpresa al ver el documento de la reforma tributaria: su propuesta no clasificó en la ponencia que fue radicada.
Por ese motivo, algunas de las cabezas de esas organizaciones decidieron hacer presencia en el Capitolio. “Los cigarrillos y los vapeadores están matando a nuestro planeta” o “Vapear no es cool” eran algunos de los mensajes que se leían en los carteles que llevaron para protestar. (Lea Cigarrillos electrónicos, ¿se avecina un problema de salud pública.)
“Queremos que se incluya en la reforma tributaria el impuesto a los vapeadores y se triplique la tarifa al impuesto al tabaco. No sabemos por qué excluyeron esa proposición que era muy conveniente para la salud de los colombianos”, dijo mientras entraba, Blanca Llorente, directora de Investigación de la Fundación Anáas, una organización que ha liderado la discusión sobre estos temas.
“La gran pregunta es, ¿qué fue lo que pasó? ¿Cedieron ante el lobby de as tabacaleras? Es algo que no me cabe en la cabeza. ¿Vamos a permitir que esto pase en la reforma tributaria? Aún tenemos una última oportunidad para decirle a los colombianos que salud pública sí nos está importando; para decirle a los departamentos que su recaudo puede mejorar; que tener impuestos con coherencia con la salud de los colombianos es posible”, dijo, por su parte, la representante a la Cámara Carolina Giraldo Botero en un breve video en Twitter.
Entre las razones que días atrás habían expresado varias organizaciones, entre las que se encontraba Anáas, el Instituto Nacional de Cancerología, Red PaPaz, el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud de la Universidad Icesi, y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), había varios motivos por los cuales, a su parecer, es importante implementar estas medidas en Colombia.
Entre ellos, como lo mencionaban en una carta, estaba el hecho de que “al triplicar el impuesto, el menor número de fumadores se traduce en menos casos de enfermedades no transmisibles por las que morirían prematuramente quienes hoy fuman”. En números, eso quiere decir que se “impedirá 445 mil muertes prematuras y 16 mil casos de muertes por exposición al humo de segunda mano”. Este artículo, publicado en Tobacco Control reforzaba su argumento.
Además, señalaban, que podrían evitar una “avalancha” de cáncer. “Tabaquismo, dice el documento, provoca más de 200 enfermedades no transmisibles, principalmente cáncer, y enfermedades cardiovasculares y respiratorias. El 80% de estas enfermedades son prevenible”, habían apuntado.
Entre sus razones había otra con la que esperaban convencer al Gobierno de Gustavo Petro: se podría recaudar hasta 1 billón de pesos adicionales. Durante 2021, se recaudó 1.2 billones de pesos en impuesto directo al tabaco, mientras que un aumento en la reforma tributaria podría subir este recaudo hasta 2 billones de pesos, calculaban estas organizaciones. Sin embargo, advertían, era un monto que “no compensa los costos directos que debe asumir el sistema de salud del país y otros gastos asociados”, que calculan que están en los 17 billones de pesos.
¿Por qué poner impuestos a los vapeadores?
Gravar los vapeadores y cigarrillos electrónicos, unos artefactos que cada vez son más populares entre los jóvenes, también era una de las peticiones de estas organizaciones. Era un argumento que había sido respaldado por la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas que, reúne, entre otras, a la Sociedad Colombiana de Cardiología, la Asociación Colombiana de Medicina Física, la Asociación Colombiana de Neurología y la Sociedad Colombiana de Pediatría.
En una carta, publicada a finales de agosto, había expresado varios motivos por los cuales es importante poner un impuesto a estos dispositivos. “El consumo de cigarrillos electrónicos, se asocia en adolescentes con el consumo posterior de marihuana, no solo en su forma tradicionalmente quemada, sino también a través del vapeo”, apuntaron las Sociedades Científicas.
“En la actualidad existe evidencia que argumenta la preocupación por los potenciales daños a corto y largo plazo, incluidos el riesgo de adicción, síntomas respiratorios, enfermedad cardiovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cáncer”, anotaron en otro apartado.
Como escribieron, la evidencia recopilada hasta el momento sugiere que “el consumo de estos productos se asocia al consumo del cigarrillo tradicional, así como con el consumo problemático de alcohol y de drogas ilícitas”. En cifras, eso significa que el 9 % entre los escolares de 13 a 15 años los utilizan, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes.
De igual forma, el 16,6 % de los estudiantes universitarios los ha usado alguna vez. Una encuesta realizada en la U. de los Andes en 2019 mostró un escenario similar: uno de cada cinco estudiantes universitarios era consumidor diario u ocasional.
“Los aumentos significativos en los impuestos especiales que conducen a aumentos de precios han demostrado ser el mecanismo más eficaz, así como el más rentable, para reducir el consumo de tabaco”, apuntaban. “Los aumentos de impuestos al tabaco siguen siendo la política menos implementada en el paquete de políticas efectivas de control del tabaco a nivel mundial. En 2018, solo 38 países, que representan el 14 % de la población mundial, tienen impuestos al tabaco suficientemente altos”, añadían.
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